Entre los muchos lugares comunes que rodean el mundo del cine, existe ese que dicta que, entre los años treinta y cincuenta del siglo veinte, sobre todo esa última década, se llegó a cimas inalcanzables. Una Edad de Oro irrepetible en la que se conjugaron genios a los que no pueden ni siquiera aspirar los grandes talentos de la actualidad, apagados injustamente por la llegada de la televisión en los años sesenta, y por el derrumbe de los estudios que levantaron un imperio de sueños y mentiras de celuloide. Como no me gustan los lugares comunes, ni estoy de acuerdo con esa idea en su mayor parte, debo decir que en verdad, bajo mi punto de vista, la cumbre del cine, en cuanto creación artística, tuvo lugar precisamente en esos años convulsos que tantos (para mi sorpresa) desprecian: los tumultuosos sesenta y los fundacionales setenta, que a mi juicio cambiaron el cine para siempre, lo devolvieron al lugar que merece entre las bellas artes, y lo despojaron de esa servidumbre consistente en considerarlo dependiente de otras artes como la literatura o el teatro, y otorgarle su verdadera plenitud.
El cine existe, entre otras cosas, porque en dos horas, poco más o menos, y dependiendo siempre del formato o de las inquietudes del artista que haya detrás, proporciona al espectador una experiencia de vida que, en el cada vez más asfixiante siglo XX (¡no digamos ya el siglo XXI!) no permite al hombre común experimentar en su propia existencia. Y esa experiencia de vida se hizo por primera vez patente con algunas de las ficciones más importantes de los años veinte, en plena época muda. Pero mientras esas obras maestras del cine mudo eran incompletas, porque carecían de la fundamental existencia del sonido, la llegada del cine con diálogos y ruido sincrónico significó una regresión en toda regla: la de olvidarse de que la imagen, y el sonido, son absolutos, y la de condenar al cine a un absurdo academicismo, a la mentira del glamour y del estrellato, a su fabricación industrial, que lo que consiguió fue encorsetarlo para poder venderlo como el arte (y el espectáculo) del siglo XX, cuando aún continúa siendo el arte del futuro, el que más cualidades posee para liberar al hombre del estado de letargo que la sociedad le impone.
Desde luego, en los años cuarenta y cincuenta, el cine norteamericano conquistó unas cuantas cumbres. En su mayor parte, gracias a emigrantes europeos que, en Estados Unidos, supieron ceñirse a las necesidades comerciales del momento para hablar de cuestiones profundamente personales. Pero no fueron cumbres más importantes que las que tuvieron lugar en Europa, con el neorrealismo, o en Asia, con la eclosión de inmensos talentos creadores. Pero estoy convencido de que no pueden compararse con las que tendrían lugar en los sesenta y los setenta. Por la sencilla razón de que el cine ya no era virgen. La semilla plantada por una serie de grandes obras de los cincuenta conocería su germen una década después. Ignorar esto, creo que es ignorar que el arte evoluciona, pese a quien pese. Si en los 50 los más grandes autores, como John Ford, habían deshecho la figura del héroe trágico, con ‘Centauros del desierto’ (‘The Searchers’, 1956), o como Robert Bresson, habían erosionado hasta destruirlo el concepto de puesta en escena tradicional (y por tanto, inservible para el espectador) con películas como ‘Un condenado a muerte se ha escapado’ (‘Un condamné à mort s’est échappé ou Le vent souffle où il veut’, 1956) o ‘Pickpocket’ (íd, 1959), o como Orson Welles, habían dinamitado el cine épico, histórico, de género o adaptaciones con ‘Sed de mal’ (‘Touch of Evil’, 1958) o ‘Mister Arkadin’ (‘Mr. Arkadin’, 1953), el cine estaba preparado para pasar al siguiente estadio.
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Los artistas que liberaron el cine
A veces pienso que se dieron la mano una serie de factores externos, más una serie de circunstancias sociales y estéticas, más algo de eso resbaladizo que llaman destino, para que en los años sesenta todo cambiara. El inabarcable pesimismo que rodeó el fin de la Segunda Guerra Mundial, la constatación de que el hombre se había superado a sí mismo en su capacidad para destruir a los de su propia raza y al resto de razas, y al propio planeta Tierra, el existencialismo y la perfección técnica de otras bellas artes como la novela, el ensayo o la divulgación científica a lo largo de los años cincuenta, la exploración de resortes emocionales como el fuera de campo, el punto de vista, el sonido psicológico, la mixtura de géneros, la secuencia musical y el silencio (inventado por el cine sonoro…), la renovación de conceptos fotográficos que bebían de las vanguardias europeas, el arte por el arte, el hedonismo conceptual y moral, se hicieron dueños de la representación cinematográfica y echaron abajo la idea del cine como un mero cuenta cuentos más o menos lujoso, para echar a andar por el fangoso (pero apasionante, rebelde, doloroso) camino del cine moderno: el que observa al hombre y al mundo con total libertad.
El cine de los años cuarenta y cincuenta, grande en sí mismo, no puede competir con el de los grandes artistas de los sesenta y setenta, porque todavía era esclavo de esa artesanía industrial en la que las estrellas mediáticas, las etiquetas de los géneros, la idea del cine como evasión lo dominaban practicamente todo. Además, sus enormes logros se veían empañados por su conservadurismo ideológico, que proponía especulaciones morales tales como que la puesta en escena era una demostración, antes que una creación de vida, un fin en sí mísmo, antes que una forma de expresión. Pero ya se estaba plantando la semilla, en los títulos nombrados y algunos otros, para dar el siguiente paso. Y tuvo lugar. En 1961 llega la fundamental ‘El año pasado en Marienbad’ (‘L’annèe dernière à Marienbad’, Alain Resnais), que tantas cosas destruyó y creó, ‘La noche’ (‘La notte’, Michelangelo Antonioni) y ‘Como en un espejo’ (‘Såsom i en spegel’, Ingmar Bergman), y el cine deja de ser un espectáculo y se convierte en una reflexión culta, profundísima, de los sentimientos y emociones humanas. Pero antes llega ‘La aventura’ (‘L’avventura’, Antonioni, 1960), y antes aún ‘Sombras’ (‘Shadows’, John Cassavetes, 1959).
Porque en los sesenta empiezan algunos de los más grandes, y transforman la faz de la cinematografía: el franco-polaco Roman Polanski en 1962, el mismo año que comienza a dirigir el gran director ruso Andrei Tarkovski. Pero otros veteranos como Luis Buñuel y Akira Kurosawa llegan a la plenitud de su trayectoria con las obras más personales (y probablemente las más completas) que han hecho hasta entonces, como ‘Viridiana’ (1961), ‘El ángel exterminador’ (1962), ‘Simón del desierto’ (1965), ‘Los canallas duermen en paz’ (‘Warui yatsu hodo yoku nemuru’, 1960), ‘Yojimbo’ (‘Yôjinbô’, 1961), ‘Sanjuro’ (‘Tsubaki Sanjûrô’, 1962). Para rematar, los mejores frutos de la Nouvelle Vage francesa (con François Truffaut y Eric Rohmer a la cabeza) y del Free Cinema británico llegan en los sesenta, muchos directores televisivos comienzan a pasarse al cine y a dotarlo de una inmediatez impensable hasta entonces, recuperando sobre todo un estilo documental que el cine norteamericano había perdido hacía varias décadas. Finalmente, de nuevo en 1960, Jean-Luc Godard firma ‘Al final de la escapada’ (‘À bout de souffle’) y el cine vuelve a ser tan libre como lo era en sus inicios, al margen de industrias, de público, de ganancias mercantiles, de academicismos. Un renacer.
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Los libérrimos caminos del cine esencial
Y si en Europa cristalizaban todos estos movimientos artísticos, todas estas pulsiones creativas, EEUU supo recoger las esencias de todo ello y darles una oportunidad a toda una serie de nuevos cineastas, pertenecientes a la primera generación de estudiantes universitarios de cine, llamados por la historia para reflejar a su modo tanta libertad creativa, tanta alegría de filmar. Los más combativos, como Dennis Hopper o John Cassavetes, impulsaron el cine independiente hasta límites que otros, hoy día, no pueden ni soñar. Y los más ambiciosos, los Spielberg, Lucas, Scorsese, Coppola, De Palma y compañía, se curtieron en televisión, en documentales, en seminarios, en cortos, hasta que por fin pudieron demostrar todo el genio que llevaban dentro. Se daban la mano los grandes talentos de EEUU y Europa para insuflar de vida y de verdad al cine, que ya daba síntomas de morir enquistado en tanto conservadurismo conceptual. Todos ellos rompieron con el pasado, mientras aprendían de él (pues había mucho de bueno también) y bebían de las ventanas abiertas por Lang, Ford, Walsh, Wilder, Hawks, Welles, Ozu, Mizoguchi, Buñuel, Hitchcock, Tourneur... La nueva generación tomaba un testigo tardío, pero robusto, y se proponía llegar lo más lejos posible.
Sin embargo, ya comentamos hace poco que todo este resurgir, este caudal de talento en ambos continentes, sin llegar a secarse, se truncó demasiado pronto, atenazado por los gustos del público (que considera, en muchas ocasiones, a este cine verdaderamente culto como el menos interesante que puede ver, lo que es desolador), por la avalancha de cine para adolescentes que comenzó a apabullar en los años ochenta, por haber atendido demasiado los cantos de sirena de los grandes estudios, y por haberse pervertido en parte. Sin embargo, hoy día, gran parte del cine más interesante de ambos continentes pertenece a esa misma estirpe esencial, transita por los mismos caminos estéticos e intenta ir más allá, sin preocuparse tanto del pasado y mirando siempre hacia el futuro, como todo verdadero artista que se precie. Los grandes artistas que surgieron o llegaron a la plenitud en los sesenta y setenta, crearon las obras de arte más audaces de la historia, y posiblemente las verdaderamente clásicas. Esto es, las que nunca envejecen, nunca pasan de moda, y están fuera de su tiempo mientras lo describen y se nutren de él.
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pilar62
Parto de la idea de que todas las opiniones son perfectamente respetables. A ti te gusta más las películas de los años 60-70, perfecto. A THE ROCK ACTITUD, en cambio le gustan más las películas de los años 80- 90, perfecto también, lo respecto de la misma manera (o más porque seguro que su defensa sería mucho más divertida)
Pero para defender tu postura has escrito un post algo flojo. Esperaba con curiosidad este artículo, y me he llevado una decepción enorme. Me ha recordado un poco a la "Demostración científica de porque Avatar es la mejor película de todos los tiempos" de Dark II Soul. Es decir argumentar que algo es mejor diciendo "es que me gusta mucho". Aunque había cosas en las que no estaba de acuerdo, el anterior artículo (el de 1975-1985) me pareció bastante mejor.
Y es que para ser un artículo que dice no querer caer en lugares comunes, caes en todos. Pongo un par de ejemplos:
a. La década de los 60 renueva el cine y dota de libertad al artista. si eso fuera una muestra de superioridad, entonces las décadas más importantes son las que originaron el arte cinematográfico. Será mucho más complejo crear un arte que renovarlo.
En cuanto a la libertad del artista, ¿ Las obras de Pollock son superiores a las de Leonardo Da Vinci? ¿Y o a las obras de Velázquez? porque Pollock actúa libre se los servilismos del academicismo (mira que tener que pintar figuras reales, en lugares reales) y de las necesidades comerciales (la pintura en esa época se consideraba como un placer lúcido para reyes, no una expresión de los sentimientos del artista)además, que leñe, el arte avanza con el tiempo. ¿Entonces es superior el arte abstracto al arte renacentista o al barroco?
En algún momento habrá que debatir eso de que "El arte por el arte" es bueno. No creo que la autoconsciencia artística te haga mejores obras, más bien al contrario.
b. Es superior porque es más profunda, no un simple entretenimiento, un cuentacuentos lujoso. Aparte que con esta afirmación creo que le das la razón a Alberto en que has visto poco cine (o no lo has asimilado o entendido, al menos el clásico), es una afirmación poco afortunada. Me recuerda al principio de "El club de los poetas muertos" cuando leen la introducción del libro de texto en el que dice que para juzgar el arte hay que ver el alcance de dicho arte y su ejecución (hablo de memoria) Atroz, simplemente es un argumento atroz, incluso de ser cierto (que ya te digo que no lo es)
Pero es que además es una comparación sesgada. Porque que yo sepa, el cine de Bergman, Kurosawa, Fellini, Antonioni,....,etc es una minoría en el cine de la década. También son las décadas del destape (en toda europa, y, más pudorosamente, en USA)y también hay cine de cuentacuentos. Quiero decir que si quieres comparar grandes maestros, compararos, y di que son mejores los de los sesenta. Si quieres comparar medias compararas, pero no sueltes que la comparación de épocas es entre "cine clásico" vs "cine de autor" porque es falaz.
Paro que me alargo mucho. Simplemente poner como comparación una respuesta de Truffaut en una entrevista sobre este mismo tema. Se puede estar o no de acuerdo con lo que comenta Truffaut, pero más allá de eso, es una respuesta que, al contrario que Adrián, no entra en lugares comunes y generalidades, sino que, al margen de la opinión que tienes, aprendes. Y eso que es la respuesta a una pregunta, no un artículo supuestamente meditado.
" ¿Por qué los grandes directores son los que empezaron entre 1920 y 1930? Cualquiera que sea nuestra opinión sobre El tigre de Esnapur, La condesa de Hong-Kong, Le caporal épinglé, Red Line 7000, mirándolas tenemos la certeza de que ninguna de estas películas podría haber sido rodada (en la forma en que lo ha sido) por alguien que hubiera debutado después de 1930. Habría que analizar este fenómeno, pero no es nada fácil. Se podría pensar que todos los realizadores que empezaron diez o quince años antes de la llegada del sonoro resolvieron problemas tan difíciles en la época del mudo, que ya nada podía asustarles y que estaban seguros de poder salir airosos de cualquier situación. La ausencia de dudas y angustia en las películas de Ford y Hawks es sorprendente. No es suficiente decir que los directores de la época del mudo estaban acostumbrados a contar las cosas visualmente; habría que enumerar, en cambio, todas las ocasiones en las que, enfrentándose a un problema, decidieron adoptar la solución más radical.
Cualquier director nacido con el cine sonoro, teniendo que rodar El tigre de Esnapur, se diría: «Bien, intentaré solucionarlo con primeros planos y movimientos de cámara» para evitar el peligro del ridículo. Fritz Lang, sin embargo, asume totalmente la ingenuidad del guión. Resuelve las escenas con planos generales y el resultado no es nunca ridículo. En La condesa de Hong-Kong lo sorprendente es la organización del decorado, concebido para evitar los tiempos muertos y el empleo de una puesta en escena muy fragmentada, pero lateral, como en el Charlot de 1913. Los cambios en la colocación de la cámara para filmar planos fijos se realizan de derecha a izquierda y de adelante a atrás, pero jamás en diagonal, y el resultado es genial por su limpieza, precisión y dinamismo. En el trabajo de los realizadores que empezaron con el cine mudo hay algo decisivo que se ha perdido irremediablemente después"
Perdonad por la extensión.
Besos.
luissss
Cuando se hacen breves análisis o artículos como éste, sobre qué periodo es mejor o peor, más o menos importante... no puedo hacer otra cosa que recurrir al manido tópico de los gustos y los colores. Si a Adrián la etapa que más le interesa es ésta porque cree que el cine se renueva y entra a forma parte de la intelectualidad, incluso al nivel de la literatura, bla, bla, bla... pues qué se le va a hacer. No creo que haya nada de malo en ello. Ahora bien, creo que este blog no es el lugar idóneo para entrar en este tipo de debates, ya que la gran mayoría de los que participamos en el blog no somos expertos ni cineastas, por lo que no tenemos los suficientes conocimientos como para entrar a discernir cuál es el periodo más importante de la historia del cine desde puntos de vista más teóricos.
Ya desde un punto de vista cinéfilo, si te vuelve loco el cine americano clásico pues seguramente dirás que como los 40 o 50 nada de nada. Y si eres un fanático del cine mudo pues entonces elegirás los veinte con seguridad. Siempre digo que mi década favorita es los 70. ¿Por qué? Por diversas razones, casi todas ellas personales y relacionadas con mis preferencias cinematográficas. No digo que sea la mejor, sino MI mejor.
Saludos.
brokenmachine86
Ya sé que odias a Kubrick, pero para mi es infaltable nombrar "2001 Odisea en el Espacio", película con que el título "obra maestra" suena a poco, la mejor obra cinematográfica de su década y una de las más influyentes de la historia, en mi humilde y subjetiva opinión.
H_P_Sierra
No estoy completamente de acuerdo con el texto, pero me parece muy interesante, opiniones tan personales y audaces como esta, que demuestran que quien las escribe no se ha limitado a seguir las pautas y la corriente y que ha cuestionado (y pormenorizadamente) todo lo establecido, son siempre muy de agradecer; aunque también reconozco que cuando te pones a contradecir con tanta ligereza cosas que llevan asentadas mucho tiempo me pones un poco nervioso.
En cualquier caso, yo también considero a los setenta la cumbre del cine, aunque sin desmerecer a décadas anteriores, y más o menos el momento en el que el séptimo arte estuvo llendo exactamente por el camino que debía. El problema es que todas las conquistas que se hicieron durante aquellos años se fueron al garete muy pronto, y con el tiempo han resultado más perjudiciales que beneficiosas. Me explico: al igual que con la llegada del sonoro -antes de cuya invención todos los cineastas, desde los más brillantes hasta los más patanes, tenían que esforzarse para narrar sus historias de una forma puramente cinematográfica- los directores se entregaron a facilidades, despreocupándose por la imagen (¡y el sonido!) y recurriendo a la palabra, herramienta de la literatura y no del cine, mientras que muy pocos supieron sacarle al invento, de posibilidades infinitas, todo el partido; algo parecido ocurrió tras los setenta, cuando una vez más no todos recorrieron los nuevos caminos de la manera correcta, y en lugar de aprovechar el triunfo sobre la censura y las convenciones para indagar en horizontes cinematográficos inexplorados, en muchos casos lo que ocurrió fue la exterminación de la sugerencia, de la magia, y empezó a extenderse la mediocridad, la chabacanería y el vacío absoluto, en cuya exquisita degustación tan bien estamos educados los espectadores más jóvenes. Y esto hasta el punto de que la mayoría de las películas de hoy en día que van de rompedoras son pura mojigatería (temática y artísticamente) en comparación con algunas de décadas pasadas. Grandes siempre ha habido, ahora y hace cien años, gente que a pesar de todo lo anterior sabía o intuía de qué iba esto del cine y han participado en su crecimiento y maduración. Desde Griffith hasta Thomas Anderson, y eso sin contar a todos los que estén por llegar. El problema es que los grandes escasean, ahora más que nunca, pero el grueso del mundo cinematográfico lo integran ineptos o caraduras a los que el cine es lo que menos les importa, y que se han servido de cada revolución que debería haber impulsado al cine para perpetrar sus bodrios y llenarse los bolsillos con más facilidad.
Esta es mi opinión, la de alguien que ha visto muchas menos películas que Adrián y que no conoce tan en profundidad la historia del cine como él. Perdón por el tocho y por desviarme un poco del tema.
antonio.clementemari
Adrian, soy raro. Me aburren tus post. saludos
marat
Me da exactamente igual cual fué la época cumbre del cine,o cual fué la decadencia del mismo,debe ser importante para la gente que quiera escribir un libro sobre ello o dedicar al cine,como no estoy entre ellos: gustándome la película me basta,y me han gustado películas de todas las épocas,y he visto bodrios de todas las épocas.
filmman
Después de todo lo escrito, solo quiero añadir que para mi la época entre 1960 y 1970 no es la cumbre del cine, es importante como otras. Creo que decir que es la cumbre, es como dar a entender que después de 1970 ya 'no hay nada'. Creo también que precisamente entre los 70 y los 80 hubo una revolución total en muchos ámbitos, de muchos esquemas anteriores establecidos, que se vio reflejada a partir de los 80.
Un saludo.
jozete
Un buen post, discutible pero un buen post. Y respondiendo a luisss este blog es idóneo para este tipo de entradas.
misterlombreeze
Reconozco el mérito que tiene el creador inquieto que busca y abre nuevos caminos en cualquier Arte y, en ese sentido, entiendo tu postura. Pero es la visión de un historiador de cine. Creo que el espectador medio que compare las películas y autores que mencionas con trabajos como Lawrence de Arabia, 2001, El hombre que mató a Liberty Valance, El Apartamento, Grupo Salvaje, Bonnie and Clyde, West Side Story, El Buscavidas, Los Pájaros, y unas cuantas decenas de títulos más con los que no voy a aburrir, se decantará por estos últimos y su elección no creo que pueda calificarse de analfabeta.
Personalmente opino que el chauvinismo francés ha sobrevalorado la nouvelle vaugue (soy más fan del neorrealismo italiano) y que en el Arte de posguerra, en general, se buscó un distanciamiento deliberado del gran público, del vulgo (algo que hubiera horripilado a Mozart o a Beethoven). A veces se subestima y se mira con despectiva condescencia a la gran masa a la que se tacha de ignorante porque se aburre viendo p.e. cine de Bergman. Puede que no lo entienda o puede, simplemente, que a la gente no nos interesen tanto las angustias existenciales de la clase burguesa sueca como parece interesar a los críticos.
Robinson Molina
Bueno no acribillemos a Massanet que tiene sus posts y este como que no es de los mejores; En lo personal no sé tanto sobre cine como para afirmar o negar lo que dice Massanet sin embargo tampoco concuerdo con que se lo trate mal solo por indicar un pensamiento que todos quieren tener la razón y en muchas cosas especialmente en el arte es muy difícil comparar criterios. Igual respeto a Abuín pero como que aquí se pasó un poco.
Herodoto
Adrián, dejando a un lado lo de que todas las opiniones son igual de respetables, pero, ¿"Sanjuro" la plenitud de la trayectoria de Kurosawa y una de sus obras más personales y completas?. Soy un fanático de "Yojimbo" así que ahí no puedo ser objetivo, pero diría que el emperador del cine japonés tiene películas muy superiores tanto antes cómo después de esa en concreto que mencionas. Saludos.
Claudio Ruiz Muriel
Hombre, no soy experto en cine ni mucho menos, pero me da que, como en cualquier arte, no se puede decir que una época fue mejor que otra. Es como decir que la música del XVIII era mejor que la del XIV. De hecho creo que es un error.
pablo.vazquezpereiro
No estoy de acuerdo con este articulo, para nada de acuerdo. Supongo que todavia algunos vemos ese cine de los 30, 40 y 50 con cierto misticismo. Es cierto que mencionas la caida de las mayors como uno de los factores que permitió algo más de variedad, así como la llegada de la TV a los hogares de los americanos, y citas muy por encima algunos directores europeos. Si he de ser sincero, si quieres que me crea que el cine de los 60 y 70 es "mejor" que el anterior o posterior tienes que darme algo más que unas pocas lineas en un blog.
A mi me parece que te olvidaste por completo de los actores. Me parece que a dia de hoy le hemos perdido el respeto a las viejas glorias de Hollywood tipo Lauren Bacall, Gary Grant, Bogart o anteriores como Errol Flyn, por ejemplo.
Lo que cambió a partir de los 50 - en mi modesta opinión - fue la forma de hacer cine. En parte a las razones que mencionas en tu articulo. Y no me refiero a la artesania únicamente, sino también al control creativo. Antes el que mandaba era el productor... desde los '60 el director se convierte en el tipo que corta la tarta. Tal vez se le da más importancia a los guiones, o mejor dicho, a la figura del guionista (el tipo más desprestigiado de Hollywood). Tambien coincide que hay una renovación del estrellato de actores: las viejas glorias son viejas, nunca mejor dicho. Y también se produce un gran cambio en la sociedad americana y mundial... James Dean, los Beatles, etc. Otra forma de hacer las cosas, otra forma de hacer cine. Lo que no quiere decir mejor.
portegas
Alguien volo sobre el nide del cuco (75), La naranja mecanica (71), El ángel exterminador (62), solo por esas tres ya estoy completamente de acuerdo pero todavia quedan muchas más.
Carmen
Parece que el cine americano siempre tiene que marcar el baremo para evaluar las películas. La factura es una cosa y el contenido otra. Los efectos especiales, a los que tan aficionados son los americanos, tienen que estar al servicio de una historia y cuando se les concede un excesivo protagonismo, porque venden, el resultado es una saturación.
La forma en que el cine europeo o el oriental cuenta las historias me gusta más que la forma de hacerlo de los americanos. ¿Por qué el americano ha de tomarse como modelo?. Personalmente elijo el cine que me hace reflexionar, que novela, que hace volar la imaginación, que toca el corazón. Me gusta cine que se esfuerza en dibujar bien los personajes psicológicamente.
Como hay películas para todos los gustos pienso que resulta inútil intentar hacer una lista con la que todos estemos de acuerdo, porque cada uno valoraremos parámetros distintos. La última película que me ha sorprendido: "La vida de los otros".
ALBERTO
Desde luego que en el cine hubo un antes y un después de la década de los setenta, década en la que el séptimo arte transitó del clasicismo a la modernidad. Y en esos años jugaron un papel clave grandes Directores que se opusieron al que había sido hasta entonces el mandato incontestable de las Productoras y grandes Estudios. Directores como Spielberg, Coppola, Scorsese, Lucas,De Palma, etc.
187939
Jojojojojojojojo...
Zach Triunff
Vaya estupidez Adrián. Con todo el cariño te lo digo. ¡Vaya gilipollez!
josemanuelblanco
Me he quedado con la boca abierta. Llevas mucha razón. Esto es casi como una miniclase de Historia del Cine.
Juan E. Trujillo
Ahora en serio, ¿que hierba te fumas Adrián?, es de la mala. La cumbre del cine fueron los 80´s y los 90´s. Ni te digo por cuales películas, y eso que me gusta el cine de la vieja guardia, pero decir en los 60 el cine estaba en la cima, es como negar la madre.