Después de unos cuantos años en los que los Óscar han intentado buscar su fórmula perfecta y reinventar la rueda, parece que en 2023 han dado, por fin, con la tecla correcta: volver a lo básico. Un monólogo, un presentador, canciones, premios, In memoriam, cuatro chistes y a casa. Todo lo demás es superfluo. Y lo mejor es que han arañado una hora a la larguísima gala del año pasado sin dejar nunca de tener un buen ritmo ni negar los momentazos que todos hemos venido a ver.
Más allá del sopapo de Will Smith en 2022, ¿qué recordáis de la gala? Ni la victoria de Troy Kotsur por 'CODA' fue capaz de quedarse en la memoria del público. Este año ha sido el de la victoria de los raritos y los marginados: Brendan Fraser, Ke Huy Quan, los Daniels, Jamie Lee Curtis, Guillermo del Toro. Todos han contado discursos fantásticos, han dado los momentazos que tanto necesitaban los Óscar y han encumbrado a A24 como el clavo ardiendo de originalidad al que Hollywood intenta agarrarse.
Toque de Kimmel, chupito de absenta
Hay que reconocer que la alfombra roja no ha empezado todo lo bien que debiera, con unos presentadores un poco liados (ojo a la entrevistadora preguntando a Hugh Grant por 'Glass onion', que contestó con un "Solo salgo dos segundos" con cierta flema británica), pero la llegada de Jimmy Kimmel consiguió devolver los Óscar a una normalidad prepandémica en estilo y forma gracias a un monólogo donde recibió todo el mundo.
Steven Spielberg, que se fue de vacío, encima tuvo que aguantar que Kimmel insinuara que no hubo manera de haber hecho 'E.T' sin estar borracho y pidiéndole a Seth Rogen que le diera una seta alucinógena. Junto a él, John Williams, el nominado más mayor de la historia, descubrió que su banda sonora de 'Indiana Jones en busca del arca perdida' es perfecta para tener sexo. Spoiler: efectivamente, lo es.
Por su parte, James Cameron decidió no ir a la ceremonia, lo que le valió chistes variados ("Sabes que una gala es larga cuando ni él mismo la aguanta"; "¿Cómo no nominan al tío que dirigió 'Avatar'? ¿Qué se creen que es, una mujer?"; "En 'Avatar: el sentido del agua' ha hecho lo que más le gusta: ahogar a Kate Winslet"...). Además, bromas dirigidas hacia 'Babylon' y su fracaso, la ausencia de Tom Cruise y, cómo no, referencias al famoso bofetón: "Si alguien comete un acto de violencia le daremos el Oscar a mejor actor y le permitiremos hacer un discurso de 19 minutos. Si pasa algo impredecible o violento durante la gala, sentaos y no hagáis nada. Quizá incluso podéis darle un abrazo al asaltante". Aunque quizá os pille por sorpresa, este año no ha habido un intento de emular a 'Creed III' en el escenario.
Hemos ganado un Óscar
Se hablará durante semanas de la victoria aplastante de 'Todo, a la vez, en todas partes' y de A24 en particular: es la primera vez que la misma productora se lleva todos los premios interpretativos, dirección y película. La única que le ha hecho sombra es, precisamente, la productora que ya se había cansado de hacer promoción porque estaba a otras cosas como intentar sobrevivir: Netflix y 'Sin novedad en el frente'.
El chorreo de premio de los Daniels frente al ninguneo de 'Los Fabelman', 'Elvis' o 'Tár' vienen a remarcar el cambio de identidad de una Academia cada vez más imprevisible que, igual que premió (justamente) 'Parásitos' puede volverse más convencional con cine como 'CODA' o, en este caso, subrayar la necesidad de escuchar a los marginados y los raritos mientras hace un guiño a la generación TikTok. Por supuesto que un gran amante del cine clásico no va a entender qué hacen esos dos locos subidos encima del escenario dando las gracias a sus profesores y dando un discurso a favor de las drag queens. Ni falta que hace. Entre una rutinaria 'Green book' y una película de sentimientos multiversales, tengo muy claro con lo que me quedo.
Pero en 2023 los Óscar no solo han apoyado al nuevo talento, sino que también han hecho justicia histórica con Michelle Yeoh ("No dejéis que nadie os diga que hace tiempo que llegasteis al tope") y Jamie Lee Curtis, que le agradeció el premio a todos, especialmente a los fans del cine de género que la han apoyado durante años: "Este Óscar es vuestro", repitió una y otra vez. De momento vamos a dejar que se lo quede Jamie Lee pero luego nos lo vamos turnando, ¿vale? Por cierto, la que tenía cara de pocos amigos era Angela Bassett, que ya se veía durmiendo al lado de la estatuílla y el cambio de aires le sentó regular.
Los sueños se cumplen
La Academia era perfectamente consciente de que, por mucho papelón que hiciera Brendan Gleeson en 'Almas en pena de Inisherin', ese premio tenía que ser para Ke Huy Quan. Dejarnos sin la llorera garantizada habría sido casi de tener mala educación. El actor de 'Todo, a la vez, en todas partes' ha hecho un repaso de su tortuosa vida y aunque se ha venido muy arriba hablando del sueño americano os confieso que solo con verle la cara ya estaba llorando como al final de 'David el gnomo'.
Tampoco nos podían dejar sin un Brendan Fraser claramente conmovido con un discurso gestionado regular pero en cuya cara se evidenciaba todo lo que no era capaz de expresar: después de que el mundo se olvidara de él, conseguir volver y recibir el máximo galardón posible no entraba en sus quinielas hace apenas un año. ¿No queríamos momentos increíbles? Los Óscar no se han cortado un pelo ni nos han dejado con la miel en los labios en alguna categoría, como si fuera la carta de Reyes de un niño rico. ¿Lo quieres todo? Toma todo (en todas partes).
Ningún premio ha sido decepcionante, desde un Guillermo del Toro venciendo a Disney con 'Pinocho' ("Mantened la animación en la conversación", ha vuelto a repetir) hasta el Óscar como mejor cortometraje para 'An irish goodbye' en el que todo el Dolby Theatre ha arrancado a cantar 'Cumpleaños feliz' a un desconocido, convirtiendo por un momento la seriedad de la gala en un Telepizza repleto de niños de doce años.
Deudas pendientes
Y con "deudas pendientes" no me refiero tan solo al hecho de que después de 95 años aún no haya ganado mejor fotografía ninguna mujer (aunque, todo sea dicho, la de 'Sin novedad en el frente' es espectacular), sino a todos a los que la Academia ha dejado a deber un minutillo de gloria cortando sus discursos. Ha pasado con el premio a maquillaje y peluquería por 'La ballena' o el de cortometraje documental por 'Nuestro bebé elefante'. Poco le ha importado a la productora que no se fuera a escuchar, de todas maneras: ella se ha empeñado en gritarlo aun con el micro apagado y se ha quedado a gustísimo. Como debe ser.
A cambio, los guionistas de la gala han preparado sorpresas maravillosas. Jimmy Kimmel ha aparecido en el escenario con Jenny, la burra de 'Almas en pena de Inisherin' (Colin Farrell nunca ha vuelto a estar tan contento), el número musical de 'Naatu Naatu' ha sido una fiesta maravillosa que ha culminado con un discurso de victoria de 'RRR' en el que se ha hecho una versión de The Carpenters... Y luego ha estado lo del oso vicioso.
Al empezar la noche de hoy no esperaba terminarla escribiendo la frase "un hombre disfrazado de oso cocainómano ha atosigado a la premio Nobel de la Paz hasta que Jimmy Kimmel ha dicho 'Oso vicioso, deja en paz a Malala'", pero la gala ha estado tan repleta de pequeños momentos aquí y allí, sin dejar hueco a los montajes prescindibles o a los homenajes absurdos, que incluso pasándose media hora de largo ha logrado ser icónica, memorable y sin necesidad de sopapos. Por más que el presentador crea que un poquito sí que lo hemos echado de menos (razón no le falta).
Un escroto andante
Es cierto que los presentadores no han podido lucirse tanto, pero queda para el recuerdo el reencuentro de Hugh Grant y Andie MacDowell ("Básicamente yo soy un escroto", ha dicho el británico), además de Elizabeth Banks, con la voz cascada, contestando a las preguntas de su 'Cocaine bear' particular ("Espera a la fiesta de después, como todos los demás"). El desfile de famosos ha sido impresionante y no ha habido ninguno que sobre. ¿Os acordáis que el año pasado apareció en el escenario Tony Hawk sin que nadie entendiera cómo ni por qué? Bueno, pues nada como eso.
Es más, para sustituir a Will Smith, que, por lo que sea, este año no ha aparecido por el escenario, la Academia ha puesto a Halle Berry para dar el relevo a Michelle Yeoh: las dos únicas actrices no caucásicas que se han llevado el galardón a mejor actriz. Puede que haya quien crea que esta es la gala en la que los Óscar se pusieron un gorro e intentaron ser el Señor Burns disfrazado de Jimbo, pero, ¿a quién queremos engañar? Esta es la gala en la que los Óscar se rebelaron contra la imagen que se tiene de ellos. Ya era hora.
Fueron modernos, imprevisibles, locos y satisfactorios, con un punto para la reivindicación (el premio de mejor documental para 'Navalny') y algunas presentaciones realmente originales para explicar las categorías más ignoradas, como fotografía, vestuario (el único premio de 'Black Panther: Wakanda Forever', sacando a Marvel del hoyo) o banda sonora. Además, momentos punteros como la presentación austera de 'Hold my hand', de Lady Gaga, en acústico y con un impecable look "este domingo no tengo ningún plan más que ver la tele", dieron el toque de espectacularidad para los que no disfruten de las locuras de 'RRR' o los Daniels.
No tienes que vivir a la altura de esto
Pero si alguien ha vivido los Óscar más que nadie, esos han sido Daniel Kwan y Daniel Scheinert, que subieron al escenario vestidos a su manera y dando discursos, uno tras otro, hasta que se quedaron sin nada que decir. Dieron las gracias a sus profesores, listándolos uno a uno, a todas las madres del mundo ("Gracias por no destruir mi creatividad") o al hijo de Kwan, al que dedicó algunas de las palabras más sinceras de la noche.
Espero que sepas que no deberías tratar de vivir a la altura de esto. Esto no es normal, es bastante loco, y te querré hagas lo que hagas.
Qué bonito. Entre tanto barullo, las clásicas pullas de Jimmy Kimmel hacia Matt Damon (que en América se celebran y aquí quedan un poco diluidas si no sabes quién es este señor que presenta y por qué se mete con el actor), las lágrimas dedicadas a Chadwick Boseman o las de John Travolta antes del In Memoriam y ese momento en el que parecía que 'Sin novedad en el frente' podía plantar cara a A24 han quedado en segundo plano. Ha sido una gala que no ha tenido sorpresas en el palmarés, más allá del galardón de mejor guion adaptado a 'Ellas hablan', pero al mismo tiempo muy reconfortante, como una madre acariciándote el pelo antes de dormir y diciendo que todo irá bien. Porque el futuro del cine está en buenas manos.
Síndrome del impostor
Imaginad por un momento esa reunión de Marvel con los Daniels donde estos se negaron a rodar la temporada 1 de 'Loki' para centrarse en sus propios proyectos. Imaginad a Kevin Feige pensando en el error que estaban cometiendo esos dos chavales. Y mira ahora. Pero la victoria aplastante de 'Todo, a la vez, en todas partes' es también la muestra de que, más allá de las franquicias y el bombardeo de secuelas, hay un hueco para contar otras historias. Pueden gustar más, pueden gustar menos, te pueden parecer, reducidas al absurdo, "una fumada", pero está claro que esta victoria no es casualidad y demuestra un cambio de visión de una Academia que desafía lo que hasta ahora hemos conocido como "película de Óscar".
Hay una cierta intranquilidad en la victoria de una película tan personal, como si 'Los Fabelman' o 'Almas en pena de Inisherin' se sintieran "más Óscar". Pero, ante la eclosión de la muy inofensiva 'CODA' el año pasado, parece que los votantes se han querido rebelar contra cualquier cosa que pensemos de ellos. ¿No quieres caldo? Pues toma dos tazas. Multiversales, además.
A24, la maestra de las películas de presupuesto medio, de repente ha visto cómo todos los ojos (saltones) de la industria se posan en ella. En su mano (y la del público) está tomar estos premios para sentar ejemplo y plantarse frente a las majors y el cine mainstream mostrando que el futuro no pasa por las historias locas, excesivas y desafiantes, sino por contar las que los autores quieren contar. Si son de aquella manera, adelante. Y si no, también. Sin algoritmos, pruebas de mercado o comités cuestionando cada línea de guion.
Desde la victoria de 'Parásitos' ya empezamos a intuir que el cine había entrado en otro universo impredecible, pero nunca imaginamos, al salir del cine hace casi un año, que hasta los premios más conservadores de la industria acabarían rindiéndose a la evidencia. Esta vez le tocaba a los Daniels ganarlo todo a la vez. En todas partes.
Ver 20 comentarios