El día de San Valentín marcó fue el 30 aniversario de 'El silencio de los corderos' (Silence of the Lambs, 1991), un gran clásico del cine que permanece como la primera y única película de terror ganadora de Óscar a Mejor Película, la última, además, en ganar en las cinco categorías clave y la única de la era moderna en llevarse el gran galardón habiendo sido estrenada más de un año antes de su noche de triunfo.
El éxito de la película también se tradujo en 272 millones de dólares brutos globales con un presupuesto de solo 19 millones de dólares, un resultado muy notable, además teniendo en cuenta que su estudio, Orion, no gastó nada en la campaña de los Óscar, mientras que sus rivales 'La bella y la bestia', 'Bugsy', 'JFK: caso abierto' y 'El príncipe de las mareas' gastaron una buena suma para ganar la carrera.
La novela apestada
Pero mucho antes de que Anthony Hopkins, Jodie Foster, Jonathan Demme y Ted Tally ganaron el prestigio o de que Thomas Harris lograra vender los derechos cinematográficos de su siguiente novela por un récord de casi 10 millones de dólares, y antes de todas las secuelas y series de televisión, 'El silencio de los corderos' era una franquicia en la que ningún estudio quería participar. Dino De Laurentiis había pasado literalmente de ella tras el fracaso de 'Hunter' (Manhunter, 1986), la cada vez más valorada adaptación de 'El dragón rojo' de Michael Mann.
El libro de Thomas Harris se presentaba como la segunda entrega de la (futura) cuadriología de Hannibal Lecter de Thomas Harris. 'El silencio de los inocentes' (1988), era la secuela de la historia que, luego sí, volvería a adaptar De Laurentiis en la sosa película de Brett Ratner, protagonizada por Edward Norton y Ralph Fiennes ya junto al Lecter de Hopkins. Aunque en 1989 nadie quería hacer un film tan dentro de la perspectiva del asesino en serie tras el fracaso de 'Hunter', Gene Hackman llamó a su amigo, Arthur Krim de Orion, y compraron juntos el texto, como socios al 50%.
Gene quería dirigir e interpretar a Lecter, pero su hija leyó el libro, llamó a su padre y le dijo: "Papá, no vas a hacer esta película". Hackman había tenido problemas al ver sus escenas de violencia en 'Arde Mississippi' en la gala de los Óscar y no quería seguir adentrándose en esa imagen. Todos rehuían de ella, pero algo había cambiado, la trasformación del género pasó por el culto a filmes como 'Henry, retrato de un asesino' (1986) y los 80 habían perdido la inocencia con casos como el de Jeffrey Dahmer. La confianza de Orion la acabó llevando a estar proyectándose en cines durante unos cinco meses, siendo número uno seis semanas seguidas.
Un casting tocado por la fortuna
Gran parte de el éxito de 'El silencio de los corderos' se debe a su atinado casting. En un principio, Jonathan Demme quería a Michelle Pfeiffer, tras su trabajo en común en 'Casada con todos' (Marries to the Mob, 1988) e inicialmente la actriz jugó con la idea antes de rechazarla, preocupada de que la película fuera demasiado violenta. Pero Jodie Foster estaba en el punto de mira, acababa de ganar un Óscar, tenía la edad e inteligencia adecuada para hacerse con el personaje.
Para seguir los pasos de la excelente interpretación de Brian Cox en 'Hunter', se llegaron a barajar nombres como Dustin Hoffman, Morgan Freeman o incluso Sean Connery. Pero el nombre de Anthony Hopkins circulaba tras su aparición en los escenarios en 'Equus'. La película de William Goldman, 'Magic' (1978) indicaba que podía resultar perturbador, pero lo que convenció para verle como Dr. Lecter fue su interpretación como médico en 'El hombre elefante' (The Elephant Man, 1980), ya que lo veían muy creíble y el motor del personaje en pantalla sería el de un buen profesional que se ha vuelto malvado.
Otro acierto fue el actor para dar vida a Jame Gumb, el Buffalo Bill de Ted Levine, el verdadero villano del film y un psicópata absolutamente aterrador. Una voz profunda, cosiendo desnudo una prenda de piel femenina, dio cara y forma al asesino de la puerta de al lado, un Norman Bates de los noventa que sigue con la inspiración de Ed Gein como artífice de las pesadillas del American Gothic. La película tendría una reexaminación áspera por su "representación" de los transexuales que los propios creadores han afrontado más adelante.
¿Un personaje transfóbico?
La controversia por la representación de la comunidad transexual en la película no es algo nuevo, ni propio de la cultura de la cancelación reciente, el efecto ya impactaba en 1991 y el propio Jonathan Demme lo temía (no olvidemos el impacto de su film 'Philadelphia' (1993) poco después), pero era consciente. Lo cierto es que **en cortes previos del film se dejaba claro que Gumb no era transgénero,****** pero fueron editadas por cuestión de ritmo. Levine, por su parte, insiste que él nunca vio a su protagonista como un hombre Gay:
"La gente realmente se lo tomó en serio y se ofendió por ello. He hablado con personas cuyos sentimientos se sintieron heridos por la caracterización que hice, y me disculpo por eso. Yo no concibo a Bill como un Gay. Él juega con estas ideas y prueba con un montón de personajes, y simplemente se enganchó con la idea de vestirse con piel de mujer. Quiere el poder que percibe que una mujer posee. Te quiero, así que te tendré. Te tendré completamente, te desollaré y me arrastraré dentro de ti".
La mejor cita para ilustrar esto proviene del propio Hannibal. El médico responde a Starling descartando rotundamente la idea de Buffalo Bill, como un transexual:
"Billy no es un transexual real. Pero él cree que lo es. Intenta serlo. Ha tratado de ser muchas cosas".
Esta interpretación del personaje de Jame Gumb puede tener más o menos base, pero lo cierto es que dentro de la comunidad LGTBI responden a un cúmulo de ideas representadas a lo largo de la historia que generan una imagen estigmatizante, por lo que es fácil que se rechace la visión más reflexiva del personaje, aunque esta nueva percepción se ha convertido en una plaga ensuciando el legado del clásico. Jodie Foster, ella misma lesbiana, tiene una opinión que debería ser también considerada:
"Nuestra película se mete en el saco de 'Instinto Básico', donde algunos de los grupos más activistas realmente sintieron que retrataba a un personaje gay como psicópata, y que el público se confundiría al creer que si eras gay o transgénero, eso debe significar que eres un asesino en serie. Creo que este ángulo ha desaparecido del legado de la película porque, en una inspección más profunda, creo que la gente realmente se da cuenta de que fue una lectura muy superficial."
Las palabras de Foster hablan de cómo se tiende a reducir muchos elementos culturales a elementos particulares de un ámbito social, sin analizar cómo funcionan en el aparato completo del film. Jame Gumb puede verse como un ataque a la homosexualidad y el transgénero, pero también pude verse como una variacíon perversa de lós hábitos del patriarcado. Basta una lectura más profunda para revelar a Gumb como un individuo perturbado que ve superficialmente la identidad sexual y de género para transformarse a sí mismo. Es un personaje complejo que juega dentro de una historia moral más grande en todo el film, la una de una mujer caza a un hombre malvado que convierte a las mujeres en objetos que puede conservar como mariposas.
Terror o no terror, esa es la cuestión
Cuando una obra se rodea de premiso y prestigio siempre empiezan a aparecer las primeras voces que afirman, confirman y resuelven que esa película no es de terror porque "es un thriller", "es un drama" o "es cualquier otra cosa menos terror", porque siempre ha habido miedo de que el género "devalúe" el estatus. El debate sobre si 'El silencio de los corderos' lo es o no empezó desde antes del estreno, cuando Orion no dejó que Fangoria cubriera el film para evitar que esto hiciera mella en su carrera por los Óscar. Y lo cierto es que funcionó.
El clasismo de los Óscar se extiende a todo lo fantástico, pero en el caso del film de Demme, se perpetúa en el tiempo el prejuicio subyacente cuando una película demasiado buena para ser clasificada en el género. Sin embargo, vista fríamente, es difícil plantearse que esto llegue a generar dudas. Para ello, lo mejor es retomar las palabras de Johnathan Demme, que recordaba para Deadline en el 25 aniversario del film si consideraba 'El silencio de los corderos' de terror:
¡Dios mío, sí!. Sabía que podía dar miedo como el infierno. Me di cuenta de la verdad de fondo sobre hacer 'Silence of the Lambs', algo que sentí cuando leí ese libro. Pensé que esta podría ser la película más aterradora de la historia y yo quería hacer esa película. Quería hacer algo tan escalofriante como 'Psicosis'. Simplemente no la veía como una película gore, una película sangrienta o una película de locos. Era la historia de esta joven.
De hecho, no extraña la afinidad de Demme hacia el horror, ya que era discípulo del rey de la serie B Roger Corman******, por lo que le convirtió en el director del FBI en su película. Además, como rodaba en Pittsburgh, también **enfrentó al mismísimo padre de los zombies modernos, George A. Romero con Hannibal en la escena en la que varios agentes sacan a Scully de la nueva celda en la que le han trasladado.
Hay una diferencia entre la capacidad de crear incomodidad y perturbar que los sustos o la sangre. En 'El silencio de los corderos' la violencia suele estar implícita. Por ejemplo, cuando Chilton le muestra al personaje de Clarice Starling una imagen de una enfermera que fue atacada por Lecter, no vemos la cara dañada. No vemos la fotografía. Solo vemos la reacción de Jodie Foster. Ese enfoque es deliberado y consistente a lo largo de toda la película y no aparece por no querer ser de género, sino por la impresión de cierto clásico en Demme:
"Recuerdo por qué 'La matanza de Texas' fue una película tan aterradora, el ambiente, los personajes y una situación con una mujer joven, por cierto, en medio de esta pesadilla. Sí, está toda esa mierda loca con el abuelo recibiendo esa pequeña dosis de sangre, bebiendo la sangre en la mesa de la cena, pero casi todo lo demás estaba implícito. En 'El silencio' Kristi Zea (NdT: diseñadora de producción) trajo mucho arte de Francis Bacon.
"La visualización del oficial eviscerado colgando es un diseño directo de Francis Bacon. Cuando Kristi nos mostró el boceto, fue como si lo entendiéramos. Será asombroso ver esto, pero no es tan horrendo para no querer verlo o salir corriendo del cine. Me asustan las pinturas de Francis Bacon, y no puedo decir exactamente por qué. Son realmente inquietantes. En el plano quedaba un poco del arcángel, un poco de la mariposa".
"Quid pro Quo"
La complicada relación entre Hannibal y Clarice fue desarrollada como una especie de historia de amor perversa. Hay un matiz sexual apagado en su relación que siempre ha resultado tabú. Ella le excita, no está acostumbrado a encontrarse con alguien con un espíritu tan puro y al mismo tiempo tan inteligente y dañada. Su presencia es lo más entretenido que le ha pasado en mucho tiempo en su confinamiento severo. La ve como una Madonna pura y él mismo se ve como el cordero que lleva en los brazos en su dibujo.
Para Starling, su enfrentamiento con Lecter es un rito de paso, casi como encontrarse con el padrastro oscuro en un cuento de hadas, también ve como un padrastro bueno a Crawford en el FBI, formando una especie de triángulo en el que tiene que demostrar su validez. Lecter se involucra en un caso activo de una manera manipuladora y es capaz de romper las barreras hasta entablar una pequeña pero muy intensa relación, un juego de ajedrez mental entre ambos que no se había visto así en el mundo del cine.
Lecter sigue un modelo de las películas de terror clásicas, una mezcla entre Drácula, con su acento centroeuropeo y poder de seducción, y Sherlock Holmes, un villano que amamos odiar (y temer). Lo interesante es que Hopkins solo aparece en la película durante 16 minutos. Su figura planea por todo el film como una caja de pandora sin abrir, llena de contenidos indescriptibles, una amenaza silenciosa que da miedo por lo que imaginamos de qué es (o ha sido) capaz gracias frases como:
"Una vez, uno del censo quiso hacerme una encuesta. Me comí su hígado con algunas habas y un buen chianti… flp, flp, flp".
Si Hannibal es uno de los villanos más icónicos del cine moderno, con Clarice Starling, Foster dibujó a una heroína pionera que, frente a una fortaleza innata, también es vulnerable y, por lo tanto, humana. Lecter la despista señalando su "buen bolso y sus zapatos baratos", para tratar de humillarla por su origen, pero ella descubre que su debilidad es su propia vanidad intelectual.
Un personaje femenino fuerte pero sin sobrecompensar, real y central, que llevó al nacimiento directo de Scully de 'Expediente X' y abrió el camino a muchos otros personajes del género policiaco cuya esencia puede recorrerse hasta 'Sicario' (2016), aunque no olvidemos que antes de Starling ya existía 'Acero Azul' (Blue Steel, 1989) de la directora de 'Zero Dark Thirty' (2012).
Asesinos y cazadores de mentes
Si Thomas Harris basó la relación de Lecter con Graham y Clarice Starling en la del criminólogo Robert Keppel y el asesino en serie Ted Bundy, quien le ayudó a investigar los asesinatos del Green River Killer, la adaptación de su libro llega a influir a la serie que traslada las peripecias con asesinos reales de este. 'Mindhunter' (2018-) de Netflix, con una sonoridad similar a 'Manhunter' parece la serie basada en el universo desarrollado por Demme, y es que los asesinos reales también fueron un punto clave en la creación del film.
Además de Ed Gein, Buffalo Bill también fue inspirado en parte por Ted Bundy, que usaba su mano escayolada como cebo para secuestrar chicas jóvenes en su furgoneta. Además, también usa tácticas similares a Gary Heidnik, que guardaba a sus secuestradas en un pozo de su sótano. La inspiración para el canibalismo de Lecter fue el asesino Albert Fish, pero Harris confesó que tuvo la primera idea del personaje al entrevistar al "Dr. Salazar", apodo para Alfredo Balli, un médico que descuartizó a su amante en Monterrey, México.
'El Exorcista III' (1990) tenía una gran parte de su metraje dedicado a los careos de policía-asesino en una celda aislada, no muy distinto a los de Hannibal y Clarice de un año después en 'El silencio de los corderos', que tomaba nota de su luz oscura, para crear su tono frío e inquietante. También el macabro hábito de los asesinos de dejar pistas improbables en sus muertos y el uso de Hannibal de la crucifixión, presentada casi como una lúgubre estampa sobrenatural, coinciden con obsesiones del asesino del film de terror, que a su vez sirvió de referente para una de las mayores consecuencias del éxito del film de Demme. 'Seven' (1995) de David Fincher.
El legado de los corderos
El éxito de 'El silencio de los corderos' provocó tal terremoto en el thriller que surgieron decenas de imitaciones y exploits, uno de ellos incluso recuperaba a Scott Glenn convirtiéndole en su gran protagonista, 'Huellas criminales' (Slaughter of the Innocents, 1993), que se adelantaba un par de años en aplicar los matices religiosos que serían la huella dactilar de 'Seven', otra gran obra maestra del género que, inspirándose en el film de Demme (y el de Peter Blatty), a su vez, provocó otra ola de inspiración comercial a la que debemos también 'Zodiac' (2007) y la mentada serie de Netflix.
Películas como 'Resurrection' (1999), 'El coleccionista de Amantes' (Kiss the Girls,1997), 'El coleccionista de huesos' e incluso la francesa 'Los ríos de color púrpura' (Les Rivières pourpres, 2000) o 'Saw' (2004) le deben algo al film. Sin embargo, **Thomas Harris nunca la vio por que tenía miedo de que la gran actuación de Hopkins alejara al personaje de su imaginación y no pudiera volver a escribirlo igual******. Algo que hizo, alargando la franquicia con una secuela directa, 'Hannibal' (2001) y la maltratada precuela, esa mezcla pulp gore de 'Batman Begins' (2005) y la serie 'Hunters' que es 'Hannibal: el origen del mal' (Hannibal Rising, 2007).
Tras una estupenda serie centrada en 'Hannibal', que repasa algunos de los greatest hits del doctor desde una perspectiva hiperestilizada y macabra, la franquicia ha vuelto a la televisión con la anémica 'Clarice' (2021), una serie procedural del montón, que puede equipararse a 'C.S.I' que aunque quiere adoptar algunos matices visuales del film de Demme funciona más en la línea de las serie de canal por cable. De cualquier manera, que 30 años más tarde se siga pidiendo una revisión televisiva de Bryan Fuller del film original habla bastante de su huella indeleble en la cultura popular, y de las carencias de la industria para haber llenado satisfactoriamente su hueco.
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