La adaptación al cine de ‘Venom’ funcionó bastante bien entre el público y su llegada a Netflix hace que el interés en la misma siga activo, gracias a la popularidad del cine de superhéroes y el branding infalible del personaje. Sin embargo, pese a su diseño superior a su primera aparición en el cine, en la inefable ‘Spider-Man 3’ (2007) la película es un desastre de CGI sin filtro, humor sin gracia y desorientación de tono completa.
No sabe si quiere ser una visión edgy del cine de superhéroes, un film de terror clásico o un sucedáneo de Marvel rodado como un videoclip de nu-metal de 2002. Probablemente solo triunfa en lo tercero, ya que su propuesta visual, montaje y puesta en escena huele a padre oficinista que se pone la chupa de cuero algún sábado para salir con los viejos colegas de su etapa canalla. Por lo demás, es demasiado pulcra para tener que ver con el terror y demasiado atolondrada para desafiar el concepto de cine de superhéroes juvenil.
La presencia de Tom Hardy, más que un bálsamo, es un manchurrón en la carrera del actor y la idea del simbionte desaprovecha muchas posibilidades de hacer algo más intenso. Como muchos enemigos de Spider-man, Venom tiene una línea trágica digna de monstruos clásicos, un hombre cuya relación con un simbionte da rienda a su lado oscuro que apareció completamente en ‘The Amazing Spider-Man’ 300 (1988), tras haber hecho aparición el traje cuatro años antes.
Lo curioso es que, al mismo tiempo, en Japón aparecía una serie de manga escrita e ilustrada por Hitoshi Iwaaki publicada de 1988 a 1995. Tras una adaptación al anime, ‘Parasyte’ fue adaptado como dos películas live action por los estudios Tōhō y Robot Communications, en 2014 y 2015. ¿De qué trataba ‘Parasyte’? pues de un grupo de parásitos extraterrestres que llega a la tierra y empieza a invadir cuerpos humanos en un estilo de invasión de los ultracuerpos que conecta con la trama de la película del personaje de Marvel.
Body horror, ultracuerpos y luchas a muerte
Uno de los huéspedes es un adolescente de diecisiete años llamado Shin'ichi Izumi, al que uno de los parásitos trata de metérsele por la oreja sin éxito así que al tratar de meterse por su mano queda atrapado, limitando su infección en el brazo del chaval y creando una anomalía en el proceso, ambos conserven intelecto y personalidad autónomos, pese a estar “fundidos”. El argumento del cómic pasa de la convivencia a los encuentros con otros parásitos, con los que luchan mientras Shin’ichi trata de evitar que se coman más humanos.
En sus tres encarnaciones, ‘Parasyte’ es un entretenido pastiche de terror, ciencia ficción y superhéroes con una surrealista creatividad a la hora de presentar las deformidades de la carne de los infectados por el parásito, como si fuera, en pocas palabras una versión de aventuras de ‘La cosa’ (The Thing’, 1982) y sus originales formas de modificar la carne en diversos usos del body horror que incluyen cabezas dentadas devoradoras y extremidades que se convierten en armas cortantes.
El avance los FX digitales consiguieron que el film tuviera un catálogo de monstruosidades grotescas y gore sorprendente, pero lo que llama la atención es el paralelismo con la idea de ‘Venom’ como película de criaturas que luchan entre ellas con la habilidad de modificar sus excrecencias al gusto conforme la mente del huésped lo imagina. No son pocas las voces que comentaron los sospechosos parecidos de el film de Sony y el anime o su live action, pero no vamos a entrar en lo que una pudiera o no haber "robado" de la otra, sino de lo que debería haber aprendido de ella.
Los conflictos morales de 'Parasyte' y 'Venom'
‘Venom’ podría tomar algunas notas para la secuela, que, seguro que en manos de Andy Serkis logra algo más interesante que Ruben Fleischer , sugiero que se presenten a la serie de manga y anime llamada Parasyte para inspirarse. Para empezar, los antagonistas de ‘Parasyte’ son claros, pueden poseer y devorar a los habitantes y dan miedo. Esto les da un peso más importante personajes en lugar de solo herramientas en los planes del laboratorio de experimentación y otros ángulos implícitos que restan intensidad al peligro real de ‘Venom’.
Pero el corazón de ambos filmes es la dinámica entre los parásitos y sus huéspedes. En el caso de ‘Venom’ no se nos aclara del todo hasta que punto Eddie Brock es responsable de las acciones homicidas del monstruo. Si es él quien decide comerse a la gente es el simbionte quien está a cargo todo el tiempo. Hay una dispersión en el conflicto y Tom Hardy se dedica a hacer chistes malos y ser un tío torpe y mediocre de principio a fin, ni hay un solo dilema moral ni parece tener un lado oscuro al que deja rienda suelta cuando está “poseído”. Juega sobre seguro haciendo el desarrollo del personaje poco excitante, aburrido.
Shinichi cambia por culpa del invasor, tiene varios monólogos internos consigo mismo durante sus peleas con otros parásitos, que en el live action se traducen en una transición traumática y progresiva a héroe por accidente. No hay un remordimiento por nada, pero mantiene su conciencia y logra doblegar la de su invitado cuando Shinichi es herido por otro parásito, fusionando las emociones en lugar de la lógica, y convirtiendo y trasformando a Migi, el alien, con conversaciones y discusiones interesantes, no con cambios de última hora por conveniencia del guion, como el caso de ‘Venom’.
Un trepidante híbrido de terror, ciencia ficción y acción
‘Parasyte’ se atreve a explorar el lado amoral del monstruo, que pasa de ser un peligro a verse como una entidad viva que hace lo necesario para sobrevivir, con lo que se cuestiona incluso si la moral de los parásitos que matan a humanos son peores que los humanos que matan a sus propios congéneres y a muchas otras especies para comer, planteando un interesante ángulo inesperado en una ficción de estas características. No es que estas decisiones la hagan mejor que ‘Venom’ necesariamente, pero sí que el film de Sony carece de cualquier ángulo reflexivo más allá de la máxima “wow, ser malo mola”.
Y luego está la acción, la integración de los efectos, los diseños de la carne tomando formas, abriéndose como flores, utilizando imaginería surrealista con ojos donde no deberían y una impredecibilidad de formas que hacen de las escenas de acción una caja de sorpresas para fans del terror más cárnico. En ‘Venom’ hubo un vuelco para rebajar la calificación R y reajustar el tono para tratar de ajustarse a los fans de Marvel más pequeños. El resultado es un tono juvenil a medias, dirigido en principio a esos adolescentes que pasan horas consumiendo en su casa animes violentos como ‘Parasyte: the Maxim’.
‘Venom’ no acabó de calar ni con los adultos nostálgicos del personaje a los que va dirigido, ni a los fans de ‘Spider-Man’ que han entrado al ruedo con Tom Holland ni a los posibles aficionados al terror y al gore a los que quisieron atraer cuando vieron que ‘Deadpool’ se convertía en el film para adultos más taquillero de la historia. Al menos nos queda ‘Parasyte’, una épica adaptación en dos partes que, sin llegar a alcanzar el potencial del anime, resulta una visión única y transversal de lo que debe ser un cine de superhéroes para adultos.
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