La serie de 'Harry Potter' es una mala idea (ahora mismo): por qué creo que Warner tiene poco que ganar y mucho que perder con la readaptación de la saga de J.K. Rowling

Hace unas horas saltaba la noticia de que Warner está cerrando los últimos detalles del acuerdo para hacer una serie de televisión de 'Harry Potter' que volverá a contar la historia de los siete libros escritos por J. K. Rowling. Un movimiento que encaja de lleno con la necesidad del estudio de revitalizar sagas de éxito -ahí tenemos el reciente anuncio de nuevas películas de 'El señor de los anillos'- pero con el que seguramente tenga mucho más que perder que ganar.

Por mi parte, tengo claro que la serie de Harry Potter en los términos que se están filtrando sería un error. El primer elemento en su contra es que la saga protagonizada por Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint sigue siendo universalmente amada, por lo que los cinéfilos vuelven a ella cada cierto tiempo. Ahí parece claro que los fans acudirían en masa a una posible secuela con el trío original, pero ellos no se han mostrado demasiado dispuestos a ello, en especial Radcliffe.

¿Callejón sin salida?

Esa puerta cerrada supone un obstáculo imposible de salvar para Warner, ya que la posibilidad de una secuela con otros actores podría ser una de las mayores catástrofes comerciales de la historia. Descartada esa posibilidad, el estudio también tenía otra opción que presentaba pocos alicientes: continuar con la saga de 'Animales fantásticos'.

Esa ampliación del mundo mágico de Harry Potter parecía llamada a dar grandes alegrías al estudio, pero cada nueva entrega ha recaudado menos que la anterior, hasta el punto de que 'Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore' lo más seguro es que reportase pérdidas para Warner. De ahí que el plan inicial de hacer cinco películas da la sensación de que ha sido descartado, ya que la cuarta entrega ha sido paralizada y cada vez resulta más dudoso que vaya a hacerse.

Eso ha dejado a Warner en una situación complicada, porque la idea de seguir explorando el pasado presenta pocos alicientes comerciales y la posibilidad de una secuela se antoja casi imposible. Eso deja solamente la posibilidad de volver a la historia que tan bien se nos contó a lo largo de 8 películas. Claro que se dejaron fuera bastantes elementos de los libros, pero también es evidente que no existe un apetito por volver a contarnos lo mismo. Quizá en 20 o 30 años la cosa cambie, pero ahora mismo la situación es esa.

Por lo pronto, la serie se va a enfrentar a una serie de comparaciones que obligan a hacer un trabajo sobresaliente para que no se vuelva inmediatamente en su contra. Eso va a afectarla a todos los niveles, pero especialmente en todo lo relacionado con el casting, pues ya no es solamente que las interpretaciones de Radcliffe, Watson y Grint sean muy queridas, pues a eso hay que sumar el excepcional reparto que tuvo esa adaptación cinematográfica.

Todo ello lleva a que lo que parece un éxito seguro puede acabar convirtiéndose en un color de cabeza constante para Warner, porque claro que muchos verían al menos el primer episodio, ¿pero cuántos de esos espectadores es probable que la pongan a caldo, que lo más bonito que digan de ella es lo innecesaria que es y se bajen del barco a las primeras de cambio? Y barata precisamente no va a ser.

A eso hay que sumar el rechazo actual de muchos seguidores de la franquicia hacia J.K. Rowling. Puede que eso no haya afectado a 'Hogwarts Legacy' -aunque alguna polémica sí que se ha comido-, pero aquí existe esa adaptación previa que pone en tela de juicio la necesidad de hacer la serie. Y, claro está, Rowling estará implicada en ella, quizá no como showrunner, pero sí supervisando la adaptación para asegurarse de que se mantiene fiel a los libros. Va a ser imposible que luego quieran alejarse de la terrible imagen que arrastra la escritora cuando llegue el momento del estreno.

Todo eso nos lleva a que la serie de 'Harry Potter' puede parecer un éxito seguro sobre el papel, pero a la hora de la verdad va a requerir una inversión histórica para que no sea un fiasco absoluto y no hay garantía alguna de que el público realmente quiera verla más allá de la curiosidad inicial. Y las posibilidades de que sea rechazada son demasiado altas como para jugársela.

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