Cuando se anunció, en 2002, el casting de Michael Clarke Duncan como Kingpin en 'Daredevil', fue muy criticado por un sector del público: "¿cómo lo iba a interpretar un negro?" era una de las dudas más frecuentes en torno a la película. Pues algo parecido pasa hoy en día con la elección de Keith Stanfield como L en la nueva versión de 'Death Note'.
Conviene recordar que precisamente el cambio racial de Kingpin era el menor de los problemas que tuvo 'Daredevil'. Y es que, cuando hablamos de adaptaciones, nos volvemos ciegos y nos encanta prejuzgar su calidad en base a si tal personaje es tal cual se describe físicamente en el cómic (o libro) en el que se basa.
Televisión, cine, videojuegos, literatura, cómic, teatro... cada una de estas artes narrativas utilizan códigos muy distintos y enfoques opuestos para plasmar una historia. Por eso, por mucho que un cómic como 'Watchmen' sea una obra maestra, una adaptación intentando ser lo más literal posible (que bueno, lo de Moore es inabarcable) como la que hizo Snyder (o, por poner otro ejemplo, Rodríguez con 'Sin City') no le llega ni a la suela de los zapatos al material original.
'Death Note' y los cambios al llevarlo a EEUU
Si ya es difícil la adaptación de un material del mismo área geográfica, hacer la versión occidental de algo oriental es de nivel avanzado. La vida y costumbres de Japón se parecen a las de EEUU como un huevo a una castaña. Solo por seguir con el ejemplo de 'Death Note': cuestiones como trabajo y esfuerzo en los estudios son entendidos y tratados de manera prácticamente opuestas. De ahí que si el Light japonés es el respetado estudiante estrella del colegio, en su versión estadounidense no lo sea tanto.
De hecho, la imposibilidad de trasladar directamente 'Death Note' a EEUU fue lo primero que se dio cuenta Adam Wingard leyendo el manga: "Estás en un país diferente, en un entorno distinto y además intentas resumir toda una serie en una película de dos horas" comenta el realizador en IGN. Cuanto más intentaba ser fiel al material original, más se desviaba. En Xataka tuvimos la oportunidad de hablar con él:
Resulta que la película evolucionaba en una dirección muy positiva cuanto más permitíamos que creciera y cambiase del material original. Fue siempre importante recordar de donde venía, pero desde el principio supe que íbamos a tomar nuevas rutas. Algunos pueden cuestionar por qué no podíamos simplemente adaptarlo directamente, pero ya se ha hecho antes. El anime y las películas de imagen real japonesas son adaptaciones fieles, por lo que decidimos hacer algo que vague hacia algo nuevo.
Y esto nuevo parece que también tiene que ver con los personajes principales. Tanto Light como L van a ser diferentes, siguiendo la línea creativa de esta adaptación: "En esencia, se trata de explicar quién son los personajes, explorar sus cualidades en un nuevo contexto". Los cambios no son negativos en sí, siempre que se respete la esencia del personaje y el Sherlock v Moriarty que desprende el argumento.
¿Físico o personalidad? Superman v Wonder Woman
Adaptar correctamente va mucho más allá de que tal o cual personaje tenga el color de la piel e incluso el sexo adecuado. Aquí lo que debe pesar más es la intención del autor original a la hora de escribir a sus personajes y respetar al máximo los temas y valores que se extraen de, en el caso de los cómics y manga, sus aventuras. Para que toda película funcione sus personajes deben estar muy bien desarrollados y ver si la elección del actor es la adecuada para el papel... y eso puede implicar sacrificar rasgos físicos que tuviera "el original".
Mismamente el otro día hablábamos en la redacción de Espinof sobre si Gal Gadot daba el pego o no como Wonder Woman, sabiendo, además que no fue la primera opción para Patty Jenkins. Una parte incidía más en que a Gadot le faltaba la imponencia física que se le supone a una amazona (sobre todo teniendo en cuanta la representación del cómic) y contraponía su figura a la de Henry Cavill como Superman. Y la verdad es que me parece el ejemplo perfecto para este artículo.
Al Superman de Henry Cavill le cae en desgracia el temor que DC Entertainment ha tenido respecto a mostrar a los superhéroes como los buenos. El Superman de Snyder no tiene la pureza y el altruismo que se le supone al paradigma de héroe que encarna. En este sentido, la escena de las trincheras de 'Wonder Woman' es, probablemente, el mayor acto genuinamente superheroico que hemos visto en las pelis de DC de este siglo. Gal Gadot es una perfecta Wonder Woman: es magnética, carismática y te dan ganas de seguirla al fin del mundo.
Por otro lado, en el mundo del cómic mainstream estamos viendo un esfuerzo de diversos autores de deconstruir al superhéroe y "reencarnarlo" en otra persona. Mismamente, en Marvel contamos con una Thor femenina, un Spiderman afro-latino y a Sam Wilson sustituyendo a Steve Rogers como Capitán América, entre otros. En DC los nuevos Green Lanterns de la Tierra son Jessica Cruz y Simon Baz, Renée Montoya se puso en la piel de The Question, etc.
Esto, que tampoco es nuevo en la historia de las grandes editoriales (¿cuántos Robins, Batman, Flash, Spiderman ha habido en décadas?), viene a ser una demostración de que la idea del superhéroe va más allá del físico y que cambiar la persona es un modo de explorar las mismas ideas en distintas ópticas.
Existen actualmente pocos personajes de cómic y manga cuya raza sea un factor fundamental, en la mayoría de los casos forman parte de un trasfondo tan bueno como otro cualquiera. Volviendo a 'Death Note', el que L sea negro, blanco o extraterrestre es absolutamente secundario. Lo que Adam Wingard tiene que demostrar es que ha captado su esencia sherlockiana, el modelo arquetípico real del personaje: un genio introvertido con graves carencias sociales. Y para eso tendremos que esperar a la película.
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