Como varón blanco heterosexual que soy —condición que, guste leerlo o no, continúa aportando una posición privilegiada en nuestra sociedad—, he tenido la suerte desde bien pequeño de verme representado en series, películas, cómics e incluso videojuegos de las más diversas índoles; creciendo rodeado de héroes de acción y otros muchos personajes que, sin necesidad de pregonarlo a los cuatro vientos, dejaban patente su heterosexualidad con sus conductas en pantalla —y si no la evidenciaban, se presuponía de forma instantánea—.
Este reflejo constante, a priori totalmente intrascendente para el desarrollo de una persona, se tradujo en un refuerzo positivo que me invitó desde el primer momento y de forma inconsciente, a celebrar y expresar libremente mi sexualidad; sin miedos, sin dudas y con una extraña sensación de "normalidad" y pertenencia al statu quo social siempre presente.
Por desgracia, es más que probable que una gran parte de los miembros pertenecientes a colectivos LGTBI no puedan decir lo mismo, viendo limitada su visibilidad a un reducido número de cintas independientes y encontrándose prácticamente excluidos de las superproducciones de los grandes estudios en pleno 2018; algo que hace especialmente necesario reivindicar la importancia de que haya una mayor y más eficiente representación LGTBI en el mundo del cine y otras artes.
¿Por qué tiene que ser gay el protagonista de esta película?
Una pregunta tan ridícula —por no ponerle otro adjetivo—, que tristemente puede encontrarse fácilmente navegando entre los comentarios y tuits referentes a la inclusión de personajes LGTBI, podría responderse fácilmente con un "¿y por qué no". Pero no caigamos en la sentencia vacua y superficial y, ya que parece necesario, expliquemos el por qué de la necesidad de encontrar este tipo de personajes en todo tipo de producciones.
Creo que la razón principal que puede darse a alguien que se cuestiona la importancia de incluir, por ejemplo, a un personaje secundario —ya no digamos protagonista— homosexual en un largometraje es que los gays —¡sorpresa!— existen.
Sí, amigos, hay gente a la que le gusta las personas de su mismo sexo y está integrada —en ocasiones, a duras penas— en nuestra sociedad: viajan en el metro, salen de fiesta, se enamoran, practican deportes de élite, atracan bancos, se alistan al ejército, combaten el terrorismo y, en caso de que hubiese una invasión alienígena, probablemente, ayudarían a defender el planeta.
Hemos hemos visto a personajes de toda raza, credo, sexo y condición realizando actividades como estas en multitud de películas, y en contadas ocasiones se ha puesto en entredicho cualquiera de sus características a la hora de desempeñar su papel. ¿Por qué iba entonces a resultar motivo para invalidar a un protagonista su preferencia a la hora de mantener relaciones sexuales?
Parece tan obvio como sencillo, pero la sorpresa y la reticencia frente a la aparición de personajes LGTBI en la gran pantalla sigue estando a la orden del día, y el aumento de su representación, además de ayudar a las generaciones más jóvenes y venideras a abrazar con total normalidad y disfrutar su orientación sexual —y respetar la de los demás—, es el único modo de atajar este problema. Aunque siempre con honestidad y de forma responsable.
Hollywood: la hipocresía y la necesidad de una representación honesta y responsable
Durante los últimos años hemos podido percibir un notable aumento del cariz reivindicativo y del número de las acciones que los colectivos LGTBI llevan a cabo para reclamar sus derechos. Esto, sumado al impacto de unas redes sociales que cada día se reafirman como un altavoz inmejorable, ha terminado llevando la realidad del mundo gay, bi y transexual a ocupar un espacio cada vez más destacado en los diversos medios de comunicación.
Como era de esperar, esto ha tenido su efecto sobre la industria cinematográfica Hollywoodiense, que ha aprovechado este ascenso de popularidad y visibilidad para tratar de apuntarse unos cuantos tantos de forma algo deshonesta; utilizando a actores, miembros del equipo creativo y campañas promocionales para pregonar a los cuatro vientos la inclusión en sus filmes de personajes LGTBI de cuya sexualidad no queda ni rastro en el corte final.
Por poner unos cuantos ejemplos de esta "representación a medias", ligada a la cada vez mayor influencia de las conservadoras y en absoluto gay-friendly industria y taquilla chinas sobre la financiación y rentabilidad de las grandes producciones norteamericanas, podemos recordar el reciente caso de 'Jurassic World: El mundo caído', en el que la actriz Daniella Pineda confesó tras el estreno la homosexualidad de su personaje, eliminada por completo del metraje.
Echando la vista atrás podemos ver incidentes muy similares en cintas como 'Thor Ragnarok', 'Black Panther', la segunda entrega de 'Animales Fantásticos' o la versión de acción real de 'La bella y la bestia', cinta que se vanaglorió de suponer un gran paso adelante para Disney al definir al personaje de Le Fou como abiertamente homosexual para, más tarde, ocultarlo casi por completo y permitir que se entreviese mediante ademanes rancios y estereotipados.
Esto último nos conduce a la necesidad ya no sólo de abrazar a los personajes LGTBI de forma honesta, sino de darles un tratamiento frontal, responsable, libre de clichés y que no centre su aportación a la trama en arcos argumentales que giren única y exclusivamente en torno a su sexualidad —a no ser que las exigencias del guión así lo dictaminen—.
Un sencillo ejercicio
Para concluir, me gustaría lanzar una pregunta —con un ejemplo concreto fácilmente intercambiable— que, creo, podría servir para evidenciar —o no— la problemática en torno a los personajes LGTBI: Después de todo lo expuesto, ¿creéis que una catedral del cine de acción como es 'Jungla de cristal' cambiaría lo más mínimo si John McClane, en lugar de tener que neutralizar a Hans y compañía para salvar a su mujer Holly Gennaro, lo hiciese para rescatar a su marido Henry Gennaro?
Una respuesta afirmativa a esto no sería más que otro indicativo de que algo va realmente mal y de que toda representación homosexual, bisexual, transexual o intersexual existente a día de hoy es tan escasa como ineficaz.
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