Por qué 'Blade Runner 2049' merecía ganar el Oscar a los mejores efectos visuales

Desde los coloridos e hipnóticos pasajes de la space-opera superheróica 'Guardianes de la Galaxia vol. 2' hasta la destrucción selvática a gran escala de 'Kong: La isla Calavera', pasando, cómo no, por la espectacular recreación de los primates de 'La guerra del planeta de los simios' —la gran favorita de la noche—, la competencia de 'Blade Runner 2049' a la hora de luchar por el Oscar a los mejores efectos visuales fue absolutamente feroz.

Finalmente, la preciada estatuilla terminó cayendo en manos de John Nelson, Gerd Nefzer, Paul Lambert y Richard R. Hoover; principales responsables del departamento de FX del filme de Denis Villeneuve, cuya labor, en muchas ocasiones prácticamente invisible, resulta absolutamente indispensable para terminar de redondear la experiencia y transportarnos a distópica Los Angeles del 2049. Un trabajo sencillamente brillante, plenamente merecedor del galardón.

La importancia del universo en la ciencia ficción

La ciencia ficción es un género especialmente complicado en cuanto a inmersión y verosimilitud respecta. El éxito o fracaso de un filme de esta categoría pasa por la eficacia de su departamento de efectos al construir el mundo en el que se ambienta y dotarlo del nivel de detalle necesario como para transmitir una sensación de credibilidad mientras se lleva al extremo el concepto de fantasía.

En 'Blade Runner 2049', el equipo compuesto por las compañías Rodeo FX —responsable de retoques y escenarios—, UPP —encargada de los cuerpos y los rostros— y Weta Workshop —especialistas en efectos prácticos y miniaturas—, ha cumplido con creces este requisito; creando un universo rico en matices y, sobre todo, visualmente espectacular una vez combinado con la impecable labor del director de fotografía —también oscarizado— Roger Deakins.

Según el propio Ridley Scott, el tratamiento visual, plástico y estético de la 'Blade Runner' original eclipsó por completo su historia, impidiendo su fácil digestión por parte de un público que terminó confuso y, a su vez, maravillado. En esta segunda parte la historia se ha repetido, llevando a un nuevo nivel los conceptos de Scott y Syd Mead en una apuesta más antiutópica, más ambiciosa y con una extensión geográfica más amplia.

Para lograr abarcar todo este terreno, Dennis Villeneuve, el diseñador de producción Dennis Gassner, los cabezas de departamento de efectos especiales y Roger Deakins mantuvieron reuniones con especialistas de campos tan diversos como la medicina, la arquitectura o varias ramas de la ciencia. De este modo, fueron capaces de dar forma a un cosmos único trasladado a la gran pantalla con una maestría que justifica plenamente su triunfo en los Oscars.

Los beneficios de lo tangible: los vfx al servicio de la narrativa

Además de la riqueza conceptual del largometraje —y el infinito abanico de posibilidades que abre al equipo de VFX—, la clave del éxito del departamento pasa por la fisicidad de los resultados. Optar por relegar el CGI —gráficos generados por ordenador— a un segundo término y limitar su función en gran parte del metraje a enriquecer y añadir detalle al trabajo de Weta da lugar a un mundo tangible y, a su vez, cautivador.

Resulta sorprendente descubrir que muchos planos y escenas, aparentemente cimentados sobre los efectos digitales, están realmente creados única y exclusivamente con una precisa mezcla entre localizaciones reales de dimensiones titánicas, maquetas y los juegos de luces de Roger Deakins. Algo que, al contrario que en muchas superproducciones, convierte a los VFX en una herramienta al servicio de lo verdaderamente importante: la historia y la narrativa.

La determinación de Denis Villeneuve a la hora de optar por la máxima reducción posible del uso de pantallas verdes trasciende a lo visual para servir como gran punto de apoyo a otra pieza indispensable para llevar a buen puerto la cinta: los actores. Contar con sets, props y entornos reales, además de favorecer el trabajo de cámara y planificación, ayuda a los intérpretes a sumergirse en sus papeles y exprimir la máxima calidad posible de sus actuaciones.

De la madera al píxel

Además de por su simple e inteligente concepción, los efectos visuales de 'Blade Runner 2049' han conseguido llevarse el gato al agua en los Oscars, como es evidente, por su intachable ejecución. En ella, brilla en primera instancia el empeño de Wetta Workshop al edificar sus inmensas creaciones como el edificio del LAPD, el vertedero o el edificio Wallace; todas ellas espectaculares y dignas de alabanza.

A esto debemos sumar, ahora sí, un trabajo estrictamente digital sin el cual algunos de los escenarios en los que se ambienta la historia y muchos de los sobrecogedores planos de situación no hubiesen sido lo mismo. Muchos de los edificios, estructuras, aeronaves, gadgets e incluso esa atmósfera sucia, cargada e irrespirable sobre la que prácticamente podría proyectarse cualquier imagen hubiesen desaparecido, restando impacto y calidad al conjunto.

No obstante, existe un elemento concreto, alejado de de estos refuerzos ambientales, que logra ensombrecer al resto de artificios del departamento de efectos visuales: los hologramas.

La publicidad del futuro, ahora

El masificado universo de 'Blade Runner 2049' está dominado por una publicidad que, a falta de espacio, ha abandonado vallas y monitores para entremezclarse con humanos y replicantes a pie de calle. Esto ha sido concebido con unos verosímiles resultados, casi mágicos, que difieren completamente de cualquier representación holográfica que hayamos visto en cualquier otro largometraje.

El "truco" para obtener este realismo radica en el carácter translúcido y la profundidad de estos personajes; factores que, según cuenta el supervisor de VFX John Nelson, suelen ser olvidados en muchos largometrajes que utilizan este tipo de recursos. En '2049' podemos ver a través de ellos, ——ya que no son proyecciones planas— descubriendo el reverso de su morfología del mismo modo que veríamos la parte trasera de la etiqueta de una botella al girarla.

La máxima expresión de esto es Joi, la inteligencia artificial interpretada por Ana de Armas que, probablemente, sea el efecto visual más destacado del largometraje. Su holograma se antoja totalmente real gracias a una técnica en la que la interpretación de la actriz cubana es mapeada para proyectarse sobre un elemento geométrico, revelando que la clave se encuentra en el volumen.

Amor y hologramas

Buena muestra del efecto de este procedimiento se encuentra en la escena más compleja de 'Blade Runner 2049', en la que la imagen de Ana de Armas se superpone y sincroniza sobre el cuerpo de la actriz Mackenzie Davis en la escena del trío con Ryan Gosling.

En ella se rodó a ambas actrices por separado, realizando Davis varias tomas de su interpretación hasta que Villeneuve tuviese una que le pareciese óptima. Una vez seleccionada, el encargado de efectos se reunía con la supervisora de guión y hacía un desglose del acting, marcando los tiempos de cada acción de la actriz para poder obtener una réplica perfecta en una segunda toma, esta vez con Ana de Armas como protagonista, a quien se alineaba frente a Gosling utilizando un iPad como referencia para el rostro y posición de sus ojos.

Por supuesto, 'Blade Runner 2049' no es una producción perfecta, estando ahí para recordárnoslo el patinazo al intentar recrear el rostro de la Sean Young de los años 80 y traer de vuelta a la replicante Rachael. Pero, esta es sólo una pequeña mancha en una impoluta y deslumbrante obra de arte bajo cuya sombra se verán sepultadas la inmensa mayoría de sus congéneres venideras.

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