Casi se podría afirmar que desde que el cine es cine, ha habido alguien que ha mirado con ojos tiernos a las leyendas Artúricas y ha tenido la osadía suficiente como para pretender trasladar su vasta complejidad a las constricciones propias de un guión y una duración determinadas y al coste que supone viajar a la Edad Media, o más atrás según el filme en cuestión, en términos de producción.
Pero no se trata de traer aquí todas y cada una de las ocasiones en las que el séptimo arte ha volcado sus esfuerzos en narrarnos las aventuras del legendario rey de Inglaterra y sus caballeros de la mesa redonda, las andanzas de Merlín, el tormentoso romance entre Ginebra y Lanzarote o la búsqueda de Perceval del Santo Grial. Hemos seleccionado nueve títulos —diez, contando con la serie de televisión que hemos elegido para la ocasión— que quedan recogidos en esta entrada que coincide con el estreno del filme dirigido por Guy Ritchie.
Una cinta ésta que, publicitada de forma nefasta por Warner, se merecía mucha mejor suerte que la que ha ido encontrando en los mercados en los que ya se ha estrenado —incluyendo, cómo no, el estadounidense— y que, ya os adelanto, cierra esta selección que hoy os traemos y se sitúa, a menos en opinión de este redactor, no cómo la más fidedigna versión de los muchos mitos y leyendas que rodean a la figura del regente, pero sí como la más endiabladamente entretenida y cool de cuantas han visto la luz en la gran pantalla.
'Los caballeros del Rey Arturo' ('Knights of the Round Table', 1953)
Con la búsqueda del santo grial por parte de Perceval postulándose tan pronto como en 1904 primer acercamiento que el cine hizo a las leyendas artúricas, es 'Los caballeros del Rey Arturo' primer filme que se asienta con fuerza en lo que el ideario popular entiende como aventuras medievales, siguiendo así la estela que el año anterior a su estreno había establecido la espléndida 'Ivanhoe' (id, 1952), igualmente dirigida por Richard Thorpe y protagonizada asimismo por Robert Taylor.
Encarnando aquí a Lanzarote, y con Ava Gardner en la piel de Ginebra y Mel Ferrer como un poco convincente Rey Arturo, la cinta usa como material de partida 'La muerte de Arturo' el relato de Sir Thomas Malory que, recogiendo todas las leyendas y mitos previos concernientes al regente británico, es aceptado como la piedra fundamental sobre la que muchos han construido aproximaciones posteriores a tan consolidada figura histórica.
Volviendo a la cinta, 'Los caballeros del Rey Arturo' es la típica producción de la MGM de la época dorada de Hollywood, con un diseño de producción fastuoso —que fue nominado al correspondiente Oscar—, una ampulosa música del gran Miklos Rozsa y resultados desiguales cuando lo que hay que valorar es su discurrir o las afectadas interpretaciones de su elenco. Eso sí, en su vertiente de aventuras, convence como la que más.
'Príncipe Valiente' ('Prince Valiant', 1954)
De acuerdo, incluir a 'Príncipe Valiente' en este breve listado está cogido con pinzas por cuanto el foco principal del filme no es el monarca inglés, sino el príncipe de origen vikingo interpretado con fervor por un Robert Wagner que intentando capturar algo de la inocencia y grandeza que desprendían las viñetas originales de Hal Foster, se queda, como todo el resto de la cinta, en un pueril intento de dar forma con imágenes en movimiento a uno de los más grandes títulos de la historia del noveno arte.
Consiguiendo sólo rayar a cierta altura en la dirección de Henry Hathaway y en la espléndida partitura de Franz Waxman, el personaje de las leyendas artúricas que sí tiene gran peso en el discurrir de la trama es el Sir Gawain interpretado por Sterling Hayden, un caballero que en el trabajo del actor que dos años después alcanzará uno de los pináculos de su trayectoria con 'Atraco perfecto' ('The Killing', 1956) se asemeja más a un sheriff del far west que al ideal de miembro de la mesa redonda que la cinta debería haber buscado. En fin...
En Espinof: Cómic en cine: 'El príncipe Valiente', de Henry Hathaway
'Merlín el encantador' ('The Sword in the Stone', 1963)
Que Disney discurrió por oscuros y cenagosos terrenos durante los sesenta es un secreto a voces que cualquiera de las producciones que la compañía puso en pie durante dicha década demuestra más allá de cualquier duda razonable y que este estrambótico acercamiento a la figura de Arturo y, sobre todo, de Merlín, pone de manifiesto con argumentos, quizás no categóricos, pero sí poco discutibles.
Detentando ese paupérrimo nivel en la calidad de la animación que pareció acompañar a la hoy todopoderosa productora, la adaptación de los libros que Terence Hanbury White había publicado a finales de los años treinta, siendo fiel al talante descontextualizado y alocado de los mismos, sólo deja para el recuerdo algún instante aislado casi siempre relacionado con la dicharachera y despistada personalidad con la que se define al mago protagonista y sus denodados intentos por hacer de Arturo el futuro rey de Inglaterra. Todo lo demás, para el olvido.
En Espinof: Disney: 'Merlín el encantador', de Wolfgang Reitherman
'Camelot' (id, 1967)
Jack Warner apostó la nada desdeñable cifra de 14 millones de dólares de la época para llevar con toda la pompa y el boato posibles a la gran pantalla el premiado musical de Broadway escrito por Alan Jay Lerner y con música de Frederick Loewe. Y lo cierto es que, consiguiendo de sobra su objetivo —el diseño de producción de la cinta y su vestuario fueron acreedores de sendas estatuillas— no era quizás lo puesto en valor por Joshua Logan lo que 'Camelot' requería.
Lo que necesitaba era reducir su grandilocuente escala para acercarse a lo que, en definitiva, vale la pena —y mucho— de sus tres largas horas de metraje: el triángulo protagonizado por Arturo, Ginebra y Lanzarote y la pasión que en que resulte irresistible ponen Richard Harris, una inconmensurable Vanessa Redgrave —la mejor voz de la terna, dicho sea de paso— y un Franco Nero que podría haberse tornado fácilmente como uno de los mayores miscasting de la historia pero que, sorprendentemente, da la talla como el caballero enamorado de su reina.
'Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores' ('Monty Python and the Holy Grail', 1975)
No podía faltar en este recorrido cinematográfico por las muy diversas versiones que el Rey Arturo ha encontrado a lo largo de la historia del cine la desopilante aproximación que los legendarios Monty Python hicieron hace algo más de cuatro décadas. Filme por el que no pasa el tiempo y que hoy, tantos lustros después, continua arrancado lágrimas de risa a quién a él se acerque, 'Los caballeros de la mesa cuadrada...' es magnífico ejemplo del absurdo humor que gastaba la formación británica.
Tanto es así que, como pasa con cualquiera de los mejores títulos de su filmografía —y si nos acercamos a su 'Flying Circus' la cosa se complica sobremanera— resulta casi imposible quedarse con un sólo instante como el que mejor representa la alocada y surrealista idiosincrasia de Graham Chapman, John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle, Terry Jones y Michael Palin. Arriba os he incluido uno de ellos, que siempre consigue que me tronche. Pero hay muchos, muchos más.
En Espinof: Cine en el salón: 'Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores', tronchante
'Excalibur' (id, 1981)
Da igual que sobre ella pesen treinta y seis años y que muchos hayan sido los denodados intentos posteriores por ofrecer al público la traslación definitiva de las leyendas artúricas a la gran pantalla: nada ha conseguido superar a lo que John Boorman filmó y co-guionizó junto a Rospo Pallenberg dando coherencia y unidad a la titánica tarea que hubo de suponer concretar un libreto que resumiera los veintiún libros que conforman la citada 'La muerte de Arturo' de Malory.
Épica, lisérgica, dura y asombrosa, 'Excalibur' se beneficia de mil y un detalles para conseguir mantenerse incólume como la más grande aproximación que se ha hecho en cine a la figura de Arturo. Entre ellas, la dirección de Boorman, tan errática en momentos como genial en otros; lo acertado del elenco al completo destacando, qué duda cabe, el enorme Nicol Williamson que da vida a un singular Merlín en el que confluyen comedia y seriedad a partes iguales o, por supuesto, el fastuoso diseño de producción.
Pero si hay algo en 'Excalibur' que este redactor destacaría por encima de todo es la música que apoya a las fascinantes imágenes rodadas por el cineasta británico. Y aquí habría que aludir tanto al oscuro y apropiado score original que compuso Trevor Jones para la ocasión como, sobre todo, a la inclusión de los temas escritos Carl Orff o, sobre todo, Richard Wagner que, con 'El funeral de Sigfrido' de la tetralogia de los nibelungos en la apertura y cierre, confiere a los 140 minutos de metraje de esa épica que, sin par, de forma tan visceral llega al espectador.
En Espinof: Cine en el salón: 'Excalibur', Boorman de leyenda
'Primer caballero' ('First Knight', 1995)
Y de lo mejor que se ha rodado sobre Arturo, pasamos a la mayor tontería que ha representado la figura del rey de los bretones. Rodada a mayor gloria de la belleza de Richard Gere, aún hoy me pregunto cómo Columbia accedió a respaldar a Jerry Zucker en una travesía que, salvo un par de elementos, consigue sonrojar al más osado de los cinéfilos por lo poco trabajado de una historia a la que es tremendamente fácil anticiparse y que, en lo que a los mitos artúricos respecta, decide eliminar toda componente de magia para quedar "más anclada del lado de la realidad".
¿Qué cuales son ese par de elementos? Obvio, Sean Connery y la música de Jerry Goldsmith. El primero, que trocaba en grande cualquier personaje cuyas botas calzara, era el idóneo para encarnar a esta versión más madura de un personaje que queda aquí relegado a un intermitente segundo plano para que sea el Lanzarote de Gere el que se lleve la gloria. Una gloria que queda subrayada, y de qué manera, por un score magnífico, lleno de temas inolvidables que demostraban, una vez más, que el maestro lo daba siempre todo, importando poco la calidad de la producción.
'Rey Arturo' ('King Arthur', 2004)
Más o menos con esa misma intención de evitar la vertiente mágica de la leyenda y anclar a Arturo en su faceta más real, Jerry Bruckheimer decidió poner en pie una versión del relato del monarca y sus caballeros que mirara más allá del romanticismo de la obra de Malory y, supuestamente, hundiera sus raíces en nuevos descubrimientos arqueológicos que habrían situado el origen de la figura de Arturo como soldado del ejército romano en Britania. Todo mentira, claro, porque el guión de David Franzoni es tan ficticio como cualquiera de los muchos que llegaron antes de él.
El resultado, no obstante, es una cinta de acción con sus momentos, por más que la batalla final sea un desastre narrativo y de edición y nadie se crea a Clive Owen como el legendario personaje al que da vida. Tampoco es que Keira Knightley como una aguerrida Ginebra sea del todo convincente, pero al menos tenemos por ahí a Mads Mikkelsen, Hugh Dancy —que, curiosamente, volverán a verse las caras años después en 'Hannibal'— Joel Edgerton o Ioan Gruffud, y a un Hans Zimmer que, sin brillar como otras veces, firma una partitura de lo más animada.
'Rey Arturo: La leyenda de Excalibur' ('King Arthur: Legend of the Sword', 2017)
Y llegamos al final de nuestro repaso por la historia de Arturo en la gran pantalla con el denostado filme firmado por Guy Ritchie; una cinta que ya comentaba al principio, merecía correr mejor suerte de la que ha tenido y que, ante todo, es un producto 100% fiel al estilo de su realizador, con todo lo que ello implica, claro.
Ritchie ya demostró con sus dos entregas de Sherlock Holmes que su vibrante estilo narrativo, lo afilado de sus diálogos y el enérgico ritmo que impone a sus filmes no tenían por qué constreñirse a la época actual y podían funcionar tanto bien en ésta como a finales del s.XIX. Viajando un poco más atrás en el tiempo, el ex de Madonna mantiene intactas sus señas de identidad, y desde el primer minuto, con esa introducción que pretende dejarnos epatados, juega a lo mismo de siempre en un entorno igual de sucio pero menos contemporáneo.
Impregnando de forma plena su particular visión de Arturo de una magia que nunca ha tenido tanto protagonismo como hasta aquí, poniendo en la piel del villano a un convincente Jude Law y dejando que el hierático Charlie Hunnam intente convencernos como el futuro rey —y aquí es donde la cinta tropieza con mayor insistencia—, es en el elenco de secundarios, en la reinvención de la historia, en cómo se visualiza el poder de la espada y, por supuesto, en la variedad que ofrece Ritchie tras las cámaras donde 'Rey Arturo' convence con argumentos de mayor envergadura.
En Espinof: ‘Rey Arturo: La leyenda de Excalibur’, el mito como fantasía épica cool, digital y trasnochada
Y en la pequeña pantalla, el Merlín de Sam Neill
Como ya parece haberse convertido en costumbre personal de estas entradas, no podemos finalizar nuestro paseo por las diferentes versiones sobre el rey Arturo a veinticuatro fotogramas por segundo sin detenernos en la pequeña pantalla, un lugar en el que hemos visto muy diversas producciones —la última, la fallida 'Camelot' de Starz— de entre las que servidor se queda con el 'Merlín' ('Merlin', 1998) producido por la NBC con Sam Neill en la piel del famoso mago.
De acuerdo que la mezcla entre la vertiente más seria y épica del relato de la vida del hechicero no casa nada bien con ese humor metido con calzador que aparece de cuando en cuando en las molestas y descontextualizadas intervenciones de Martin Short —con un personaje que fácilmente podría haberse eliminado del entramado—, pero si uno es capaz de dejarlas a un lado, y de obviar también los muy modestos y desfasados efectos digitales —lo del dragón es de risa— lo que se encontrará es un producto bastante digno.
Echando mano de diferentes puntos de la geografía mitológica británica —el personaje de la reina Mab interpretado por Miranda Richardson nada tiene que ver con el mago protagonista—, la parte "seria" de 'Merlín' funciona bastante bien y encuentra no pocos momentos para lo que hoy podría haber dado de sí un par de temporadas en manos de un showrunner talentoso y, curiosidades de este mundillo, la producción permitía a Trevor Jones resarcirse de su discreto protagonismo en 'Excalibur' con una partitura cargada de épica.
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