Vuelvo a recurrir a Juan Cueto, y en concreto a una columna que escribió ya hace tiempo en El País Semanal, Nuevas cenas matrimoniales, a propósito de lo que ha significado en nuestras vidas la descargas de series de televisión vía P2P. En concreto este párrafo que hace referencia a como debemos entender esas reuniones sociales, que ahora pasan a ser clandestinas, y como ha cambiado la forma de ver los estrenos de las series de televisión.
"El otro día, cuando me invitaron a una de esas nuevas cenas matrimoniales con DVD para ver los seis primeros capítulos de la tercera temporada de Perdidos, los mismos episodios que acaban de consumir los norteamericanos en su tele (la ABC), acepté de inmediato la invitación. Y rompiendo con todas mis viejas preocupaciones no pregunté al anfitrión por el resto de los invitados, si se admitían impares o sólo se trataba de parejas (...), y el colmo, sin interrogarle sobre la procedencia de la preciosa mercancía narrativa que nos iban a ofrecer: si Emule, BitTorrent, iTunes, Amazon o qué. Ése era el problema del anfitrión con Teddy Bautista o la ministra del ramo que no se enteran. Pero también hubiera aceptado inmediatamente la invitación si el motivo de cena hubiera sido la séptima temporada de Los Soprano, la quinta del Ala Oeste de la Casa Blanca, la tercera de Prison Break, la segunda de Big Love o la primera de Heroes (...)
Por lo pronto, son reuniones clandestinas, ya que hablamos de copias piratas. En segundo lugar, practicamos durante el fin de semana esa nueva versión de internacionalismo que son esas nuevas ficciones de la globalización que han jubilado de un tacazo los grandes relatos de Hollywood, los pequeños de Sundance y, ay, los microrrelatos de los Goyas. Y mientras estamos nuevamente reunidos somos a la vez élite y masa porque consumimos lo más popular días o meses antes que lo consuma la mayoría nacional (...), y porque en estas nuevas cenas matrimoniales con DVD pirata de Perdidos, Heroes, es obligatorio, por vez primera en nuestras vidas, invitar también a las nuevas generaciones más o menos solteras. Tus hijos jamás te perdonarán un desaire narrativo así, y hasta tus nietos te exigirán cuentas el día de mañana."
Muy conforme con lo última parte, de no dejar de lado a las nuevas generaciones, que en muchos casos son los que traen esas novedades. Y fijándome en lo que comenta, uno le da por pensar en la época de la ley seca en Estados Unidos, y las visitas que hacían los ciudadanos a esos locales clandestinos donde servían alcohol. ¿Qué paso al final? Que se tuvo que legalizar el consumo porque así lo demandaba la gente. Muy curioso, sí señor.
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