Ahora ya parece que es más conocido como influencer y recomendador de películas y series, pero no conviene olvidar que la obra de Stephen King como escritor ha sido un pilar fundamental para la cultura, incluyendo su gran colección de adaptaciones en formato cinematográfico. Algunas han dado fenómenos increíbles como el de ‘It’.
El verano más terrorífico de nuestras vidas
Uno de los mayores éxitos de la historia del cine de terror, batiendo récords para una película calificada para adultos, firmada por el director Andy Muschietti que dividió la obra original en un díptico cinematográfico. La primera parte, protagonizada por Bill Skarsgård como el escalofriante payaso, se encuentra disponible para ver en Netflix por tiempo limitado, ya que el 21 de julio es el último día que seguirá en el catálogo (después se va a poder seguir viendo en Amazon Prime Video y en Max).
En el pequeño pueblo de Derry, donde aparentemente nunca pasa nada, un grupo de chavales termina el curso escolar y se dispone a disfrutar del verano. Pero las constantes desapariciones de niños, y la leyenda de una terrible amenaza que se extiende desde hace generaciones, hará que este sea el verano más importante de sus vidas.
Muschietti hereda el proyecto de Cary Joji Fukunaga, que ayudo a definir las claves como centrar esta primera parte en la historia de los niños pero terminó abandonando por no poder llevar el proyecto todo lo lejos que quería. Es difícil negar que se aprecian los intentos por hacer de la obra algo más accesible, un coming of age sobrenatural con aroma bien clásico en la línea de algunos fenómenos que salieron en aquel momento.
Eso no cambia la efectividad con la que está realizada, haciendo un festival de sustos muy potente que va hilado con los miedos personales de estos protagonistas. ‘It’ sabe respetar el espíritu de la obra donde los horrores de juventud no tienen sólo que ver con un payaso siniestro e imaginario, una amenaza sobrenatural improbable en contraste con miedos muy plausibles.
Es una película que sabe, al mismo tiempo, ser funcional y estar hecha con cierto estilo y ambición, donde la factura de las escenas consigue crear esa atmósfera escalofriante. Muschietti no capturaría el mismo relámpago con su continuación, aunque se mostrase allí también creativo en la artesanía de las secuencias con sustos. La decisión de partirlas terminó dando un resultado desigual, pero mantiene a esta primera parte como un blockbuster de terror muy recuperable.
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