Está en Netflix, fue nominada a 6 Oscars y hace 10 años reafirmó la habilidad de su director para hacer milagros cinematográficos

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Richard Linklater crea una de las obras más vivas y vitales de la última década

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Boyhood 2014 Richard Linklater

Esta semana con el estreno de la última de M. Night Shyamalan se ha reabierto uno de esos debates que me desconciertan cada vez que se producen, como es el de la poca naturalidad de sus diálogos. Por algún motivo, se ensañan con él a raíz de algo que es de cajón: los personajes de las películas no suelen hablar como los de la vida real, principalmente porque hay un autor encargándose de orquestarlos con una determinada intención.

Algunos persiguen una distancia de la realidad, a veces para evocar la etérea sensación de un sueño porque así conciben el cine. Unos pocos, muy pocos (especialmente en el cine estadounidense), persiguen una naturalidad ya no sólo en las conversaciones, sino en el cuadro general. Cogiendo momentos de lo más mundanos que, recopilados, den una experiencia que parezca la vida, pero está mirando más allá de ella. Es justo lo que define ‘Boyhood (Momentos de una vida)’.

Pedazos de vida

Una de las genialidades en una carrera plagada de ellas como la de Richard Linklater, aquí con una condición especial de milagro al ser rodada a lo largo de 11 años. Siguiendo al joven interpretado por Ellar Coltrane desde su niñez hasta la vida adulta, con Patricia Arquette y Ethan Hawke en el reparto, esta joya de película se estrenó hace 10 años convirtiéndose en una obsesión para aficionados del cine. Hoy se puede ver en streaming a través de Netflix (también en SkyShowtime).

Desde muy pequeño el introvertido Mason comprendió que su vida ya no iba a ser igual que la de otros chicos de su entorno. Con sus padres separados, viviendo todo tipo de mudanzas, convivencias, perspectivas vitales diferentes y primeras experiencias, el joven se embarcará en su propio viaje de maduración hacia ese caos imperfecto pero fascinante llamado vida.

Es complicado lo que Linklater trataba de conseguir aquí, dada la peculiar manera de producirla a través de reunirse con los actores cada año y rodar diferentes escenas. Momentos que iba creando a partir de experiencias vividas, tanto en su juventud como viendo crecer a su descendencia (su hija tiene además uno de los roles protagonista en la película), para dar un retrato vital que se sienta muy natural, muy real, y al mismo tiempo tenga cierta línea propia de una narración.

‘Boyhood’: un pequeño milagro

Boyhood 2014 Ethan Hawke

Lo mejor de ‘Boyhood’ es que su ambición se cumple, consigue convertirse en pedacitos de vida hábilmente articulados con un esqueleto de película. Una compleja por su manera de capturar tribulaciones humanas, donde se van apreciando fracasos y desilusiones adultas que resultan incomprensibles al principio para los niños pero no pasan desapercibidas. Cada escena resulta un instante valioso por lo que se va contando, pero también por lo que no. A menudo por lo que no.

Cada visionado a la película a lo largo de los años, conforme uno mismo va adquiriendo experiencia vital y tortazos existenciales, se va quedando roto por las cosas nuevas que va apreciando. Ese padre medio ausente que quiere ser siempre el mejor colega, o esa madre que tiene que tragar sapos y culebras para mantener cierta estabilidad hasta que pueda encontrar su camino. Esas distancias que resultan complicado describir, pero están siempre presentes.

Se podrá debatir si es la obra cumbre o no de Linklater, pero igual perdimos la oportunidad de vivir en un mundo mejor por no darle todos los seis premios Oscars a los que optaba aquel año, incluyendo mejor película, porque pocas obras de aquel año se sienten todavía tan vivas como esta.

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