No es nada nuevo. Una película que se maneja a través de unos códigos que parecen los de siempre, solo que en realidad no lo son, no va a llegar a los cines. Si lo hicieron con 'Roma', 'El irlandés' o 'Historia de un matrimonio', bien podrían haber repetido la jugada con la nueva película de Michael Bay, la grandiosa '6 en la sombra'. Será que las viejas opiniones eran en realidad ideas fijas.
Antecedentes televisivos
No hace falta rebuscar entre títulos desconocidos por el gran público para darse cuenta de que, al menos en España, tenemos un problema con la distribución de mucho cine merecedor de una pantalla. Nos pasó no hace mucho con 'John Wick', que servidor pudo ver en el cine en el invierno de 2014 (fuera de España, pero tampoco muy lejos) y que no llegaría hasta territorio nacional en la primavera de 2016, un año antes del estreno por todo lo alto (ahí ya sí, claro) de su secuela, 'John Wick: Pacto de sangre'. El problema es que esa llegada a España se produjo a través de la televisión.
Tampoco fue la última, por supuesto. Un año más tarde, la estupenda 'Wind River', de Taylor Sheridan, padeció las mismas condiciones después de triunfar alrededor del mundo y llegaría de tapadillo a nuestro país. Algo que ha pasado a lo nuevo del director de 'La roca', pero tampoco exactamente del mismo modo.
Michael Bay se ha reinventado a sí mismo con la estrafalaria y extraordinaria '6 en la sombra', un delirante ejercicio de estilo (nada nuevo bajo el sol: Bay es marca registrada) y acción con un componente que la hace realmente más atractiva que el resto de competencia actioner del año: es la más bestia. Y no lo es porque sí. Es la película de acción (comercial) más burra del año por una sencilla razón: Michael Bay puede que haya sido el cineasta que mejor ha entendido la libertad que supone trabajar a la sombra del streaming.
Libertad bajo la fianza del streaming
Mientras Alfonso Cuarón decidió que su siguiente proyecto en blanco y negro encontraría el mejor cobijo posible en Netflix, puesto que al tratarse de un cine, en teoría, poco comercial, autobiográfico, en blanco y negro y algo pedante (OSCAR), tal vez las salas no se llenasen de gente. El caso es que la opinión popular se adapta rápidamente a lo que dicten los primeros en posicionarse, y se decidió que 'Roma' debía verse en las salas.
¿Os suena 'El irlandés'? La película de Scorsese también fue sufragada por Netflix tras muchos años de Marty & Friends soñando despiertos con semejante epopeya. Por supuesto, hubo reventa de entradas. Porque sí, oye, porque la gente es así. Si se pagan 90 pavos por unas zapatillas para jugar a la Playstation, cómo no se van a pagar por una entrada de una película que, adivina, no solo has pagado tú: es que la tienes en casa.
Mucho más discreto y agradable fue el caso de la última obra maestra protagonizada por Adam Driver. Obviamente no me estoy refiriendo a ese tostón sin sentido común del episodio IX. Me refiero a 'Historia de un matrimonio', una cínica, conmovedora y apasionante historia de amor y desamor infinito que en este caso pasó por las salas para poder acceder sin problemas a la lluvia de premios que aguardan a la vuelta de la esquina.
Por desgracia, '6 en la sombra', como es "una tontería" del pavo de 'Deadpool' y el director de 'Transformers', no tendía hueco en las salas. Ok. Bay entiende el asunto como lo que es: absoluta libertad. El filtro por edades que lo ponga cada uno en su casa como le venga en gana. Esa absoluta libertad nos deja momentos para el recuerdo, con un prólogo que es por sí solo la mejor película de acción del año. Y luego aún quedan otros cien minutos de macarrismo y espectáculo sin límites.
El cine de acción de este año ha dejado continuaciones que empiezan a mostrar signos de fatiga ('John Wick: Capítulo 3 - Parabellum'), sagas que necesitan una pausa refrescante ('Fast & Furious: Hobbs & Shaw') o trabajos competentes que, precisamente por no pertenecer a ninguna de esas franquicias, han pasado sin pena ni gloria. Aunque, en el caso de la estupenda 'Anna', los problemas de su director también tengan algo que ver en el asunto.
La película de Michael Bay da en el clavo con la hipérbole de la misma: cualquier objeto en pantalla está a punto de estallar en mil pedazos. Aunque sea un ser vivo o un inanimado objeto de plástico. Con esa premisa, quién demonios necesita personajes. '6 en la sombra' tiene explosiones, diálogos ingeniosos, cortes rápidos de cámara, explosiones, espectaculares secuencias de acción larguísimas, explosiones, localizaciones hermosas, explosiones, coches veloces y un gran presupuesto donde cada dólar invertido se refleja en la imagen que Bay capta en multitud de formatos, tamaños y cámaras. Ya que pagamos por un servicio, al menos que nos entretenga. Y de entretenimiento va sobrada. ¿Para cuándo la próxima, chicos?
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