Semana tras semana estamos asistiendo al continuo hundimiento de la taquilla estadounidense: por cada 'Spiderman: cruzando el multiverso' hay dos 'Flash' o 'Elemental' que no consiguen levantar cabeza. Por cada fracaso lanzamos mil hipótesis: la fatiga superheroica, la sensación de "directa a vídeo" de Pixar, la falta de márketing... Y, quizá, estamos pasando por alto una de las obviedades de este año plagado de blockbusters y eventos semanales: cuando cada siete días se nos intenta vender un nuevo evento imprescindible, al final los "eventos imprescindibles" se convierten en mera rutina.
Cojo otro blockbuster, lo tiro por el retrete
La pandemia lo cambió todo. No es que antes de 2020 el público fuera como loco a ver películas como la magnífica 'Las ocho montañas', pero sí quedaba hueco para otro tipo de cine ahora relegado fuera de las grandes pantallas. Una de las primeras conclusiones que se sacaron, tal vez precipitadamente, es que la audiencia solo volvería al cine para ver auténticos eventos como los de Marvel. Y todas las productoras empezaron, a la vez, a buscar sus seis "eventos" anuales... hasta un límite asfixiante.
Sin dejar tiempo para que la taquilla respire, cintas como 'Super Mario Bros', 'Fast X', 'Guardianes de la Galaxia Vol.3', 'La sirenita', 'Transformers: el despertar de las bestias', 'Scream VI', '¡Shazam! La ira de los dioses' o 'Creed III' se han ido turnando el número uno de taquilla de una semana a otra. Si el espectador más mainstream puede ir una vez al mes al cine, pedirle que fiche cada semana por el blockbuster de turno puede ser agotador.
No puede haber otro 'Top Gun: Maverick' en este ecosistema porque la avalancha de estrenos es tal que se hace imposible otro éxito sorpresa. De 'Indiana Jones' saltaremos a 'Misión imposible', y de ahí a la última de Pixar y el combo de 'Oppenheimer' y 'Barbie'. Y no todo puede sentirse como un hito para un público que no puede estar al día y ya decide cuáles se quedan para el streaming y cuáles son dignas de una sala.
Darkest Universe
Los rumores ya dicen que ninguna película de este verano subirá de los 1000 millones de recaudación, dejando a Mario como el único capaz de superar la cifra de oro. Y la única explicación posible es la auténtica y absurda sobredosis de títulos. Uno tras otro, sin compasión, dejando claro que, cada vez más, lo importante es el fin de semana del estreno: el resto son las migajas que ayudarán a rellenar la recaudación total.
Claro que hay una diversión sádica por ver fracasos como los de 'Flash' o 'Elemental', pero parece que se convertirá más en una costumbre que en lo inusual. De hecho, el futuro de películas como 'Indiana Jones y el dial del destino', 'Blue Beetle', 'Kraven el cazador', 'El exorcista: creyente', 'The Marvels' o 'Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes' aún pueden superar (por lo bajo) todas nuestras expectativas. Y los estudios lo saben... pero no están dispuestos a ser los primeros en soltar ni un ápice.
2023 es el año de los grandes fracasos en taquilla. Y los motivos no son tan simples como "El público quiere ver buenas películas": tenemos que buscar las soluciones al enigma en la reducción de la ventana del streaming (¿para qué ir al cine si en dos semanas ya está disponible?), el cansancio, las alternativas de ocio y una extraña y aparente sensación de infalibilidad tras la que las productoras deberían estar entrando en pánico.
Y de postre, otro estreno
Hay quien dice, socarronamente, que el problema es que el cine actual ya no es bueno. Ya sabéis, esa afirmación que se desmonta con películas como 'Decision to leave', 'Almas en pena de Inisherin', 'Tar', 'Babylon', 'Los Fabelman', 'Joyland', 'Sick of myself', 'Dungeons & Dragons: Honor entre ladrones', 'Retorno a Seul', 'Sisu' y decenas de fabulosos títulos más que se han estrenado en esta primera mitad de año... Y han quedado sepultados por mediocridades más o menos entretenidas estrenadas de forma constante.
Es casi imposible volver a hacer sentir la sensación de urgencia que el público disfrutó con 'Vengadores: Endgame', el epítome del blockbuster. Menos aún si desde las productoras pretenden que esta urgencia ocurra con un producto como 'Flash', tan divertido como vacío. Y cada siete días, un nuevo bombardeo para incitarte a ver algo que no te puedes perder, esta vez de verdad de la buena. Al final, es perfectamente lógico que una gran parte del público prefiera esperar dos meses y ver la película en casa un sábado tonto, solo para comprobar que, efectivamente, no pasaba nada por perdérsela.
Cuando todo es noticia, nada lo es, de la misma manera que cuando cada estreno es imprescindible, todos se convierten en prescindibles. La maquinaria del márketing continuo y de la comprensión del cine más como producto que como arte no puede dejar en ningún momento de dar vueltas y de seguir fabricando entretenimiento millonario, sin siquiera pararse a pensar si al otro lado hay un público que quiera verlo. Y cada vez, este estará más cansado, absorto y harto, caminando hacia un futuro imposible de adivinar pero que se va a llevar muchas cabezas, millones y sorpresas por el camino.
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