Netflix debe de pensar que en España nos aburrimos mucho porque no es el primer reality español que nos trae sobre gente con pasta "disfrutando de su tiempo libre". Vamos a repasar los momentos más pasados de rosca de 'First Class', el surreality generador de memes heredero de 'Soy Georgina'.
Mamá, quiero ser artista
Uno de los especímenes más destacables del reality es Aldo, que se presenta a sí mismo como "un hombre del Renacimiento en la Posmodernidad". ¿Sus aficiones? "Cuidar" de su granja, tirarse en paracaídas y pintar cuadros... peculiares. Nos presenta su obra en el primer capítulo, para convencernos de que el arte da sentido a su vida: "Quizá fui pintor en otra vida" (sí, cariño, porque en esta ya te digo yo que no).
Santa paciencia
En un mundo ideal, en el que 'First class' solo fuera ficción, Álex sería el secundario desaprovechado de la historia. El asistente de Archie tiene que soportar el constante ninguneo por parte de su jefe, que parece haber encontrado en él un buen saco de boxeo con el que desquitarse. "Álex como asistente es un cero" es lo más bonito que dice sobre él en todo el programa: desastre, horror, huele mal, es un golfo... con amigos así.
No sin mi cirujano
A este grupito de hedonistas les encanta la cirugía y es un tema recurrente. No sabemos si quedarnos con la "charla de tetas" ("Yo soy toda natural menos por mis tetas" empieza Zaida. "A mí se me dió la vuelta una teta, claro, con tanto yoga" le contestaba Clara) o la de implante capilar ("Me puse pelo porque tenía un helipuerto por aqui encima" contaba Álex).
Sin duda, el momento estrella sería la presentación de Clara: "Yo no tengo defectos, salvo por el bótox", justo después de aclarar que nunca se ríe para que no le salgan arrugas.
Candy "Clary"
Reafirmando que el gran descubrimiento de este reality es Clara, porque ella misma pone a huevo muchos de los memes. "Parezco Candy Candy" comenta sobre el vestido que ha elegido para visitar la granja de Aldo. "Es mi primera vez tan cerca de un animal. Huele raro" dice algo preocupada mirando a la vaca que pasta a su lado. "Yo aquí con mis Gucci sorteando mierdecillas" recuerda justo antes de que veamos que no cabe por la puerta del gallinero.
Vaya cuadro de paella
El capítulo de la granja es una mina de oro pero solo destacaremos dos momentos más: el tremendo chasco que termina siendo la paella de Aldo ("Estaba incomible", "Es todo culpa de Joan Escribà" señala Aldo al maestro arrocero que solo la ha olido por encima) y el debate sobre el arte en el que todos se ceban con Zaida por decir que el cuadro de su amigo no le combinaría con su sofá: "Es una ignorante" dice Lucía sin tapujos.
Soy mocatriz
Desde el principio, Clara insiste en que su sueño es ser actriz y sus amigos le consiguen una audición con un famoso director de teatro. Nada más empezar, el hombre ya se queda a cuadros cuando ella saca de su bolsito a sus "hijos" (unos muñequitos bastante creepies que colecciona) y los pone a hacerle de público.
Pero su cara de circunstancias aún es más evidente después de que Clara le cante 'Lo prohibido' y le repita el monólogo de 'Lo que el viento se llevó'. "Como Escarlata era una mujer, he pensado en hacer de mujer" explica.
Gala durmiente
Hay que ver cómo es la gente rica, que no pueden ni aguantar una cena sin hacer de las suyas. Porque da igual que su amiga Julie haya preparado a conciencia una gala benéfica, a ellas solo les preocupa que las hayan separado en la mesa y se ponen a cambiar los nombres de sitio. "Imagínate que me toca con alguien que no conozco de nada. Es muy estresante pensar temas de conversación".
No se han cortado a la hora de manifestar disgusto por la velada y poco les ha faltado para quedarse dormidas encima del plato: "A mí es que las galas benéficas me parecen aburridas, y si son de mujeres aún más" recalca Clara.
Las cartas no mienten
Una de las personas que más la lía es la tarotista, que les echa las cartas unas cuantas veces porque no les ha gustado el resultado. A Clara le predice que se casará con su pareja pero habrá un segundo hombre en su vida, opción que incialmente le horroriza. "Pero... ¿tiene dinero? Eso es lo que a mí me importa".
Mientras que a Amanda le habla de una mujer envidiosa que la boicoteará desde la sombra y todos piensan que se trata de Carola, su ex novia que también está en el grupo. "¿Cómo voy a ser yo? Con todo lo que he hecho por ella" se queja la susodicha. "Solo la bloqueo en el móvil de vez en cuando".
¿Cuál es vuestro oficio?
Pocas cosas hay más surrealistas que el final. Sin entrar en detalles, el grupito de hedonistas acaba igual que empezó y lanza su mensaje al mundo, la razón de la existencia de este programa: "¿Qué importa lo que opine la gente? Hacer lo que quieras es el verdadero lujo". Vamos, que lo que en su momento era aquello de "los ricos también lloran" ahora se ha convertido en "¿cómo van a llorar si pueden secarse las lágrimas con billetes de 500 euros?". Instructivo, sí, señor.
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