Como ya he manifestado en otras ocasiones, Jaume Collet-Serra es uno de los pocos realizadores con que, personalmente, e independientemente del género que toquen y la escala de sus proyectos, no decepcionan en absoluto. Si compartís esta opinión, estáis de enhorabuena, porque esta noche, a las 22:30 podéis disfrutar en La Sexta de la fantástica 'Inferno azul'.
Después de explorar su vis más hitchcockiana en la retorcida 'La huérfana' y de reafirmar a Liam Neeson como action hero entrado en años en sus tres primeras colaboraciones 'Sin identidad', 'Non-Stop (Sin escalas)' y 'Una noche para sobrevivir'; el catalán afincado en Los Angeles cambió de tercio para enfrentar a Blake Lively contra un tiburón blanco con ganas de merendar.
A medio camino entre el thriller, el terror y el survival de manual, 'Infierno azul' ofrece unos concisos 87 minutos de metraje en los que la sencillez de la propuesta es inversamente proporcional a su tremenda efectividad; todo ello en un entretenimiento de primer nivel que sólo necesita un escualo con mala leche y una surfista con mala suerte para mantenernos en vilo al borde del asiento.
De nuevo Collet-Serra demuestra su excelente mano para construir altas dosis de suspense, una atmósfera que puede cortarse con un cuchillo, y unos niveles de tensión —mención especial para el notable trabajo del montador Joel Negron— que contrastan con unos despuntes dramáticos que refuerzan la empatía con la sufridora heroína y la convierten en algo más que simple carnaza al servicio del espectáculo.
El también catalán Oscar Jaenada, Brett Cullen, Sedona Legge, Janelle Bailey y Chelsea Moody redondean un repertorio de secundarios con muy poco tiempo en pantalla y que ceden todos el protagonismo al dúo compuesto por Lively y por un tiburón recreado con unos efectos visuales sorprendentemente sólidos si tenemos en cuenta la modestia de la producción.
'Infierno azul', con un presupuesto estimado de unos 25 millones de dólares, se estrenó el verano de 2016 con una recepción ampliamente satisfactoria tanto por parte de crítica, como en lo que respecta al público, que hizo al séptimo largometraje de Jaume Collet-Serra no sólo recuperar su inversión inicial, sino recaudar casi 120 millones de dólares en todo el mundo. Sin duda, un éxito comercial bien merecido.
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