La censura es repugnante. La autocensura, triste. Ya hablábamos hace unos días de la polémica suscitada por la emisión de unos capitulos de hentai (animación erótico-pornográfica de origen japonés) en La Sexta, y de cómo se había organizado un guirigay tremendo con titulares altisonantes y denuncias de por medio. Denuncias que ya comentábamos que no tenían ni pies ni cabeza. Y La Sexta así lo reafirma: "Se trata de una serie de dibujos animados para adultos, protagonizada por adultos y emitida en horario de madrugada, y estamos absolutamente tranquilos por lo que se refiere al cumplimiento de la legalidad". Por fín un poco de sentido común... o eso podría pensarse.
Porque, acto seguido, La Sexta coge la calle de enmedio y dice que "No obstante, consideramos que no está en la línea de lo que queremos en nuestros contenidos y para nuestros espectadores, por lo que hemos decidido retirarla de la emisión". Triste y lamentable autocensura.
Veamos, si no es lo que quieren para sus contenidos y para sus espectadores... ¿Por qué han estado semanas y semanas programándola? ¿Por qué ha sido justo cuando la polémica ha surgido que han decidido que no, que ya no era lo que querían? A mí, honestamente, me suena a bajada de pantalones para evitar críticas, por poco sentido que éstas tengan.
Y aquí no ha pasado nada. No hay censura. Nadie tiene la culpa, La Sexta ha retirado la serie por su propia voluntad. Supongo que, como cadena nueva que es, no puede permitirse que nadie la posicione con una imagen que no sea la que ellos quieren. Es un negocio privado, y hacen lo que quieren. Pero de los debates serios (sobre la calidad de la programación en general, sobre la protección de la infancia en la televisión, sobre la libertad de elección, etc.) no se habla.
Vía | Electroduende