Retirado, aburrido, apartado. Jason Bourne no está para hostias y vive alejado del mundo como un John Rambo de la vida. Pero no estaríamos hablando de la última (de momento) película de la saga si 'Jason Bourne' no fuera otra dosis de adrenalina y thriller, en este caso, mucho más cercano a títulos de los 80 y 90 que a lo que nos tenía acostumbrados la pareja artística formada por Matt Damon y Paul Greengrass.
El fin de una era
La franquicia que inició Doug Liman hace casi veinte años ya llevaba más de mil millones de dólares de recaudación cuando Matt Damon dio media vuelta y regresó a la acción tras la interesante pero impotente aventura paralela protagonizada por Jeremy Renner. Es posible que 'Jason Bourne' sea la más ingenua de la saga, la menos rocambolesca y exigente y también la menos innovadora. Probablemente por eso sea la más entretenida.
Con una inversión de 120 millones de dólares, la película era una apuesta segura de Universal, que no estaba satisfecha con el rendimiento de la película de Tony Gilroy. 'El legado de Bourne' apenas sobrepasó los 275 millones con el mismo presupuesto. El regreso del cineasta y su estrella casi dobla esa cifra sin esforzarse demasiado. Y es que esta aventura, tal vez la última, tal vez no, es una oda crepuscular a uno de los grandes nombres del cine de acción de los últimos 20 años.
Matt Damon había declarado en numerosas ocasiones que solo volvería al universo Bourne si Paul Greengrass también regresaba para desempeñar las funciones de director en el proyecto. Una vez a bordo, también confirmó lo que todos nos tememos: entrenar físicamente para el papel fue mucho más difícil a los cuarenta y tantos que a los 30, sometiéndose a una dieta muy estricta para mantener su físico durante la filmación.
La leyenda de Bourne
La ventaja de una franquicia asentada y respetada es que no necesitas demasiado esfuerzo para llegar hasta el interés de la audiencia sin perder el respeto. Así, 'Jason Bourne' es un inteligente "grandes éxitos remasterizados" donde el paso del tiempo juega a favor. El nervio y la energía se mantienen, pero la puesta en escena ha perdido un poco del ímpetu guerrillero que caracterizó a las dos entregas anteriores de Greengrass.
A pesar de que puede haber quien eche de menos el estilo anterior, hay que reconocer que 'Jason Bourne' cumple con su doble cometido: honrar el legado de un personaje intachable y hacerlo más grande. Tal vez con ese clímax tan viva Las Vegas o contar en su reparto con tres ganadores del Oscar (Matt Damon, Tommy Lee Jones y Alicia Vikander) ayuden a que la sensación sea diferente. No nos dimos cuenta, pero Paul Greengrass se había convertido en el relevo de quienes añorábamos el cine a toda velocidad del William Friedkin más correcalles.
Podríamos culpar a la película de falta de ambición o de no arriesgar, pero sobre ese inesperado clasicismo logra ofrecer un espectáculo puro, una película de acción que nunca toma al espectador por idiota. El resultado son apenas dos horas donde siempre pasa algo y que muestra unas señales de madurez inéditas por estos lares. Un cierre inmejorable teniendo en cuenta que veníamos de un ultimátum sin rival.
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