No sé por qué me empeño en tener ciertas esperanzas en los dos aspectos más importantes de los Goya: la justicia en sus premios o el entretenimiento de su ceremonia. Pocas veces ambos factores han estado de acuerdo -en mi opinión, que al final esto siempre es subjetivo-, desde que tengo uso de razón y por eso, quizá, una siempre piensa: "¡Venga, que este año X película no tiene rival y seguro que X maestro de ceremonias no decepciona!". Y así sigo empeñándome año tras año.
Anoche se entregaron los 30º Premios Goya. Una noche rara y confusa, donde la celebración del 30 aniversario de los premios se quedó a medio gas, con un guión de la gala malo y con un reparto de premios convencional y falto de riesgo. 'Truman' de Cesc Gay se alzaba como clara vencedora, convirtiendo a 'La Novia' es una de las grandes fracasadas de la historia de los Goya: partía como favorita con 12 candidaturas y sólo se llevó dos cabezones.
Alguien me decía ayer por las redes que duele pensar que hayamos pasado de premiar una película como 'El viaje a ninguna parte' de Fernando Fernán-Gómez -y primera película premiada en los Goya en 1987- a esto. Tenía razón y aunque suene extremo vamos dando marcha atrás a pasos agigantados para amoldarnos en el populismo y lo fácil. Pero no nos vayamos por las ramas y analicemos la noche de ayer.
Los galardones: el adiós a 'La Novia'
En el momento en el que Natalia de Molina subía a recoger su premio por 'Techo y Comida' de Juan Miguel del Castillo, lo supe: adiós a 'La Novia'. Inma Cuesta, una de las mejores actrices del país y cuya interpretación en la cinta de Paula Ortiz es pura raza y poderío y su injusto fracaso, ya nos daba a entender que a los Académicos, la soberbia adaptación de 'Bodas de Sangre', y la puesta en valor y en imágenes de una de nuestras obras más universales, no les había gustado en absoluto.
'La Novia' se alzó con dos de los doce Goya a los que optaba, el de Mejor Fotografía y Mejor Actriz de Reparto para Luisa Gavasa -merecidísimos ambos-, escurriéndosele de las manos premios que para una servidora era tan evidentes como el de la Música Original, Guión Adaptado, Dirección Artística, Dirección, Película y el ya citado, a la Mejor Actriz. Unos galardones que habrían premiado el riesgo, el amor por el cine artesanal y nuestra cultura en general.
Finalmente fue 'Truman' de Cesc Gay la que se alzó con los premios gordos: Mejor Película, Dirección, Guión Original y Actor Protagonista y de Reparto. "El reconocimiento definitivo de Cesc Gay", dicen algunos. Pero resulta muy triste que sea por su película más floja y fácil, habiendo filmado títulos excelentes como 'En la ciudad' (2003) o 'Ficció' (2006).
Una elección que asienta la línea que la Academia ha ido tomando en los últimos años: la de la comodidad y el convencionalismo, la falta de riesgo, la de premiar lo que al público le gusta más, sin tener en cuenta la complejidad, dificultad y valores culturales de otros títulos y que premiándolas, serían un pequeño trampolín para mejorar sus resultados durante el reestreno. Sin duda, uno de los repartos de premios más injustos que recuerdo.
Dani Rovira: el chiste malo y el temido número musical
Y por segundo año consecutivo, Dani Rovira lo intentó con mucho ahínco y volvió a fracasar. Y no fue del todo culpa suya -bueno sí, que él firmaba el guión-, pero lo cierto es que sus apariciones estaban plagadas de chistes malos, sin gracia y que, curiosamente, sólo funcionaban cuando se dirigía a los políticos y en momentos muy concretos.
Uno de esos momentos fue, sin duda, su invitación -en la lengua materna de los nominados- a Tim Robbins y Juliette Binoche a un bar de Málaga. Aunque ambos ponían cara de circunstancia, tuvo su gracia el demostrar que los españoles y los idiomas están enemistados y Rovira lo tomó con mucha deportividad y salero. Y lo remató invitando a al Ministro de Cultura a la fiesta malagueña tras haber hablado del IVA cultural y Montoro: "Si no bajan el IVA de los yates, me da igual porque no tengo yate. A Montoro le pasa lo mismo con la cultura”.
Pero pasó lo que nos temíamos y llegaron los números musicales. Aunque el primero de arranque -en playback, somos muy tristes-, dio algo menos de vergüenza ajena que otros años, a pesar de las letras pésimas y la falta de originalidad, fue el 'Nariz contra Nariz' que se marcó con Berto Romero en el patio de butacas el más sin sentido y absurdo, pero el que más nos hizo reír al ver la cara de orgullo de Antonio Resines. Seguro que fue idea suya.
Y bien, si nombras a Neil Patrick Harris cantando: "Neil Patrick Harris, esto lo hacemos en España y con menos presupuesto", asegúrate de estar a la altura. Que me imagino al pobre Patrick Harris llorando al haber inspirado eso. En definitiva, señores de la Academia...¡qué vuelva Rosa María Sardà!
Y...¿a qué vino ese peloteo a Mario Casas? Cito: "¿Qué tiene que hacer Mario Casas para ganar un Goya?" Sí, Dani Rovira alabó al actor de 'Palmeras en la nieve', que no acudió a la ceremonia declarando que es uno de los actores más solicitados del país. Mostró la foto "en bolas" de ambos y confirmó lo que nos veníamos temiendo: a la Academia cada vez le importan más los números de la taquilla por lo que los Goya terminarán siendo la recompensa por haber llevado al cine al público, en lugar de la calidad de las películas.
La emoción de los Guzmán, el talante de Irene Escolar
La ceremonia arrancó emocionada con uno de los primeros premios de la noche, el de mejor actor revelación para Miguel Herrán, protagonista de 'A cambio de nada' de Daniel Guzmán. Y es que, el emotivo discurso de Herrán y las bonitas palabras que dedicó a Guzmán hicieron muy fácil olvidernos de que nuestro favorito en la categoría era otro: "Has conseguido que un chaval sin ilusiones, sin ganas de estudiar, descubra un mundo nuevo, quiera estudiar y quiera trabajar". Así se le ablanda el corazón a cualquiera.
Pero las emociones para la familia Guzmán no acabaron aquí. Daniel Guzmán recogía el Goya a la Mejor Dirección Novel, 12 años después de haber ganado el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción por 'Sueños' en 2004. El actor y ahora director, le dedicó, emocionado el premio a su abuela Antonia, de 93 años e intentó colocarla como actriz en más pproyectos. Y claro, nuestro corazoncito volvió a ablandarse aunque apostáramos por otro -team 'El Desconocido'-.
Y junto al de Herrán, uno de los discursos más emotivos de la noche fue el de Irene Escolar, ue subía a recoger su premio a la Mejor Actriz Revelación por 'Un Otoño sin Berlín', pocos minutos después de haber llegado a la ceremonia tras salir de una función de 'El Público' de Lorca en Zaragoza. Claramente emocionada, Escolar agradeció el premio a sus compañeros del teatro, y de profesión y a Lara Izagirre, directora de la cinta y sentada casi al final del auditorio -tristísimo-.
Dejó clara su maravillosa vocación y demostró en su contención y su perfecta dicción y su forma de hablar, sus tablas sobre un escenario. Es ya, a su corta edad, una gran dama de la escena teatral y poco a poco, lo será de la escena fílmica. Estamos deseando ver su evolución en la gran pantalla.
Los guionistas no pasan por el photocall
Casi no ha salido en ningún medio, pero los nominados en las categorías de mejor guión están muy cabreados. ¿Por qué? No les dejaron pasar por la alfombra roja como al resto de candidatos ni posar el el photocall. Y con razón que estén enfadados. Esta negativa a pasar por la alfombra roja, les convierte en nominados de tercera categoría y da la impresión que tienen que invitarlos porque lo les queda otra. Penoso y vergonzoso y se les vuelve a ver sus claras intenciones.
La gente que trabaja en la industria cinematográfica no está del todo integrada -por suerte- de gente que quiere ser famosa. Lamentamos mucho que no vistan de Dior o Armani, ni midan 1,90, pero ¿que nos importa si nos emocionan con sus trabajos? Sin guión no hay película y sin películas, la alfombra roja no existiría. Obviamente, guionistas tan activos en Twitter como Borja Cobeaga, tuvieron mucho que decir al respecto, al igual que el Sindicato ALMA de Guionistas:
El discurso de Resines
Con muleta en mano, Antonio Resines se enfrentó a su primer discurso como Presidente de la Academia de una forma, quizá, extremadamente cómica. No sé si por ese tono suyo tan característico, porque se notó que no tenía el discurso aprendido o porque, a pesar de algunos puntos certeros en su discurso, dio la impresión de que vivíamos en los años 90. Juzguen ustedes.
La política
En un momento de sus monólogos, Dani Rovira dijo: "Esta noche en la primera fila tenemos cuatro actores con Oscar. Tenemos a un Premio Nobel. Y a un Príncipe de Asturias. Y a un posible futuro gobierno de nuestro país. Sánchez, Iglesias, Rivera, Garzón… la Academia ha preparado una sala con cuatro sillas, una mesa y un plasma para que habléis los cinco. Antes de que empiece la barra libre, porque se lía la cosa y Resines acaba presidiendo el país”.
Obviamente, Pablo Iglesias, Albert Rivera, Pedro Sánchez y Alberto Garzón se morían de la risa desde el patio de butacas. Nunca antes hubo tanta representación política en una gala de los Goya, ya que a estos, se les sumaba la presencia de Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid y, Patxi López, presidente del Congreso e Iñigo Méndez de Vigo, ministro de Cultura. Y era obvio que tanto el discurso del Presidente de la Academia, como los monólogos de Rovira o los agradecimientos de algunos premiados les harían referencia.
Ahora, sentimosmucha curioidad por cuántos de ellos acudirán a la ceremonia del año que viene, cuando ya sepas -o eso esperamos- quien nos estará gobernando. Pero os dejamos con uno de los mejores agradecimientos de la noche, el de Ricardo Darín, que además de quejarse de la falta de respeto que suponía cortar los agradecimientos con música, dijo lo siguiente:
Y entonces, ¿para qué sirven los Goya?
Muy buena pregunta y como muchos me han pedido que entre en debate, lo voy a hacer. Aunque aclaro que es todo una cuestión personal y me parecen igual de válidas todas las opiniones, y mi visión es sólo una forma de entender los premios, aunque vaya a contracorriente. No os preocupéis, que no me extenderé mucho.
Y es que para mí, los premios que otorga una institución como la Academia deberían ser una plataforma que ayudara a dar a conocer nuestro cine. Un cine variado, arriesgado, diferente y para todos los gustos. Cine que innova, es transgresor y promueve los valores culturales de universales y de nuestra propia identidad, que cruza fronteras y nos representa. Un cine que va mucho más allá del número de espectadores que van a verlo a las salas.
El cine se hace para el público, sí. Sin público no hay películas, pero hay muchos tipos de público. El cine también se hace como medio de expresión: para hablar de nosotros, de lo que nos preocupa de lo que nos emociona: 'Truman', 'La Novia', 'Nadie quiere la noche', 'El Desconocido'...
"Las películas no compiten entre ellas. Las películas suman. Sólo pueden sumar.", dijo Fernando León de Aranoa. Cierto, pero la Academia es la primera que las hace competir: en la taquilla. Y detalles hay de sobra para corroborarlo: desde el peloteo a Mario Casas, la polémica de los guionistas o la presencia excesiva de rostros televisivos que no han hecho una película en su vida. Y ahí lo dejo. Bueno, no, para acabar os dejo con el mejor momento de la gala:** el homenaje a Buñuel. **
Fotografías | El País
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