Hollywood olvida y perdona con muchísima rapidez. Le pasó a Tom Cruise, le pasó a Winona Ryder y, en tiempo récord, le ha pasado a los Globos de Oro, que después de estar cancelados en 2022, donde tuvieron que dar los premios casi de tapadillo, ya se han recuperado del todo y han vuelto a ser "la antesala de los Óscar", ese término que da tanta rabia y que, al mismo tiempo, es tan certero. Pero, en este caso, la famosa "antesala" lo que ha hecho es liarnos todavía más cualquier posible expectativa que tuviéramos sobre lo que va a ocurrir el 3 de marzo. ¿Creías que 'Anora' tenía el camino hecho y Mikey Madison iba a arrasar con todo? Bueno, pues quizá sea el momento de darle una vuelta. Sí, otra más.
La gran noche del Ozempic
Después del absoluto desastre de Jo Koy el año pasado, con un monólogo que pasará a la historia de la infamia de las galas de premios, Nikki Glaser ha sabido batear perfectamente, con diez minutos iniciales en los que no ha parado de lanzar puyas constantes a los asistentes. Sí, no ha sido Ricky Gervais (y, francamente, ni falta que hace), pero chistes como "Estoy en una habitación llena de productores, en un hotel, ¡y esta vez tengo toda mi ropa!" o "Zendaya, estabas increíble en 'Dune 2', me desperté en todas tus escenas" muestran que no estaba dispuesta a pasar desapercibida.
Hubo tiempo para reírse de 'Joker: Folie à deux' o 'Wicked' ("No sabía mucho sobre ella antes de este año porque tenía amigos en el instituto"), pero también para lanzar piropos a Nicole Kidman ("Le doy a 'Babygirl' dos dedos arriba") y a Glen Powell ("Estuviste en todo: 'Twisters', 'Hit Man', mi cabeza cuando tengo sexo con mi novio..."). Puede que no fuera el mejor monólogo de la historia, pero fue funcional. Como la gala en sí, que no tuvo ningún tipo de sorpresa en cuanto a lo formal, ni intentó salir en ningún momento de la batería de premios continua. Había 27 galardones que dar (por comparación, en los Óscar hay tres categorías menos) y no había tiempo para actuaciones musicales o momentos que la diferenciaran de cualquier otra gala.
Aunque es una pena, porque hubo algún intento infructuoso, como ese momento de Glaser mezclando 'Cónclave' y 'Wicked' en un musical ("Pope-ular"). Además de, claro está, su recibimiento tras perder el Globo de Oro a mejor especial de comedia, que fue para Ali Wong. Eso sí, que los fans de Rosa María Sardá no se preocupen: ella eternamente será la mejor recibiendo sobre el escenario este tipo de noticias. Y sí, cuando decimos que es "funcional" significa que el próximo martes ya nos habremos olvidado de absolutamente todo lo que ha pasado en el escenario. No hubo nada de los Globos de Oro que vaya a pasar a la historia, salvo, quizá, la confusión general que ha dejado en la carrera de premios.
Brutal, Emilia
Ya sabíamos que este año no iba a haber un paseíllo triunfal para ninguna película, pero no vimos venir que hasta diez diferentes subieran a recoger galardones (y que ninguna fuera 'Anora'), desde el premio consolación de 'Wicked' a mejor "logro cinematográfico y de taquilla", que el año pasado recogió 'Barbie' y se confirma como la excusa para que algo popular no se vaya de vacío, hasta la increíble banda sonora de 'Rivales', que, por otro lado, debería tener todos los premios del año más que asegurados. Y ya va siendo hora de que sustituya en las discotecas a muchos temas que suenan infinitamente más anquilosados.
Personalmente, una de las mayores alegrías de la gala fue el premio para 'Flow', una película de animación sin diálogos hecha en Letonia que se ha impuesto sin problemas ante Disney y DreamWorks. Por más que me encante 'Robot Salvaje' siempre es un gusto ver que propuestas distintas a las habituales consiguen su reconocimiento, sobre todo después de años en los que esta categoría parecía darse en piloto automático. Hay un mundo increíble en la animación una vez abres las ventanas para ventilar, pero Hollywood había tardado en darse cuenta.
Como he dejado caer, la gran sorpresa es que 'Anora' se ha ido a su casa tal y como llegó, ahogando muchísimas de sus posibilidades de ahora en adelante (de anora en adelante) y dejando que la carrera hacia la estatuílla dorada ahora mismo solo tenga dos competidores claros: 'Emilia Pérez' y 'The Brutalist', la primera con cuatro y la segunda con tres Globos en su haber (los de la segunda mucho más importantes, todo sea dicho). Por supuesto, esto no asegura nada. Hace dos años, sin ir más lejos, los Globos premiaron a 'Los Fabelman' y 'Almas en pena de Inisherin' dejando sola a 'Todo a la vez en todas partes'. Sí, Sean Baker tiene una oportunidad... pero no haberse llevado ni un solo premio lo pone francamente difícil. De número uno a furgón de cola.
Fotocópiame los Emmy, anda
En cuanto a la televisión, nos hemos encontrado de bruces ante los premios menos interesantes de los últimos años, prácticamente un calco a papel cebolla de los Emmy donde han triunfado 'Hacks', 'Mi reno de peluche' y 'Shogun', y tan solo algún galardón suelto (el de Tadanobu Asano, por ejemplo) han animado un poco el cotarro. El resto tenía la misma emoción y misterio que un episodio de 'Dora la Exploradora'. Al menos pone fin a la temporada de premios televisivos ratificando lo que han dicho todos los anteriores y dejando vía libre para los cinematográficos.
La gala sí nos ha regalado algún que otro momento brillante -en tres horas, ya ha habido tiempo-, como ese reencuentro de las dos partes de 'La Sustancia' en el escenario (con posterior victoria más o menos inesperada para Demi Moore), el aplauso general hacia Kathy Bates (de quien después se acordaría al ganar Anna Sawai) y la reacción de Seth Rogen, totalmente fuera de guion, hacia el plano que les obligaban a hacer a todos los presentadores, dando la espalda al público de manera constante. Como ha dicho, era "rarísimo, no es elegante, es extraño". Toda la razón. Y lo dice el guionista y productor de 'La fiesta de las salchichas'.
Al margen de esta extraña decisión y de algunos momentos aparentemente chistosos que no han funcionado (Ke Huy Quan diciéndole a Ariana DeBose que le había escrito un discurso), la gala ha sido relativamente elegante y rápida, dentro de lo que cabe. No os quiero llamar a engaño: si no la habéis visto, no hace falta que corráis a recuperarla. No es una joya. El único motivo por el que merece la pena verla es por trabajo, por interés desmesurado en los premios o por puro y duro masoquismo. Si tu definición de "noche de ensueño" es estar de dos a cinco de la mañana viendo a famosos entregando premios sin parar, los Globos de Oro son la respuesta a tus plegarias.
Como suele pasar en esta ceremonia, los mejores momentos los han dado los discursos. Zoe Saldaña gritando por encima de la música que indicaba que se estaba pasando de tiempo, Tadanobu Asano aclarando "No me conocéis, vengo de Japón", Jacques Audiard -intérprete mediante afirmando que espera "que en estos tiempos 'Emilia Pérez' sea un foco de luz", Demi Moore demostrando que la narrativa de su retorno probablemente va a hacerle ganar el Óscar y nuestra Karla Sofía Gascón terminando la noche con la esperanza de que "la luz siempre gane a la oscuridad".
Un globo, dos globos, tres globos
Y si os estáis preguntando si ha habido discursos políticos... Sí. Pero no. Sin señalar a nadie. Con miedo a que el presidente se enfurezca, y hablando en términos de "en estos días" o "en esta época oscura". Sebastian Stan, que ha ganado el premio por 'A different man', bien sabe lo que es vivir en el nuevo Hollywood tras ganarse varias enemistades por su retrato de Donald Trump en 'The apprentice', a la que no se atrevieron siquiera a nominar. Aún quedan los Óscar, pero Hollywood parece haber olido el clima actual y ha decidido que es momento de bajar la cabeza y esperar a que pase en lugar de luchar contra él. Como dijo Glaser en su monólogo inicial, "Podéis hacer lo que queráis, excepto decirle al país por quién votar". Se huele el miedo.
Esta gala ha sido, pese a los intentos por levantarla gracias a chistes más o menos acertados (llamar a Glenn Close "la actriz de 'Looney Tunes: De nuevo en acción'" me ha hecho soltar una carcajada, lo confieso), francamente aburrida. Sí, calienta la temporada de premios, que esta vez se presenta con más posibilidades que nunca. ¡Incluso películas que a priori no estaban tan dentro de la conversación como 'Cónclave' y 'Rivales' tienen de pronto una segunda oportunidad! Pero es más divertido leer sobre ello al día siguiente que aguantar tres horas y pico de palmaditas en la espalda, collejas cariñosas y abrazos auto-laudatorios continuos.
Los Globos de Oro, en su afán por agradar a todos, carecen de identidad propia. ¿Son solo la antesala de los Óscar? ¿Son los premios gamberros? ¿La oportunidad de que la prensa extranjera se radicalice en sus opiniones? ¿Qué son? ¿Realmente tratan de decirnos algo o son solo un intento de adivinar quién se llevará la estatuílla dorada dentro de dos meses? De momento, solo nos queda el hastío. Que, con algunos chistes acertados, al menos entra más a gusto.
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