'Longmire' cierra temporada poniendo a sus personajes contra las cuerdas

'Longmire' cierra temporada poniendo a sus personajes contra las cuerdas
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Todos los veranos hay siempre series de las que muy poca gente habla, pero que figuran entre las que congregan a un mayor número de espectadores frente al televisor. Una de ellas es 'Longmire', el procedimental con toques western que ha superado en su segunda temporada los cuatro millones de espectadores en A&E, convirtiéndose en una de las series más vistas de la todavía corta parrilla de ficción de ese canal. 'Longmire' atrae pocas miradas blogueras porque es muy poco cool y en su centro no hay antihéroes torturados; es un policiaco de los de siempre centrado en el estoico sheriff de un pueblo de Wyoming. Los espectadores saben perfectamente lo que van a ver semana a semana, y la serie sabe de sobra dárselo.

Como ya comentamos cuando se estrenó esta segunda temporada, 'Longmire' parecía estar explorando más las relaciones entre Walt y sus ayudantes y entre Walt y su hija, ésta última marcada por los secretos alrededor de la muerte de su esposa en Denver. Ése es un secreto del pasado del sheriff que colea desde el piloto, y que los ha puesto a él y a su amigo Henry al borde del abismo. Su venganza contra el yonqui que mató a su mujer expone el lado oscuro de Walt, ese pronto que le lleva a tomarse la justicia por su mano y, por ejemplo, amenazar al acosador de Vic para que la deje en paz. Pero ese lado oscuro tiene sus consecuencias, y él va a tener que afrontarlas no sólo a través de la investigación del detective Fales, sino de los actos de sus ayudantes.

Entre Vic y Branch

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Fales le explica a Longmire que está investigando el asesinato del yonqui porque, de pequeño, se cansó de ver cómo el sheriff de su pueblo se escudaba en su placa para hacer lo que le diera la gana, y su corrupción acababa contagiándose a sus ayudantes. En el caso de Walt, lo que ha terminado trasladándose a Vic y Branch es su costumbre de solucionar él solo sus problemas más acuciantes. Walt quería vengar él solo la muerte de su mujer y, tras el accidente de Cady, decide que tiene que sufrir una penitencia, también él solo. Branch, por su parte, tiene que expiar de algún modo el enfrentamiento con Walt en las elecciones a sheriff al investigar en solitario el grave atropello de Cady, y Vic intenta manejar ella sola la presencia de ese ex compañero de Filadelfia que quiere vengarse de ella por haber delatado a un policía corrupto, que era su compañero.

Todas esas líneas confluyen en un final de temporada que se cierra con un gran cliffhanger triple, en el que los tres confrontan las consecuencias de sus actos del pasado y de su propia arrogancia. 'Longmire' a veces peca de tirar de momentos dramáticos demasiado potenciados, que buscan impactar sin mucho más, pero es interesante que Walt no haya sido el centro único de ese último episodio. La mayor exploración de Vic y de su relación con el sheriff ha sido interesante, especialmente al ver que son dos personas bastante parecidas en el fondo, y porque verlos juntos en pantalla suele ser siempre bastante entretenido. Darle a Moretti un pasado muy complicado en Filadelfia puede ser un cliché, pero ayuda a darle más matices al personaje, del mismo modo que se ha evitado retratar a Branch durante la campaña como el "malo", simplemente.

Secretos y espacios abiertos

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Los secretos de todos ellos han sido el armazón sobre el que se ha construido el bloque de 'Longmire' en la segunda temporada, que también ha mostrado nuevos aspectos del condado de Absaroka y ha continuado tirando de esos planos exteriores muy abiertos para aprovechar el paisaje y sus deudas con el western. De hecho, casi se han convertido en su marca de la casa los planos con mucho cielo, y casi siempre un cielo repleto de nubes (metáfora muy evidente de la tormenta que les cae encima a todos al final de la entrega) o con los tonos rojizos del atardecer. Presentar a los personajes en medio de esa naturaleza también ayuda a potenciar esos secretos que no comparten con nadie y esa actitud individualista a la hora de solucionar sus problemas, también muy de las historias del Oeste.

En general, el mayor interés por desarrollar a Vic y Branch ha hecho que 'Longmire' haya subido ligeramente de nivel en esta segunda temporada. No se ha olvidado de continuar matizando y pintando más sombras en el retrato de Walt, para que no parezca el típico héroe de una pieza de estas series, y como resultado, todo el conjunto ha resultado más entretenido. Esa tendencia al drama intensificado un poco artificialmente (hasta con algún que otro intento de tinte épico) es uno de sus puntos débiles, pero el conjunto de personajes que la serie ha construido en estas dos primeras temporadas justifica plenamente su visionado veraniego. Sus armas son las que las series autoconclusivas han utilizado durante años y años, y sabe utilizarlas para enganchar al espectador.

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'Longmire' tendrá tercera entrega el próximo verano, una tercera entrega en la que veremos qué secuelas le quedan de Branch de su amago de enfrentamiendo con Jacob Nighthorse, si Vic consigue librarse finalmente de Ed Gorski y si realmente sufrirá en el proceso, y si Walt decide continuar investigando la muerte de su mujer, ahora que Henry está detenido como sospechoso del asesinato del yonqui y que Longmire cree que el asunto es más complejo de lo que parecía. No es que una conspiración sea lo que la serie necesita, pero que el lado oscuro del sheriff salga a relucir más a menudo no es malo. Ah, y que le den algo más que hacer a Ferg, que se le ha echado un poco de menos.

P.D.: La conjunción en un capítulo de Katee Sackhoff, el término fracking (que se refiere a una técnica de extracción de gas natural muy dañina con el suelo) y la dirección de Michael Rymer fue un guiño indirecto a 'Battlestar Galactica' muy simpático.

En ¡Vaya Tele! | 'Longmire' vuelve buscando profundizar en sus personajes

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