Ahora que estamos en pleno arrebato seriéfilo, con la llegada de las nuevas series de la temporada y con los regresos de nuestras favoritas, es fácil que perdamos de vista algunas otras ficciones que se estrenan en canales a los que quizá no tengamos en nuestra primera línea de fuego. Bueno, eso es justo lo que me ha pasado a mí con 'Witches of East End', la nueva serie del canal Lifetime.
Si sois amantes de las historias de brujería, con muchas implicaciones misteriosas y sobrenaturales, con mujeres que llevan una vida "normal" a las que de repente asaltan criaturas mágicas con intenciones malignas, que descubren que no son simples mortales, sino figuras trascendentales para la consecución de un bien, quizá os interese echar un vistazo a esta serie.
Tal vez os recuerde mucho a las 'Embrujadas' y tal vez os gustan este tipo de placeres culpables. Es mi caso. 'Witches of East End' me llamó la atención por su temática (ahí es que o entras o casi mejor no lo intentes) y, tras ver el piloto, me ha conquistado por la eficacia en su desarrollo. Desde luego, no será del gusto de cierta parte del público, pero yo creo que esta serie desarrollada por Maggie Friedman ofrece exactamente lo que promete y eso no es poco.
La historia es una adaptación de una novela de Melissa de la Cruz y nos habla de la familia Beauchamp. La madre, Joanna (interpretada por una Julia Ormond que sirve estupendamente como reclamo artístico) es una bruja que ha ocultado su verdadera identidad a sus hijas (también mágicas): Ingrid y Freya. A lo largo del capítulo, descubrimos el porqué de esa ocultación. Sobre Joanna pesa una maldición que hace que dé a luz a unas hijas que mueren una y otra vez, para desconsuelo de su madre. La llegada de un ser maligno que se "transforma" en Joanna y que pretende vengarse de la familia, así como la aparición de la hermanísima Wendy, provoca que se inicie un conflicto que pone en riesgo las vidas de estas brujas.
Diré que el piloto me pareció estupendo, con mucho ritmo, en el que pasan muchas cosas, se presentan conflictos de todo tipo, tiene un cliffhanger intenso, vaya, que a mí me ha picado la curiosidad. Juega además, con un elemento de los que conquistan al público más romántico: el amor pasional que protagoniza Freya, que parece venir de siglos atrás y le empuja a enamorarse del hermano de su prometido. Tiene elementos visuales muy potentes, como ese cuadro en el que un personaje está atrapado en el desierto... En fin, que me resultó muy emocionante y que cumple con las expectativas de lo que, eso sí, se puede esperar de una serie de este tipo. Ojalá aguante bien el tipo.
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