Centrándonos en el panorama cinematográfico, si algo ejemplifica la caótica y atípica situación en la que se ha visto sumido el mundo durante este nefasto año 2020, eso ha sido la escasez de producciones superheróicas. Hasta la fecha estábamos acostumbrados a un flujo incesante de estrenos anuales este tipo de productos, lo cual consiguió que muchos empezásemos a notar cierta saturación y a percibir cada vez más unas evidentes costuras compartidas por títulos, salvo honrosas excepciones, cada vez más similares entre sí.
No voy a negar que, a pesar de ser un gran aficionado al subgénero, el bombardeo de spandex y superpoderes comenzaba a pasarme factura, y confiaba en que este parón forzoso me ayudase en cierto modo a recuperar el interés en él. Por desgracia, y a pesar de haber disfrutado enormemente no sólo de la aventura en solitario de la Mujer Maravilla lanzada en 2017, sino de buena parte de las películas de DC Films desde 'El hombre de acero' de Zack Snyder, 'Wonder Woman 1984' no ha hecho más que aseverar mi creciente desencanto.
Camuflada como un entretenido espectáculo audiovisual a la altura de lo que requiere el personaje y lejos del frescor aportado por algunas de sus homólogas recientes, la segunda aproximación de Patty Jenkins a la amazona de Detective Comics vuelve a reflejar la cara menos inspirada de la industria sobre un libreto formulario, repleto de recursos huecos, personajes genéricos y un irritante regusto a déjà vu.
Mirando al pasado
Resulta, cuanto menos, paradójico, que 'Wonder Woman 1984' plantee una mirada al pasado tratándose de un largometraje que parece haberse estrenado obsoleto en términos narrativos. Y es que, una vez terminados sus incomprensiblemente abultados 150 minutos de metraje —que, siendo honestos, no llegan a hacerse particularmente cargantes—, da la sensación de que no haya pasado más de una década desde que La casa de las ideas comenzase a hinchar la burbuja comiquera con la primera piedra del ambicioso Universo Cinematográfico de Marvel.
Soy de los que opinan que la inmensa mayoría de historias ya han sido contadas de un modo u otro; pero la simple premisa del filme, una suerte de adaptación apócrifa de 'La pata de mono' de W. W. Jacobs —de hecho, un personaje alude al relato sin ningún tipo de pudor—, ya hace gala de una falta de originalidad que termina derivando en una previsibilidad que invitaría a desconectar rápidamente de no ser por el acertado ritmo con el que evoluciona el relato.
Más allá de sus referente, el tratamiento de los protagonistas y antagonistas de 'Wonder Woman 1984' se muestra igualmente falto de inspiración; algo especialmente acentuado en unos villanos a medio camino entre el cliché y la caricatura, dibujados con cierta condescendencia y cuyas motivaciones dejan mucho que desear en términos dramáticos. Mención especial para el Maxwell Lord de Pedro Pascal; una obvia versión alternativa del ahora expresidente estadounidense Donald Trump que ayuda a perfilar el discurso político velado en la cinta.
Esto último va perfectamente alineado con un tono que no termina de encontrar plenamente su camino, y cuyo tono naíf predominante, heredado de algunas producciones similares de los años 80, choca frontalmente con una gravedad impostada que no termina de cuajar en el conjunto y que se pierde entre la falta de riesgo y en la habitual sensiblería bienintencionada. Algo que alcanza su máximo exponente en un tercer acto que colinda peligrosamente los terrenos del bochorno y que parece extraído del texto más relamido de Paulo Coelho.
Aguantando el tipo
Aunque prácticamente todo lo expuesto hasta el momento invite a pensar en otro descalabro mayúsculo para DC Films tras el deficiente refrito que resultó ser 'Aves de presa', 'Wonder Woman 1984' se las apaña para mantener el tipo gracias a su gran baluarte: un reparto que exuda química y carisma, y en el que destacan desde el mencionado Pedro Pascal hasta, especialmente, el dúo compuesto por las deslumbrantes Gal Gadot y Kristen Wiig; pasando por un Chris Pine que regresa como Steve Trevor tras su funesto destino en la 'Wonder Woman' original gracias a un artificio de guión poco menos que vergonzante.
Junto al elenco, brillan unas escenas de acción marca de la casa, tan vistosas e intensas como sorprendentemente escasas —desgraciadamente no nos libramos de la pelea de rigor con enemigo generado por ordenador de por medio—, que aúnan el fantástico trabajo del director de fotografía Matthew Jensen con las partituras de un Hans Zimmer acomodado, pero sobradamente eficiente en su labor al frente de la banda sonora. Dos elementos clave para ayudarnos a digerir con mayor facilidad una obra ya de por sí diseñada para su consumo rápido y efímero.
Los deseos y sus consecuencias son una parte esencial del motor narrativo que mueve 'Wonder Woman 1984'. Pues bien; si tuviese que pedir uno después de ver lo último de Patty Jenkins, eso sería que el más que probable regreso de la Mujer Maravilla de Gal Gadot a la gran pantalla pudiese desvincularse de las férreas ataduras de la industria para ofrecer un producto libre y, hasta cierto punto, arriesgado, que hiciese justicia a su icónica protagonista. Si el precio a pagar por ello fuese pasar unos cuantos años sin cine de superhéroes, tampoco pasaría nada... ¿verdad?
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