Había muchas esperanzas en ‘Ejército de los muertos’ por ver cómo el director de la espectacular ‘Amanecer de los muertos’ (2004) trataba el género zombie en un proyecto que se había macerado como secuela espiritual de aquella en la década de los 2000. Pero, en aquel momento, en vez de una nueva entrega del nuevo universo que proponía, Zack Snyder se decidió por ‘300’ (2006), una apuesta totalmente diferente, mientras su debut cambiaba todo para siempre.
Tanto fue el impacto que la cuarta entrega de la saga de George A. Romero, que contaba su historia desde el momento en el que él mismo lo había dejado, resultó vilipendiada por los fans del género, todavía electrizados por la puesta al día del clásico del propio creador del muerto viviente moderno. Uno de los principales reparos de muchos de esos fans fue la presencia de zombies evolucionados, con recuerdos de viejas vidas, que habían desarrollado hasta cierta sensación de comunidad, con uno de ellos empatizando hasta tal punto que sufría al ver morir a sus compadres.
SPOILERS del film en el texto
Ahora, ’Ejército de los muertos’ se presenta con el género drenado por tantas series, sagas, y largometrajes que es imposible ya saber qué es novedoso en este. Lo que sí hace es tomar la secuencia inicial de ‘La tierra de los muertos vivientes’ (2005) y extenderla a la duración de una película, con un grupo de mercenarios malencarados incursionando en una zona infestada de zombies para darse cuenta de que “ahora piensan, han aprendido”, como le dice un personaje a modo de advertencia a sus compañeros en ambas películas.
Viva Las Vegas
También ambas tienen a un zombie gritando de dolor frente a la cabeza cortada viviente de uno de sus compañeros, pero en donde la de Romero ubicaba ese sentimiento dentro de una saga en la que habíamos visto a los muertos ir aprendiendo y tomar conciencia, aquí sucede, un poco como la mayoría de decisiones, porque sí. Los zombies evolucionados de ‘Ejército de los muertos’ no son tanto una evolución como una implementación de videojuego, para hacerlos más monstruosos, menos humanos, que es lo que hacía que estos den esa extraña mezcla entre escalofríos y lástima.
Aquí los zombies parecen Uruk-Hai, señores ciclados sin camiseta, bailarines super rápidos capaces de hacer movimientos de artes marciales, con algunas coreografías que convierten algunos encuentros con infectados en escenas de una saga de acción a lo John Wick, con esa sensación de estar viendo a un especialista con su maquillaje de ir a la zombie walk. Y hay algo bueno que Snyder no ha olvidado tras proponerlo en su magnum opus. No racanear las muertes de zombies o cohibirse en las explosiones de cabezas de estos.
Puede que la mayor virtud de tratar de hacer un videojuego en imágenes es no tener remilgos a mostrar las muertes llenas de exceso, y en ese aspecto hay que darle la enhorabuena al director y a Netflix por no mostrar mojigatería, pero tras las capas de sangre digital –muy bien conseguida en muchas ocasiones– y la sorpresa inicial, se vislumbran muchos elementos que hacen de ‘Ejército de los muertos’ una película de zombies floja, poco interesada en esto más que como obstáculo, en ningún momento hay verdadero miedo o tensión más allá de la persecución de turno.
La brillante ‘Zombies Party’ (Shaun of the Dead, 2004) decía en un momento que las buenas películas de zombies son las que no utilizan la palabra prohibida, zombie, “porque es ridículo”. Y en ‘Ejército de los muertos’ no solo la repiten desde un principio sin cesar, sino que en un alarde de buen gusto Snyder decide usar la canción ‘Zombie’ de Cramberries al final, demostrando una vez más que, como con ‘Watchmen’, a veces no entiende el material con el que trabaja y lanza todo a la pantalla con criterio adolescente, aunque sea una canción que trata sobre el IRA.
La ruptura de la regla de la palabra Z se acompaña por otra aún más tonta: explicar el origen de los zombies, dándole una mema explicación extraterrestre –hasta se ven dos naves volar en el prólogo–, solo otro detalle que deja ver su falta de interés en el subgénero, más allá del ejercicio catárquico de Shoot 'Em Up, por lo que no extraña que su forma de avanzar en este sea hacer más monstruosos a los resucitados a base de muchos anabolizantes, gritos de Godzilla y maquillajes propios de la serie Buffy, cazavampiros. Una concepción básica que recuerda a las malas secuelas para vídeo de éxitos más grandes, que normalmente dirigían otros para salir del paso.
Cine de atracos genérico
De hecho, no hay mucha diferencia entre ‘Ejército de los muertos’ y ‘El amanecer de los zombies’ (House of the Dead 2, 2005), irónicamente titulada así en España, pese a ser una superior secuela de la catastrófica cinta de Uwe Boll, que trataba de ser un Resident Evil atolondrado y que también tenía una cuenta atrás nuclear idéntica a la del presente film. Sin embargo, Snyder quiere parecerse mucho a ‘Aliens, el regreso’ (1986) de James Cameron, tanto que perfila la trama del traidor de forma idéntica, con momentos ya cliché repetidos como si no pasara nada e incluso hace que la Vasquez de este film (con la misma bandana) muera de forma similar.
El final con la vuelta para rescatar a su hija, acaba con el idéntico plano de Ripley esperando la nave y apareciendo (en este caso un helicóptero, haciendo el final del film Romero que no incluyó en su remake) desde el mismo ángulo, y aquí en vez de una reina madre cabreada por sus hijos tenemos a un zombie vengador de su esposa y el feto que llevaba –si, hay planito del feto zombie como ‘Amanecer de los muertos– cuyo arco dramático es tan ridículo y tomado en serio que si viniera firmado por cualquier otro director se estaría hablando de un bodrio sin pretextos.
Y es precisamente esa disposición al drama familiar lo que aleja a la película de ser un artefacto de género efectivo. Porque, como película de atracos, tampoco destaca en absoluto. En un mundo en el que ‘La casa de papel’ (2017-2021) triunfa en Netflix, el golpe que plantea ‘Ejército de los muertos’ no solo resulta poco elaborado, sino hasta cierto punto secundario. No se nota la urgencia en ningún momento y las dificultades para efectuar la sustracción se suceden sin más orden que el de ir a la fase uno o la fase dos.
Una oportunidad perdida con ocasionales momentos de locura
Se presenta el plan, se expone la escena de mostrar los mapas del lugar, pero realmente ni se juega con ese plan ni los planos sirven para nada. Es como si hubiera que poner la escena de reunión con el jefe porque es lo que viene en el manual de las películas de golpes, no porque la información que se nos da en ese momento vaya a tener ninguna relevancia. No hay un engranaje en el guion, no hay gran cosa en juego. Pero de alguna manera se las arregla para que el primer cara a cara con los zombies tenga lugar ¡una hora! entrada la película.
Una hora en la que no hay un conflicto especialmente interesante y donde la redención de un padre frente a su hija es desdibujada y sin emociones. Las escenas de acción y las de drama se intercalan a trompicones, como en cualquier blockbuster en el que están programadas de esa forma, y mientras los tiroteos son entretenidos, los diálogos de las más calmadas son tan ramplones y mal escritos que llegan a ser aburridos, por cómo matan el momentum de los acontecimientos que deberían ser vertiginosos y acaban siendo rutinarios.
‘Ejército de los muertos’ podría ser un espectáculo descerebrado de 90 minutos, una buena recreación del espíritu del videojuego ‘Dead Rising’ sin rendir cuentas a la obra maestra de ‘Amanecer de los muertos’ o al cine de George A. Romero, pero añade metraje innecesario y tópico, personajes sin gancho y una falta de verticalidad en su historia que la lleva a moverse de forma ortopédica. Se atisban ocasionales destellos de locura de quien puso patas arriba el terror zombie en los años 2000, pero demuestra aún más la responsabilidad de James Gunn en aquella obra irrepetible.
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