Ayer por fin, pude acercarme al cine a ver Princesas, y lo primero que quiero dejar claro es que la película me gustó, me gustó mucho, aunque a esta firme sensación le sigan una larga lista de “peros”.
Reconozco que fue una suerte leer algunos comentarios desalentadores primero, para no llegar al cine con todas las expectativas generadas por tener todavía Los lunes al sol en la memoria. No es posible verla olvidando el pasado, pero si necesario evitar comparaciones.
Yo tampoco me creí la historia de las princesas, ni me parecieron reales muchos de sus personajes. Los tópicos se suceden, uno tras otro, lo que hace que siempre se intuya de antemano, sin ni siquiera pensarlo, lo que va a pasar. Pero igualmente me emocioné, con la amistad surgida entre Caye y Zulema, personajes que Candela Peña y Micaela Nevárez, interpretan de una forma excepcional, con todos los matices, altos y bajos que necesitan.
Disfrute con los diálogos, que aunque a veces parecían un poco fuera de lugar, por otra parte resultaban tan hermosos, tan reveladores, que podrían escucharse en todas partes. Me reí a carcajadas en muchos momentos, y se me saltaron las lágrimas en otros. Me encantó el retrato de la ciudad, del barrio, del ambiente, y me entusiasmó la música, puesta en el momento justo, para inundarlo de intensidad.
En definitiva, y a pesar de que suene a contradicción, la historia, aunque inverosímil, me pareció bien contada. Por que la película llega, transmite y se disfruta. Entran ganas de quedarse en la sala, en compañía de estas princesas, para toda la vida. Además, retrocediendo un poco en el tiempo, más increíble fue Pretty Woman, con diferencia, y a Garry Marshall nadie se lo tuvo en cuenta.