Este viernes (sin falta) se estrena ‘La semana que viene (sin falta)’, dirigida por Josetxo San Mateo y protagonizada por Imanol Arias, que también ha participado en la producción. La película es un remake de ‘Ma petite entreprise’ (1999), ‘Mi pequeño negocio’, de Pierre Jolivet, producida por Bertrand Tavernier. Es decir, se trata una versión “tuneada” del filme francés, como dice el propio director en sus notas. La película se ve bien, entretiene y presenta momentos de humor. Lo mejor es el personaje del argentino al que da vida Charlie Levi Leroy. Su frase “¿Por qué no te tuneás el orto?” provoca el momento de mayor risa de todo el filme.
El dueño de un taller de tuning que no consigue levantar el negocio y que es acosado por una inmobiliaria para que le venda el local, se desespera cuando ve que la empresa que constituía todos sus sueños, casi toda su vida, se ha incendiado. Por si fuera poco, al tratar de cobrar el seguro descubre que no lo podrá reclamar porque ha sido estafado.
“La semana que viene (sin falta)” es la frase que repite el protagonista a sus acreedores cuando quieren cobrar, a sus empleados cuando necesitan el sueldo ya atrasado desde hace varios meses, a su ex-mujer cuando le reclama la pensión, a su hijo cuando le recuerda que le había prometido un ordenador, a sus clientes cuando le solicitan el resultado de un encargo, a la Seguridad Social, a Hacienda…
Sin haber visto la película original, que estaba protagonizada por Vincent Lindon, me atrevo a aventurar que podría ser mejor, pues en la española hay buenos elementos de guión, pero todo se estropea por la falta de empatía con el protagonista y por lo débiles que parecen sus motivaciones. El personaje central, encarnado por Imanol Arias, es un hombre egoísta, autocompasivo, que cree que el mundo gira a su alrededor y piensa que sólo él tiene problemas. Cuando necesita que alguien le haga un favor o le ayude, trata a esas personas a base de insultos y malas maneras. Y todo esto aún antes de saber que ha sido estafado. Es un ignorante, pero no deja que los demás le hagan ver la realidad, cree que lo sabe todo. Cuando comienza la picaresca que planea, la identificación mejora, pero al principio, la empatía con el mecánico es muy difícil.
La motivación de no vender el local tampoco es comprensible. En la película se insiste en que, si vende, lo pierde todo, pierde la posibilidad de tener un negocio propio. Eso no es necesariamente así. Si está mal de dinero, podría acceder a la oferta de la inmobiliaria, comprar un local más alejado o más pequeño, pagar las deudas con la diferencia, y seguir con su negocio. Hacia el final se habla de que los locales los había construido su padre. Si hubieran dicho esto desde el principio, se entendería más su motivación sentimental. Pero, sin entenderse la motivación, no es posible identificarse con nada de la película porque vemos que la venta sería una solución mucho más inteligente y sencilla que las que él encuentra.
No funciona como cine social debido a que el perjuicio hacia el trabajador no proviene de una gran empresa o una multinacional maliciosa y explotadora, sino de otro pobre hombre. Al contrario: la aseguradora es la única que pone buena fe en todo el asunto. Por el mismo motivo (no detallo más para no estropear la sorpresa), toda la trama que centra a Imanol Arias, su familia y amigos, es un movimiento absurdo pues, si no lo hubieran hecho y se hubieran quedado en sus casas esperando, el resultado habría sido el mismo.
‘La semana que viene’ está rodada con tres cámaras de alta definición. El resultado no es malo, salvo por los momentos en los que el blanco domina la pantalla. En estas ocasiones, las masas de luz revientan demasiado y se hace, no sólo más patente que está grabado en vídeo, sino además, un poco molesto para la vista.
No obastante, el resultado general es bueno y la película puede ser una de las más entretenidas del cine español de la temporada.