La anterior película de Eli Roth, 'Cabin Fever' es un enorme bodrio de los que asustan, uno de esos films que te hacen decir que el cine no vale para nada, y que nuca más volverás a pagar 6 euros. Asi que cuando me enteré de que ya tenía a punto de estreno su nueva película, y que encima venía apadrinada por Tarantino, me eché a temblar. Para colmo venía precedida de la fama de que es demasiado fuerte, al no escatimar en escenas gore. Ya me imaginaba yo a Roth desmadrándose y provocando vómitos entre el personal. Bueno, lo cierto es que una vez vista, no es tan mala como cabría esperar, aunque tampoco es para celebrarlo, ni muchísimo menos.
Tres jóvenes idiotas, que parecen salidos de 'American Pie' o de cualquier otra película americana sobre universidades y universitarios que sólo piensan en pasárselo en grande, viajan a Europa, concretamente a Eslovaquia, ya que les han vendido la moto de que allí, las chicas se van con cualquiera a la cama, sobre todo si ese cualquiera es americano. Una vez allí, en un hotel de la zona, comprueban que lo que les han vendido es cierto: tres espectaculares chicas se acuestan con ellos, y se lo pasarán en grande. Sin embargo, uno a uno irán desapareciendo, y descubriendo que ellos pasan a ser la diversión de una gente con unas aficiones muy raras y enfermizas.
Aunque siguiera contando la película hasta el final, a nadie le importaría, ya que uno de sus enormes defectos es que carece totalmente de argumento. En el film no importa demasiado porqué pasan las cosas, si hay coherencia narrativa o no. Lo que importa verdaderamente son las escenas bestias en las que abunda la sangre, y en la que el director no se corta un pelo a la hora de mostranos cosas.
Roth parece que maneja mejor las cosas que en su anterior película, aunque la estupidez siga siendo la tónica general de la película. A pesar de que el film tarda en arrancar, con una primera media hora que se supone es una presentación de personajes, no es del todo aburrido, y logra mantener un pequeño interés, gracias al ritmo que le imprime, y también a cierto sentido del humor del que Roth hace gala, y que probablemente no será bien visto por muchos, y por otros simplemente no será visto.
Ya está, no hay nada más bueno en esta película, que en su parte final es verdaderamente desagradable, hasta límites casi insoportables, con escenas realmente incómodas por lo que muestran, pero que carecen de toda tensión o suspense o lo que sea. Y si no, atención a cierta escena, demasiado alargada, protagonizada por una chica oriental...y su ojo. Escena que hará que alguno se salga de la sala. Y no sin razón, ya que Roth peca de gratuito. Son escenas que tienen una labor de maquillaje extraordinaria, muy realista y convincente. Pero no aportan aboslutamente nada a la trama, si es que ésta existe. Uno se pregunta si realmente hace falta que el director muestre toda esta barbarie, todo este sadismo repugnante, sin dejar absolutamente nada a la imaginación del espectador.
Las interpretaciones sencillamente no existen. Son un puñado de jóvenes gritando sin parar, lloriqueando, volviendo a gritar, volviendo a lloriquear, y muriendo. Atención a un cameo del realizador Takashi Miike, que se interpreta a sí mismo, con una frase divertida. Lógica su presencia en esta película, la cual se acerca bastante, en repugnancia, a su tipo de cine.
Un film flojo, que ya es bastante, que encantará a los amantes del gore, y desencantará a los amantes del cine, pero que sirve para quitar en limpio una cosa: cuando vayais de vacaciones a Eslovaquia, y veais que todas las mujeres son absolutamente perfectas, con unos cuerpos espectaculares, y os miran con cara de deseo, es porque quieren vuestro cuerpo, pero no en el sentido que quisierais. Corred y no pareis, cuanto más lejos mejor. Quedais advertidos.
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