Seguro que los que habéis visto Amelie, recordáis a esa vecina algo rellenita, con el pelo teñido de rojo fresón, y la cabeza siempre asomando tras la puerta, que lloraba como una Magdalena, (por algo se llamaba Madeleine Wallace) la lejana muerte de su promiscuo marido.
Se trataba de Yolande Moreau, una excelente actriz, con un historial de lo más variado y extenso, entre el que se encuentra, en el 2004, Cuando sube la marea, film estrenado en España, el viernes pasado.
En esta película, no sólo es la protagonista, también se ha encargado junto a Guilles Porte, del guión y la dirección, suponiendo para ambos el primer largometraje y el Premio César 2005 al mejor director revelación.
Yolanda Moreau también se llevó el mismo año, el César a la mejor actriz, y la película, entre otros premios, como ya habíamos comentado, el de la Crítica en la pasada edición de Cinefrancia, en Zaragoza.
Cuando sube la marea narra la historia de amor que surge entre una actriz cómica de teatro, Irene, y un espectador accidental, llamado Dries, vividor y alegre, que se dedica a transportar gigantes de feria en feria.
Su título responde al de una canción de Raoul de Godewarsvelde, Quand la mer monte, muy popular en el norte de Francia, que protagoniza una escena de la película, y además tiene una letra muy acorde, a lo que les sucede a sus protagonistas.
Tal como explica Yolanda Moreau:
...Cuando la marea sube se lleva por delante todas las huellas, barre la arena y lo cubre todo antes de empezar a bajar. La marea tiene tanto poder como el deseo y es tan salada como las lágrimas
Wim Willaert interpreta a Dries, un actor al que nunca antes había visto, pero que estoy segura de que recordaré a partir de ahora. Con su facilidad de navegar entre ángel y diablillo, su sonrisa cómplice, su personaje apasionado, que habla un delicioso francés con acento flamenco y su forma de mirar, concretamente de mirarla a ella, a Yolanda Moreau, consigue derretir a los espectadores, o quizá más concretamente a las espectadoras, en sus butacas.
Porque aunque esta historia de amor, con seguridad no cuenta nada nuevo, tiene en las miradas, que se dedican sus protagonistas, y en los pequeños detalles, como la imagen de dos manos entrelazadas a contraluz en un escenario, la capacidad de hacer creer, y sobretodo sentir, que se está contemplando algo único, especial, una relación que hace crecer y volar, a personajes y público a partes iguales.
La obra de teatro que aparece en la película Sale Affaire, también fue escrita y representada por Yolanda Moreau en los años 80. Es el punto de partida, que inspiró a los autores a realizar el film, y su temática juega con lo que sucede, a la vez que muestra las reacciones de un público real, que accedió a ser grabado, y a permanecer unas horas más de las previstas, para terminar las escenas.
En resumen, una delicia en todos los sentidos, con la frescura que caracteriza a una opera prima, pero sin sufrir ninguno de sus inconvenientes.