25 años después regresa a los cines la película de ciencia ficción que más expectativas generó en su momento, pero luego produjo una división todavía irreparable

Uno de los blockbusters más raros de 1999 sigue dejando sensaciones encontradas entre los fans de la mayor saga galáctica

Las furibundas reacciones de los fandom no son algo nuevo, con casos documentados que se remontan décadas. Sí que es cierto que la presencia de Internet ha hecho de sus quejas una gran bola de ruido que al final es algo magnificado, pero a lo que en Hollywood se ha querido plegar demasiado. El resultado lo estamos viviendo ahora con más superproducciones cayendo en terreno seguro pero, al fin y al cabo, inerte y olvidable.

No es que haya que quedarse impasible ante las decisiones creativas que se toman por parte de los arquitectos de la obra, pero el rechazo marcado por el cabreo termina diciendo más del espectador que de la obra en sí. Aún así, cabe preguntarse si no llegamos a un punto de no retorno con el tema hace 25 años, cuando se estrenó en cines la esperadísima ‘Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma’.

Entre fantasmas y política comercial

Dos décadas y media después, el inicio de la trilogía de precuelas regresa a las salas de cine en una situación bien distinta a la de su estreno original. La película de George Lucas fue en su momento el gran evento para toda una generación. Hoy está en proceso de reivindicación por una parte de los fans, enfrentados al sector que sigue vilipendiándola. Además de en cines, la película se puede ver en streaming a través de Disney+.

30 años del gran enfrentamiento entre los rebeldes y el imperio, imperaba el gobierno democrático de la República. Pero este parece amenazado por fuerzas misteriosas, que pueden estar detrás del bloqueo comercial al planeta Naboo. La cámara del Senado colaborará con el consejo Jedi para que intente averiguar lo que está sucediendo, encontrando en el proceso a un potencial candidato que podría ser la esperanza que llevaban tiempo esperando… o su temible final.

Es más que comprensible decepcionarse al estar esperando el mismo chute de cine de aventuras y ciencia ficción de la trilogía original, y que lo primero que nos encontremos sea… una alternancia entre tediosas charlas sobre flujo de comercio o política y un humor muy payaso representando en la irritante figura de Jar Jar Binks.

‘Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma’: el principio del fin

Lucas ya había intentado colocar sus mensajes sobre rebelión e insurrección (en un clip muy compartido habla de cómo se inspiró en el Vietcong para dar forma a la guerrilla rebelde) en medio de un blockbuster dinámico que también tuviera cosas llamativas para niños (por ejemplo, los ewoks). Pero no es una locura decir que en su momento tuvo más éxito en su empeño gracias a saber rodearse de sólidos colaboradores.

Aquí lleva cada cosa más lejos, y queda más descompensado. Tampoco ayuda su sobrecargado experimento con los efectos digitales, disminuyendo la sensación de incredulidad. Termina causando rechazo a sus ambiciones, que son bien interesantes en su planteamiento. Orquestar todo la trilogía para mostrar no cómo se produce un villano como Darth Vader, sino cómo se puede producir el ascenso del fascismo desde dentro de unas instituciones democráticas.

Con todo, ‘La amenaza fantasma’ sigue teniendo valores muy apreciados por los fans muchos años después, empezando por una banda sonora extraordinaria de John Williams que hace que todo parezca mucho mejor de lo que es. La secuencia de carreras es una novedad divertida para la saga, y los duelos entre los Jedi de Liam Neeson e Ewan McGregor con el sith Darth Maul son extraordinarios, sustentados en un elemento más físico y práctico que viene dado de que el actor de este último personaje sea un doble de acción.

Su clímax compensa algunos problemas severos de ritmo y aburrida exposición que la mantienen como uno de los blockbusters más raros de 1999.

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