Una vez terminado, es interesante analizar las distintas evoluciones por las que ha pasado 'Expedición imposible' en su primera (y suponemos que única) temporada. En primer lugar, vemos que el programa de aventuras con famosos de Cuatro ha experimentado un descenso progresivo del número de espectadores que ha sido capaz de congregar, acompañado de un silencio cada vez más notable en las redes sociales, donde semana tras semana perdía parte de la chispa que encendía la mecha de muchos de los comentarios que se escribían en Twitter.
'Expedición imposible' necesitó pocas semanas para perder gran parte de la expectación que había conseguido levantar ante su estreno, entre una audiencia que observó que esta nueva competición televisiva perdía parte del espíritu aventurero de programas como 'Pekín Express' en favor de sobredosis de petardeo surgido de la casta de los famosetes más diversos. Y precisamente ahí se encuentra la otra evolución que ha tenido el programa que, a medida que ha ido perdiendo audiencia, ganaba en competición. Ha sido en la segunda mitad de la temporada cuando 'Expedición imposible' ha sacado a relucir su verdadera esencia, demostrando que en realidad estaba desligado de lo que quiso enseñarnos en un principio y que tanto daño le hizo.
No quiero que se confunda la dosis de competición que menciono a lo que ocurre en cada recta final de un programa de carreras, cuando los equipos comienzan a verse ganadores, sacan su rivalidad y el programa va in crescendo de forma natural. Hago hincapié en la progresiva eliminación de según qué concursantes que contaminaban lo que se había convertido el programa en su primera mitad, un encuentro de personajes populares forzados a actuar delante de la cámara. Y así, las situaciones surrealistas y los momentos cómicos de mercadillo dieron paso a las parejas que iban allí a competir, las que, según la selección natural del propio programa, quedarían para vivir la recta final de la competición.
Este casting terminó por ofrecer lo que también hemos visto en otros programas, figuras por las que la audiencia sentía empatía y otras que poco a poco se establecían como enemigos públicos, personajes igual de necesarios para que el espectador se sienta motivado para mantenerse tras la pantalla. En esta ocasión, ese papel fue ejecutado por el equipo rojo, el matrimonio de los toreros que pese a demostrar su aptitud para superar con creces cada etapa, no terminó por simpatizar con la mayoría de la audiencia. El lado opuesto lo representaba el equipo morado, surgido por el abandono de sus parejas iniciales en las primeras semanas del programa. Y, por suerte para el show, ambos fueron quienes llegaron a la final, dando lugar a una de las etapas más emocionantes que 'Expedición imposible' ha sido capaz de ofrecer esta temporada en la que los héroes de la edición, Felipe y Noelia, se hacían con la victoria para regocijo del público.
Y es que adentrándonos en esta última parte, hemos visto que 'Expedición imposible' no ha variado ni un centímetro lo que nos ha ofrecido su programa padre, 'Pekín Express'. Copiando el ritmo, la mecánica de las pruebas y hasta la parte de la convivencia con los habitantes de Marruecos, 'Expedición imposible' ha dejado claro lo que mucho nos olíamos, que era el 'Pekín Express' VIP que nunca se llegó a emitir. A Cuatro le sientan bien este tipo de formatos, pero ese intento de mezcla entre la parte irrisoria de '¿Quién quiere casarse con mi hijo?' y la emoción de una carrera televisiva ha dejado entre medio lo que podría haber sido un mejor programa de televisión.
Una estrategia cuestionable
El paso de 'Expedición imposible' por televisión también ha destacado por la estrategia que Mediaset ha llevado a cabo a la hora de decidir su programación. Y es que, a medida que el programa fue perdiendo espectadores, se comenzaron a notar los nervios por sacarle partido a su emisión, algo que llevó al inevitable cambio de día al que todo programa parece destinado cuando no rinde como se esperaba. Así, 'Expedición imposible' pasó a emitirse los jueves donde se terminó encontrando a su propio enemigo en casa, ya que hay que recordar que Mediaset decidió acompañar a 'La noche de Jose Mota' con 'Gran Hermano: el debate'.
Fue la decisión menos acertada, que situó a dos espacios dirigidos al mismo perfil de espectadores en la misma franja horaria. Así, y aunque la coincidencia se situaba en los primeros y últimos minutos de 'Expedición imposible' (el resto del tiempo competía directamente con Mota), ha sido un factor que ha podido rematar el espacio, que ya presentaba heridas considerables de antemano. Fusionar dos cadenas te da poder pero, como diría Spiderman, también conlleva una gran responsabilidad, sobre todo a la hora de programar cada parrilla. Por eso, Mediaset debería buscar espacios que se complementen y no programas que compitan entre sí como ha sido el caso. El resultado ha quedado en una anécdota por las malas audiencias que ya venía cosechando 'Expedición imposible' pero en el futuro errores de este tipo podrían pasar factura a programas que de otra forma llegarían lejos.
En ¡Vaya tele! | 'Expedición imposible', el siguiente paso evolutivo de Cuatro
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