Cuando Marvel estrenó 'Vengadores: Endgame', en muchos de los espectadores se dio una sensación de fin de ciclo. Kevin Feige y compañía tendrían que elegir muy bien los siguientes botones a tocar para seguir con el universo hacia delante sin perder a la mayor parte del público. Entonces llegó la pandemia. Y después, el caos, ejemplificado perfectamente en las dos maneras de ver el UCM: la artesanía y la churrería. 'Guardianes de la Galaxia vol.3' y 'Echo'.
Más series, es la guerra
Hubo un momento en el que Marvel lanzaba tres películas al año que se convertían en un evento por méritos propios. Pero en los cuatro años que han pasado desde aquella época dorada ha habido tres motivos que explican el desapego de gran parte del público: la irrupción de Disney+ y su apuesta por la cantidad, la ola de superhéroes nuevos sin carisma y la sensación de fabricación en serie. Y es que la empresa aún va a tener que recuperarse del batacazo de haber creído que el público no quería ver historias emocionantes con corazón en el fondo, sino una sucesión de escenas de acción rodadas regular con el logotipo de Marvel Studios como telón.
La irrupción de Marvel en la producción propia (más allá de intentos infructuosos como 'Inhumanos' o 'Agentes de SHIELD') no pudo empezar con mejor pie: 'Bruja Escarlata y Visión' era una idea original que justificaba su serialización perfectamente, y todo parecía indicar que apostar en contra de Feige era siempre una mala idea. Y sin embargo, Disney+ siguió lanzando sin control durante 2021 y 2022, contribuyendo al empacho global. Antes, estar al día de Marvel era tan fácil como ir al cine tres veces al año y, como mucho, ver alguno de los cortos incluidos en los DVDs. Después, ser fan se convirtió en hacer deberes.
Cuando Kevin Feige anunció que la fase 4 estaría formada por siete películas, ocho series y dos especiales televisivos durante dos años, fue muy difícil mantener la ilusión de antaño porque ya se dejaba notar que no podrían mantener los mismos estándares. Si ya algunos de estos proyectos nos parecían derivativos sobre el papel ('Falcon y el Soldado de Invierno', 'She-Hulk: Abogada Hulka'), al verlos la decepción se hizo mayúscula. Hay muy poco en las series de Marvel, una vez pasado el torrente de originalidad de 'Bruja Escarlata y Visión', que nos recuerde a la época dorada del estudio: dirección plana, personajes difíciles de diferenciar, secuencias de acción patilleras... Y aún quedaba lo peor, cuando la empresa apostó por redoblar los esfuerzos puestos en la nada más absoluta.
Borrachos de poder
¿Cómo es posible que 'Echo' llegara a rodarse sin que nadie pensara que esto era extremadamente derivativo? Antes incluso de que la notable 'Ojo de Halcón' llegara a las pantallas, ya anunciaron una serie de su villana, Echo, un personaje que más allá de su llegada en los cómics de 'Daredevil' siempre fue un personaje de fondo. No tanto como Agatha Harkness, la villana de 'Bruja Escarlata y Visión', de la que no dudaron en anunciar también un spin-off. Y ante la espiral de sinsentido de las series, que se hizo notorio en redes sociales (donde se pasó del entusiasmo desmedido a la apatía general en muy poco tiempo), las películas no ayudaron.
Hay algo en 'Guardianes de la Galaxia vol.3' que hasta el mayor fan del estudio y el mayor hater de James Gunn tienen que reconocer: amor absoluto por los personajes. Y es algo que se había perdido a lo largo de películas como 'Shang-Chi', 'Viuda Negra' o 'Eternals' (si me permitís la boutade, añadiría 'Spider-man: No way home'), que en lugar de entender que los superhéroes son algo más que músculos y peleas, les tratan como si fueran propiedades intelectuales que explotar. Sobre la barbaridad icónica y visual del director comparada con cualquiera de estas películas, mejor ni entrar.
James Gunn puede gustar más o menos, pero es inequívocamente un autor. Su trilogía de 'Guardianes de la Galaxia' demuestra, desde el primer minuto, que lo más importante siempre fueron las relaciones entre los protagonistas y sus sentimientos: Gamora, Peter, Nébula o Rocket se sienten reales porque en el corazón del espectador lo son. Conocemos sus traumas, su dolor, su personalidad... Lejos de ser intercambiables entre ellos, la conclusión de la saga pone a los personajes por encima de la historia. Y a Marvel parece que se le ha olvidado que esto es lo que le hizo destacar desde sus inicios en los años 60: lo importante son los sentimientos. El resto es accesorio.
La saga del Mehtiverso
¿Por qué funciona 'Capitán América: Civil War'? ¿Nos importaría ese duelo icónico entre Iron Man y Steve Rogers si no hubiéramos apostado por esos personajes? ¿Disfrutaríamos igual de la historia si no enfrentara a superhéroes a los que hemos aprendido a querer? El problema no es el del excesivo humor, ni el de que no conozcamos a los nuevos protagonistas de antemano: tampoco conocíamos a Groot y acabamos adorándole tras una sola película. La coctelera del UCM parece haber olvidado mezclar bien los ingredientes y servirlos con moderación. De nada nos vale que 'Echo' vaya a ser buenísima, como dicen los rumores, si ya de entrada se siente como una simple auto-explotation.
Estos dos años en los que Marvel no ha parado de aprobar proyectos suicidas ('Wonder man', 'Armor wars', 'Thunderbolts') han convertido la antigua confianza ciega del público en un "A ver qué sale" o, aún peor, "Ya me esperaré a que salga en Disney+". Para cuando Kevin Feige ha querido darse cuenta de que la estrategia era un error ya era demasiado tarde: con demasiados proyectos en producción y otros tantos pendientes de estreno, su única salvación es estrenarlos deprisa y corriendo con la expectativa de que, quizá, la marca no acabe demasiado dañada.
Y es una pena. Lo es, porque cuando Marvel quiere ser diferente al resto y mostrar que no todo está dicho en el género, o que la "fatiga superheroica" no existe, puede hacerlo. Solo hace falta dejarse de tanto multiverso, tanto villano protagonista y tantas tramas inconclusas y centrarse, de nuevo, en lo que siempre ha sido especialista: en la mezcla perfecta entre corazón, acción, humor y drama. Aún está a tiempo de corregir el rumbo, pero la Comic-Con de San Diego será vital para ver si Feige ha aprendido de sus errores o piensa continuar esta estrategia suicida hasta que la vaca deje de dar leche. Y puede ser más pronto de lo que pensamos.
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