Aunque ya supera la semana desde su estreno, las imágenes del tráiler de 'Here' siguen proyectadas en el cerebro de muchos. La idea de tener una nueva película de Zemeckis en el horizonte, y más una protagonizada por dos grandes intérpretes como son Tom Hanks y Robin Wright, apetece bastante, pero la ilusión inicial disminuye cuando uno ve los extremos de nigromancia digital que vamos a tener aquí.
Con un estreno apuntado para el 5 de diciembre de este año, 'Here' está basada en unas tiras cómicas de Richard McGuire que expandió en 2014 como novela gráfica. Es también una especie de 'El árbol de la vida' para Zemeckis y un extraño cómic que adaptar al cine. La historia de un lugar muy específico en el planeta, eones que ocurren todos en el mismo salón. Una premisa tan teatral que es la excusa perfecta para encontrarnos a sus dos protagonistas no solo a sus 67 (Hanks) y 58 años (Wright), sino veinte, treinta o cuarenta años más jóvenes. Esto se hace, por supuesto, de forma digital.
De lo anecdótico a la nueva norma
De personas diciendo que simplemente luce terrible a otros discursos más elaborados sobre la implicación de esta tecnología a largo plazo, la oposición al tráiler ha sido mayor de lo habitual con este tipo de técnicas. Quizás porque al contrario de usos puntuales como cada vez más nos estamos acostumbrando a ver (esos rafagazos de Indiana Jones, Tony Stark, Leia o Luke en su juventud) aquí la propuesta es ver una película que constantemente está cruzando el valle inquietante. Y la percepción incómoda de que finalmente, si sale bien, esto ha llegado para quedarse.
Lo estamos viendo cada día. La vieja y saludable práctica de contratar actores diferentes para interpretar al mismo personaje en distintas edades está siendo sustituida por estas versiones robóticas de los actores. Sus intérpretes y su director insisten en que este rejuvenecimiento digital es solo una herramienta más, pero solo hay que ver la promoción de la película para ver que están yendo con pies de plomo. Zemeckis ha tenido que hacer muchos malabares para no pronunciar las palabras "inteligencia artificial", y decía en cambio cosas como "maquillaje digital". Tom Hanks alababa la calidad de los efectos y se rinde ante un tipo de película que dice que nunca antes hemos visto.
A la que resulta más extraño ver tan conforme con todo esto es a Robin Wright. La actriz parece haber olvidado que hace 11 años hizo una película llamada 'El congreso', que va precisamente de una actriz de Hollywood a la que compran su imagen para replicarla por IA en otras producciones. Son exactamente las mismas técnicas que se han utilizado aquí, a través de un algoritmo que rescata imágenes de años de historia de los intérpretes en pantalla para generar su imagen. En el caso de 'Here' o del joven Indiana Jones, ver que los intérpretes siguen haciendo acto de presencia por debajo del "maquillaje digital" es lo que tranquiliza a muchos, pero que nadie se engañe, llegará un punto en el que no hagan falta.
Es el polémico caso de Sean Young, por ejemplo, para quien no se necesitó su presencia en el minúsculo cameo que hace en la secuencia de 'Blade Runner 2049'. Otro polémico caso fue la voz de Darth Vader en 'Obi-Wan Kenobi' siendo completamente sintética, que tampoco necesitó en absoluto la voz del legendario James Earl Jones y fue extraída únicamente de un banco de grabaciones. Nicolas Cage, en unas recientes declaraciones, afirmaba estar "aterrado" con la idea de que usen su cuerpo una vez él haya muerto.
Aunque cada caso tiene sus particularidades éticas, desde luego no es reconfortante saber que en unos años Hollywood habrá normalizado "poseer" por completo las imágenes de sus estrellas para usarlas en lo que sea que quieran usarlas. Hace meses, este era uno de los puntos que más preocupaba a los intérpretes en los 118 días que duró la huelga de actores. Apenas unos meses más tarde, esta película con algunos de los mayores nombres de la industria banaliza su uso, capitalizando en la nostalgia que sentimos por las viejas estrellas, y sirviendo de caballo de Troya para algo que tiene el peligro de pasar de un mero gimmick a una nueva normalidad.
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