No, el melón de la Paltrow no sale en ningún momento de forma explícita, pero Fincher se las apañó para no hiciese falta en ningún momento
Los conocidos como "efectos Mandela" —un fenómeno que genera falsos recuerdos colectivos— en el mundo del cine siempre han estado a la orden del día. Darth Vader nunca dijo "Luke, yo soy tu padre", en 'Casablanca' jamás se pronunció la frase "Tócala otra vez, Sam" y en la magnífica 'Seven' —'Se7en' para los amigos— de David Fincher jamás llegamos a ver la cabeza de Gwyneth Paltrow dentro de la caja... ¿O sí?
Cualquiera que haya seguido la trayectoria y filmografía de David Fincher sabrá que es uno de los cineastas más obsesivos, cerebrales y precisos en activo, y le gusta calcular al milímetro cada uno de los planos, los encuadres y los elementos que componen sus obras. Esto nos lleva directamente al gran fin de fiesta de su escalofriante thriller de 1995, con el que irrumpió definitivamente en las grandes ligas tras su mala experiencia en el set de 'Alien³'.
Liminal, subliminal y superliminal
Durante su tercer y sorprendente acto, los detectives Somerset y Mills llegan al desierto junto al pérfido John Doe de Kevin Spacey, quien busca culminar su plan haciendo que el personaje de Brad Pitt le asesine, encarnando el último pecado que quedaba tachar de su lista: la ira. Su estrategia es de lo más sencilla: enviar a la ubicación en la que se encuentran un paquete que contiene la cabeza cercenada de la pareja del protagonista.
Por supuesto, todos recordamos la memorable línea de Pitt en la que grita desesperado "What's in the box!?" y la reacción de Sommerset al abrir la caja de marras y ver el melón de Tracy en su interior, pero en ningún momento Fincher nos muestra de forma explícita la testa de la Paltrow —de hecho, cuenta la leyenda que se llegó a fabricar una réplica que se descartó y que 16 años después se utilizó en la escena de la autopsia de 'Contagio'—.
Entonces, ¿por qué el imaginario colectivo suele tener claro que la grotesca imagen sí aparece en el metraje de 'Seven'? El motivo, probablemente, se encuentra en el fotograma que Fincher y el montador Richard Francis-Bruce —nominado al Oscar por su trabajo— incluyen de forma casi subliminal a las dos horas de película en medio del primer plano en el que Mills apunta a Doe con su arma: un encuadre muy cerrado de Tracy —aún viva—, sin aire sobre la frente y bajo los labios e iluminado con luz día, con una tonalidad casi mortecina, que aísla el rostro de la actriz totalmente de su cuerpo.
No obstante, esta no es la primera vez que Fincher sugiere cuál será el destino del personaje de Gwyneth Paltrow en el largometraje. A lo largo del metraje, el cineasta nos brinda con cuentagotas planos de la actriz con su cabeza reencuadrada usando, por ejemplo, los marcos de una puerta como el que puede verse sobre estas líneas; siendo excepcionales los planos enteros de la actriz a lo largo de su escasa aparición en pantalla.
Una vez más confirmamos que el azar no tiene prácticamente cabida en el noble oficio de contar historias en imágenes.
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