Los cinéfilos estamos hoy un poco más tristes porque ha muerto el señor Stanley Donen. Cierto es que el cineasta tenía ya 94 años, y algún día le tenía que tocar, pero siempre le invade a uno cierta melancolía cuando deja este mundo el responsable de grandes clásicos que le han hecho disfrutar en muchas ocasiones (y lo seguirán haciendo).
Ante todo, Donen fue codirector (junto a Gene Kelly) del musical 'Cantando bajo la lluvia' (1952). Solo por eso ya se merece estar en el particular olimpo de los directores de Hollywood. Una película feliz y grandiosa capaz de alegrar el corazón de una forma extraordinaria, como suelen hacer esas grandes producciones de cine clásico que buscan tocar el alma y hacernos más llevaderos los sinsabores de la vida (Woody Allen lo plasmaba muy bien al final de 'La rosa púrpura del cairo').
Un cineasta clásico y todoterreno, con alma de bailarín
Pero Donen fue más. Donen realizó la mítica 'Siete novias para siete hermanos' (1954), 'Charada' (1963), la deliciosa comedia romántica con Cary Grant y Audrey Hepburn, con quien ya trabajó en 'Cara de ángel' (1957) y a quien volvería a dirigir en 'Dos en la carretera' (1967), donde Hepburn compartía la pantalla con Albert Finney (casualmente, también falleció hace poco).
A Grant le dirigió en cuatro ocasiones; además de la ya citada, coincidieron en 'Bésalas por mí' (1957), 'Indiscreta' (1958) y 'Página en blanco' (1960). Stanley Donen tocó todos los géneros y en 1980 se atrevió con la ciencia-ficción de horror, 'Saturn 3', protagonizada por Kirk Douglas y Farrah Fawcett.
En 1998, por fin, la Academia de Hollywood tuvo el detalle de entregarle un Óscar honorífico. Por vergüenza y muy tarde, aunque por suerte Stanley Donen aún tenía cuerda para rato y nos dejó uno de los momentos más memorables de la historia de los premios de la Academia:
Donen destacaba su amor por los musicales y en una reciente entrevista volvía a recordar cómo le afectó una película en concreto que transformó su forma de ver la vida: "Vi a Fred Astaire en 'Volando hacia Río de Janeiro' cuando tenía nueve años, y cambió mi vida. Parecía simplemente maravilloso, y mi vida no era maravillosa. El placer de bailar con la música. Y Fred era tan increíble, y Ginger Rogers... ¡Oh, Dios, Ginger!". Descanse en paz.
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