Las tendencias anquilosadas de los Oscars en categorías de actuación han empobrecido el biopic hasta el punto donde no se puede imaginar un enfoque a una figura relevante que no sea completamente inane y esquemático. Requerir la participación del protagonista o sus herederos limita también las posibilidades de hacer una obra cinematográfica que consiga retratar algo más que lo recogido en un artículo de Wikipedia.
Por supuesto ya no se contempla como posibilidad la vía de ir más allá de la oficialidad, como pudo ser el caso de ‘Ciudadano Kane’, una obra mayor sin restricciones ni paliativos que no dudaba en desmontar a uno de los magnates más influyentes. De aquella película sólo ha habido una obra oficial capaz de entender su fortaleza y las posibilidades que ofrecía su enfoque, y esa fue ‘La red social’.
Un solitario imperio
David Fincher sale teóricamente del thriller marca de la casa para hacer no sólo el mejor biopic de este siglo, sino quizá la obra que mejor explica estos últimos 15 años que hemos vivido. Jesse Eisenberg, Andrew Garfield y Justin Timberlake protagonizan este desmonte absoluto de una de las grandes tecnológicas más poderosas que fue escrito por Aaron Sorkin y que desde hace unos días se puede ver en streaming a través de Max (también en Filmin).
Mark Zuckerberg es un inconformista genio informático que estudia en Harvard, pero se siente marginado por las élites estudiantiles. Es por ello que junto a sus compañeros de clase da forma a una red social igualitaria llamada TheFacebook, que posteriormente se volvería en un fenómeno global que le volvería el multimillonario más joven de la historia. Pero llegar a la cima le costó quemar unas cuantas relaciones.
Es un reto intentar desmenuzar a alguien tan deliberadamente opaco e indescifrable como Zuckerberg. Pero guionista y director hacen un gran trabajo en estudiar el entorno a su alrededor para entender sus motivaciones y, de paso, darnos un manual para entender a los grandes magnates de las start-ups actuales en Silicon Valley. Su necesidad de validación extrema se enmascara en un intento de volverse demócratas sociales que, sin embargo, sólo persigue ponerlos en el privilegio que decían combatir.
‘La red social’: desmenuzando el biopic
Fincher identifica con astucia las dinámicas de poder que se dan en un contexto elitista como una universidad cara y de prestigio, donde se espera dominación y hay desenfreno infantil, y nos muestra cómo esa gente es la que luego accede a los puestos influyentes (gobierno, empresas, etc). Es capaz de corregir cualquier tendencia de Sorkin a querer mostrar simpatía por su protagonista nerd, y emplea bien el cinismo en el tono además de revolucionar algunas tendencias anquilosadas del biopic.
La introducción ya es sensacional, cogiendo los diálogos de metralleta de Sorkin y haciendo que los personajes los suelten aún más rápido para dinamizar y obligar al espectador a estar atento. Sus escenas de conversaciones siempre tienen dinamismo, siempre están montadas con energía y tensión, y su forma de emplear la tecnología digital da una textura diferente al igual que la magnífica banda sonora electrónica de Trent Reznor y Atticus Ross.
Tiene tantas cosas renovadoras en sus formas y, sin embargo, muchas de las que han intentado copiar a ‘La red social’ no han querido trasgredir tanto como ella. Por eso todavía se erige como una película imperial.
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