El impacto de la nueva 'Detroit' y su casi garantizada acaparación de un puñado de nominaciones a los Oscar -tal y como está sucediendo con todas las últimas películas de la directora californiana-, nos lleva a revisar la filmografía de Kathryn Bigelow, una cineasta visceral y de inmenso talento. Desde sus primeros pasos dentro del cine de género y la serie B a su peculiar reencuentro a principios de esta década con un cine más comprometido, polémico y político. ** Hace tiempo que sobran ciertos tópicos a la hora de hablar de Bigelow.** Se desembarazó del sambenito de haber estado casada con James Cameron (un autor con el que comparte no pocos rasgos visuales), y cuyo lastre dejó ir definitivamente hace unos años, cuando ganó un par de merecidos Oscars por 'En tierra hostil', dejando al oxidadísimo Cameron de 'Avatar' con un merecido par de narices.
Sigue siendo extraño que se estrenen películas tan intensas y viscerales como 'En tierra hostil', pero ya no resulta extraño que las dirija Kathryn Bigelow.
Desde hace años, también, sus películas son merecidamente juzgadas independientemente del sexo de su responsable, pero lo cierto es que el hito de uno de esos Oscars, primero a la Mejor Dirección que ganaba una mujer en toda la historia de los premios, tampoco es desdeñable. Que películas extraordinarias como 'Le llaman Bodhi' o 'Días extraños' los dirigiera una mujer era algo que se subrayaba constantemente y con sorpresa en su día. Ahora sigue siendo insólito que una mujer rubrique películas tan intensas y personales (tanto como que lo haga un hombre, vaya), pero al menos hemos dado un paso en cierta dirección: ya no nos extraña que las dirija Kathryn Bigelow.
Repasemos someramente la filmografía de esta cineasta única y radical dentro de Hollywood, dueña de una evolucion plenamente coherente. Y que parece que ahora, con sesenta y tantos años (y cuatro décadas en la industria) es cuando puede dar sus mayores sorpresas.
Los viajeros de la noche
Antes de rodar esta polvorienta y singular epopeya vampírico-desértica, Bigelow dio sus primeros pasos con un par de producciones semi-desconocidas pero muy interesantes. Una fue el corto experimental de veinte minutos 'The Set-up', una reflexión sobre la violencia en la que dos hombres se dan una paliza mientras oimos la voz en off de un par de semiólogos que analizan el significado de esas imágenes.
Le seguiría la curiosa y modestísima 'The Loveless' en 1982, codirigida y coescrita con Monty Montgomery (que produciría un tiempo después obras de David Lynch como el piloto de 'Twin Peaks', la apenas vista 'Hotel Room' y 'Corazón salvaje'). Es una especie de actualización del 'Salvaje' de Brando acerca de una banda de motoristas, pero que Bigelow siempre ha dicho que tiene más en común con la experimental 'Scorpio Rising' de Kenneth Anger y que ya apunta a cierto oscuro romanticismo que veremos a menudo en la obra de Bigelow.
Su primera película ya alejada de los circuitos estudiantiles o experimentales es la estupenda 'Los viajeros de la noche', coincidente en el tiempo con otra maravilla del vampirismo teen -pero estéticamente opuesta-, 'Jóvenes ocultos'. Llegó en un momento en el que el cine de Hollywood se replanteaba a fondo el mito del vampiro -de 'Noche de miedo' a 'El ansia', pasando por 'Besos de vampiro'-.
Mezclando con asombroso brío road movie, romance adolescente y chupasangres sobre ruedas, Bigelow juntó a tres de los más carismáticos actores de 'Aliens', estrenada un año antes (Bill Paxton, Lance Henriksen y Jenette Goldstein) en una película que sigue asombrando por su intensidad y violencia soterrada. Merecidamente de culto gracias al socarrón y pesimista guión del grandísimo Eric Red ('Carretera al infierno', 'Cohen & Tate'), cuenta el idilio entre un jovencito de la América profunda y una enigmática vampira, y su inmersión en una comunidad de depravados viajeros de la noche.
Acero azul
Después de dirigir, con una estética bigelowiana al doscientos por cien, el videoclip de New Order 'Touched By The Hand Of God', en el que la banda se calzó unos pelucones de impresión para parodiar las convenciones del hair metal, Bigelow rodó, ya en 1990, 'Acero azul'. En ella, una policía (Jamie Lee Curtis) mata a un sospechoso en su primera noche en Nueva York. Un testigo roba el arma del asaltante y lo convierte en núcleo de una turbia obsesión.
Lo que parece un psychothriller de los que tan de moda estuvieron en los noventa, con un extraño que aprovecha la confianza (y carencias afectivas) de una víctima para meterse hasta la metafórica y proverbial cocina tiene, gracias a la efectividad con la que Bigelow refleja el fetichismo por las armas de fuego, un aspecto perturbador extra. El repulsivo carisma de Ron Silver hace el resto.
Además, Bigelow sigue apuntando aquí temas que desarrollará en profundidad en el futuro: cómo las instituciones y el poder dan de lado a quienes más lo necesitan. Y el papel de una mujer ignorada y menospreciada, víctima de abusos por un hombre que se aprovecha de una cultura de la violación que le beneficia. Es decir, mucho más que un mero thriller de acción y suspense.
Le llaman Bodhi
Solo un año después llegaría 'Le llaman Bodhi', quizás la película más comercial de Bigelow, y una que exhuda un peculiarísimo equilibrio entre lo refrescantemente espontáneo (esos policías y ladrones muy guays, esos diálogos que no dicen nada, como conversaciones adolescentes de perezosa tarde de domingo veraniego) y lo calculadamente comercial (los guapísimos protagonistas, el chanante estilo zen de Bodhi, el ojo a la hora de mezclar acción policial y deportes de riesgo...).
Y Bigelow borda la papeleta con un retrato de la camaradería masculina y las inseguridades del macho que bordean la autoparodia con tanta finura que hubo quien se la tomó y se la sigue tomando en serio. No es para menos: por cada diálogo que se lanzan en plancha a lo homoerótico o por cada reflexión a lo Mr. Wonderful hay secuencias de acción perfectas (la larga persecución a pie no ha sido superada) o una tendencia a lo icónico (las caretas de presidentes muertos para atracar bancos) y que es, en última instancia lo que ha dado ese aura mítica a la película.
Días extraños
Con guión de James Cameron, Bigelow firmó en 'Días extraños' una de sus mejores películas, una crítica a la aún entonces floreciente idea de la realidad virtual, las identidades falsas y las miserias de la doble vida que se estrelló en taquilla, lo que la apartó de los grandes presupuestos. Aquí cuenta la historia de un camello de recuerdos implantados artificialmente (Ralph Fiennes).
El resultado es técnicamente complejísimo y apasionante, con una visión del cambio de milenio que aún hoy resulta apasionada e ingenua y con una Bigelow que no se dejaba hipnotizar por el escapismo que conllevaban las vibrantes secuencias de acción, algunas rodadas en complejísimos planos subjetivos. Toda 'Días extraños' está marcada por el fantasma de los disturbios post-Rodney King, y su pesimismo viene tanto de una lectura atenta de los maestros de la ciencia-ficción como de una observación pesimista de lo que en ese momento pasaba en Estados Unidos.
El peso del agua
Este modesto thriller acerca de una periodista (Catherine McCormack) que investiga un crimen sucedido cien años antes mientras el presente se cruza con el pasado en una angustiosa historia de celos en la que están implicados Sean Penn y Elizabeth Hurley siempre se ha considerado una película menor dentro de la filmografía de Bigelow. Pero la pasión por el riesgo narrativo de Bigelow está bien presente: varias líneas temporales, flashbacks dentro de flashbacks, múltiples puntos de vista...
Laberíntica y ambiciosa, 'El peso del agua' es perfecta para comprobar que Bigelow no solo sabe rodar acción, sino también asfixiantes escenas de tensión, aún constreñida por las reglas del género. Igual que en' Le llaman Bodhi' había cedido todo el peso -no sin cierta sorna- a los personajes masculinos, aquí son las mujeres y una compleja aproximación al amor, la sexualidad y el miedo las que mueven toda la trama.
K-19: The Widowmaker
Hasta la película menos interesante de Bigelow tiene un elemento innegociablemente interesante a su favor: se centra en la ambientación, el ritmo y las reglas militares, que más adelante serán el núcleo de su retorno por la puerta grande a la industria y el prestigio definitivo de sus dos siguientes películas. Aquí, el Hacedor de Viudas del título es un submarino soviético que en los sesenta llevó a cabo una serie de misiones secretas.
El capitán Harrison Ford y su oficial Liam Neeson tienen un tonto percance con ese submarino nuclear que lo convierte en un peligro a escala global. Estamos ante el primero y más tosco, pero aún así, interesante análisis de Bigelow de la psique militar, cuadriculada pero necesariamente humana, debatiéndose constantemente entre el deber ciego y las débiles emociones.
En tierra hostil
Tras el leve fracaso de 'K-19', Bigelow volvió a Hollywood a lo grande con una película nominada a nueve oscars, de los que se llevó seis (uno de ellos a Mejor Directora, primera vez en la historia de los premios que lo ganaba una mujer), con la historia de un artificiero norteamericano en Irak (Jeremy Renner), que se va convirtiendo a causa de la tensión en alguien errático y temerario.
Aunque hubo quien la entendió como una glorificación militar, 'En tierra hostil' funciona más bien como todo lo contrario: lo castrense es una excusa para hablar de un adicto al riesgo y a la adrenalina, y de cómo pone en riesgo su vida y la de sus compañeros para garantizarse ese subidón. De nuevo la personalidad masculina al límite estudiada con ojo despiadado por una Bigelow que rueda ya sin artificios y sin concesiones.
La noche más oscura: Zero Dark Thirty
La película más polémica de la carrera de Bigelow (lo que no le impidió ser nominada a cuatro Oscars principales y llevarse uno, el muy merecido a Mejor Montaje) es un procedural lento y meticuloso que cuenta la "caza del hombre más prolongada de la historia": la década de investigación, interrogatorios y acciones militares que llevaron a la captura de Osama Bin Laden en 2011.
El film fue acusado de propaganda pro-Obama (la captura de Bin Laden es uno de los triunfos de su mandato) por la fecha que se escogió para el estreno, pero sobre todo por cómo retrata los interrogatorios-tortura de la CIA sin tomar partido. Precisamente eso es lo más fascinante de la película: afrontar un tema espinoso sin juzgarlo. Sin duda esta muy consciente neutralidad distanciará a los espectadores que exigen una moral, pero su exposición es puro Bigelow: colocar a sus personajes (entre ellos, una perfecta Jessica Chastain) en una escala de grises para que sea el espectador quien los juzgue.
Detroit
La recién estrenada nueva película de Bigelow y su retrato de los disturbios raciales en la ciudad de Detroit en 1967 tampoco ha llegado exenta de polémica: la propia condición de Bigelow como mujer blanca se ha puesto en entredicho como inconveniente a la hora de contar una historia, esta vez sí, tan posicionada en el relato de los hechos.
Conveniente o no, lo cierto es que la fuerza visual de 'Detroit' está fuera de toda duda. Dejando atrás la frialdad expositiva de 'La noche más oscura', quizás movida por las críticas a aquella, Bigelow y su director de fotografía Barry Ackroyd se sumergen en los disturbios y hacen un retrato crudo, casi en primera persona, de lo que sucedió en 1967.
De nuevo es interesante la polémica despertada por Bigelow: el motivo es, posiblemente, que la directora sabe poner en marcha todas las armas narrativas a su alcance para impactar en el espectador y conmoverlo. Pocos cumplidos mayores que ese se pueden hacer a alguien que cuenta historias en estos tiempos tan fríos y equidistantes.
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