La tercera aventura del Batman de Nolan no llega al nivel de 'El caballero oscuro', pero se queda cerca
Había que finalizar la trilogía de 'Batman Begins' (2005). Y había que hacerlo so pena de que los millones de fans repartidos por la faz de la Tierra se unieran para acabar con la Warner, DC, Christopher Nolan y quién sabe qué más. Pero no se podía acabar de cualquier manera. De hecho, el propio director dejaba claro que no se iba a implicar en una tercera parte si no estaba "emocionalmente atado a la historia".
A esto último, el artista preguntaba en una nota más superficial que "cúantas buenas terceras partes de una franquicia seríamos capaces de señalar", dejando así el terreno más que preparado a que, de no dar con una idea sólida a partir de la cual desarrollar el correspondiente guión, no habría más Batman.
Pero claro, es de suponer que la maquinaria de Hollywood no iba a dejar escapar así como así la posibilidad de amasar otros 1000 millones de dólares a nivel mundial —los que había acumulado 'El caballero oscuro' ('The Dark Knight', 2008)— y que no precisamente sutiles serían las indirectas a Nolan instándole a que diera con esa idea con la que implicarse. 2 años después del estreno de la segunda parte, y meses antes de que llegara a las salas su excelsa 'Origen' ('Inception', 2010), el cineasta londinense anunciaba haber resuelto el hilo de la historia que le iba a servir para levantar 'El caballero oscuro: la leyenda renace' ('The Dark Knight Rises', 2012).
De Joker a Bane
Si había una pregunta que todos nos hacíamos acerca de la posible tercera entrega de la saga del héroe de Gotham, esta era quién iba a ser el villano con el que Nolan intentara —y probablemente no consiguiera— la doble hazaña de superar al Joker y hacernos olvidar la mastodóntica interpretación de la némesis del hombre murciélago que le había valido a Heath Ledger el Oscar a título póstumo. Con Warner insistiendo en que se optara por el Acertijo —y todos con los vellos de punta recordando esto— no es que pudiéramos respirar aliviados cuando el director declaró que había optado por Bane como antagonista del Caballero oscuro en la cinta que cerraría su trilogía.
Y si no lo hacíamos —respirar aliviados— era porque por más que el personaje hubiera sido el responsable en los cómics de romper a Batman en la ya legendaria 'Knightfall', el Bane que todos teníamos en mente no era la calculadora y despiadada mole inventada por Chuck Dixon y Doug Moench a principios de los noventa en las páginas de los cómics, sino el descerebrado hipertrofiado que Joel Schumacher había mostrado en la horrenda 'Batman y Robin' ('Batman and Robin', 1998). Con tales antecedentes en mente, estaría mintiendo si afirmara que la confianza hacia Nolan era el sentimiento que primaba en servidor cuando se acercó el día del estreno a ver el presente filme.
Vergüenza me debería haber dado dudar. Vale que la voz —ininteligible en no pocas ocasiones— es un detalle que podría haberse cuidado más aunque, cuando funciona, lo haga a un nivel asombroso. Pero lo que es incuestionable es que la presencia física de Tom Hardy, lo muy elocuente de su lenguaje corporal y la personalidad animal que le confiere el espectacular diseño de Linda Hemmings para esa máscara/prótesis son propiedades suficientes para que, nada más lo vemos aparecer en pantalla en el impresionante prólogo a bordo del avión, toda duda o recuerdo previo quede obliterado para el resto de la función.
A que ésto ocurra, ayuda sobremanera que cada vez que el personaje hace acto de aparición siga creciendo ante nuestros ojos de forma paulatina. Primero y fundamental por esa brutal escena que es el enfrentamiento entre el personaje y el hombre murciélago, una secuencia que Nolan rueda y edita con brío, intensidad y en la que se puede "sentir" cada golpe que se propinan los personajes. Después, por mor del ambivalente talante que le va aportando el guión del cineasta y su hermano Christopher, siendo probablemente el "malo" de los tres filmes con el que más fácil resulta llegar a empatizar aunque para ello haya que asumir parte del anárquico discurso que representa.
Batman puede ser cualquiera
Esta expresión, que Bruce Wayne le transmite al personaje interpretado por Joseph Gordon-Lewitt después de que Batman haya vuelto a prorrumpir en la vida de los habitantes de Gotham, adquiere tintes muy irónicos cuando hay que valorar la calidad de lo que Christian Bale pone en jaque en esta su tercera intervención como el multimillonario playboy y su alter ego. Una intervención que además queda puesta en tela de juicio con la escasa presencia que el cruzado enmascarado tiene en el monto total de las casi tres horas de metraje en las que se prolonga 'El caballero oscuro: la leyenda renace'.
Desde que se supiera que iba a portar el manto del héroe de DC en 'Batman Begins' las opiniones acerca de la idoneidad de Bale siempre han estado divididas. Y la disensión fue en aumento conforme se iban estrenando, primero la segunda parte —muchas fueron las críticas hacia lo exagerado de su impostada voz cuando se calzaba el traje del hombre murciélago— y después esta tercera, en la que durante todo el tramo inicial vemos a un Bruce Wayne vencido por las dramáticas circunstancias con las que finalizaba la anterior película que, sinceramente, no resulta nada convincente en la desganada interpretación del actor.
De hecho, sino fuera porque lo que tiene lugar en esa cárcel a la que Bane arroja al personaje es muy interesante y dice bastante sobre el personaje, casi se podría afirmar que es sólo en los momentos en que Bruce Wayne desaparece de escena y deja paso a su alter ego cuando el actor da lo mejor de sí mismo...aunque sea con una máscara. Y es precisamente el que su presencia se convierta en algo molesto —aunque no tanto como la de otros miembros del reparto— lo que nos lleva a reflexionar, apoyándonos en la cita superior, sobre la idoneidad de su elección hace algo más de una década.
Inconsistencias imperdonables
Pero no ocupa Bale, como decía, la zona más oscura en lo que a decisiones de reparto se refiere. Ese lugar queda reservado de forma exclusiva para una Marion Cotillard que resulta de todo menos convincente con un personaje que, en su descargo, es lo peor de todo el guión: desdibujada por mantener la incógnita acerca de quién será el infiltrado que proporciona información tan detallada a Bane, la Miranda Tate/Talia que encarna la actriz francesa es un pálido e insulso reflejo de lo que el personaje ha llegado a dar de sí en las páginas del cómic, sobre todo en los últimos tiempos en los que Grant Morrison ha llegado a conseguir que supere incluso a Ra's al Ghul.
Con el resto del reparto moviéndose en cotas que nada tienen que ver con aquellas en las que se encuentra Cotillard, señalaría aquí a Gordon-Lewitt y a Hardy como lo que se sitúa precisamente en el opuesto del espectro aunque, todo sea dicho, se eche de menos aquí equivalentes a lo que Heath Ledger y Aaron Eckhart conseguían como Joker y Harvey Dent en 'El caballero oscuro'. Una cinta ésta que, sin lugar a dudas, se sitúa con completa comodidad como la mejor y más redonda de la, por otra parte, soberbia trilogía firmada por Nolan.
En ayuda de que 'La leyenda renace' se quede a pocos enteros de alzarse con tal título vienen no sólo las inconsistencias del terreno interpretativo sino, mucho más importante, lo mal que el desarrollo del filme trata el discurrir del tiempo desde que la bomba nuclear que recorre las calles de Gotham es activada por Bane: el público nunca tiene plena conciencia de cómo transcurren esos cinco meses y de ahí, por ejemplo, que muchos de los comentarios negativos que en su momento se vertieron fueran a parar a la impresionante elipsis narrativa que se permite Nolan desde que Wayne escapa de la prisión hasta que lo vemos hablar con esa deliciosa Selina Kyle que es Anne Hathaway.
'El caballero oscuro: la leyenda renace', potente
A pesar de todo lo anterior, 'La leyenda renace' es una dignísima conclusión de la trilogía iniciada en 2005, y todo lo que queda enmarcado en la vertiente menos calmada de la trama —que no ocupa precisamente pocos minutos de proyección— es de un nivel superlativo aumentado, qué duda cabe, por el espectacular partido que Nolan extrae de filmar con cámaras IMAX: destinadas a las secuencias de acción y a algún que otro paseo panorámico por esa Nueva York cuyo skyline sirve para dar forma al de Gotham, no hay duda alguna —y no la hay desde el prólogo del que hablábamos más arriba— de que pocos directores tienen a su disposición las armas con las que Nolan cuenta.
Claridad narrativa al frente y espectacularidad épica como máxima a seguir de forma constante, cada una de las set-pieces de 'La leyenda renace' son EJEMPLARES: puntualizadas todas por una enérgica partitura de Hans Zimmer —ya en solitario después de haber colaborado en las anteriores entregas con James Newton-Howard— tanto el robo a la bolsa como la posterior persecución, aquella que culmina en la explosión de media ciudad o, por supuesto, ese asombroso clímax final, demuestran que es el cineasta londinense un artista capaz de plasmar la acción a 24 fotogramas por segundo con una personalidad y estilo inequívocos.
Y si bien algún pero habría que interponer también a los varios finales que se suceden en los últimos minutos de proyección —en especial al que se centra en Alfred— la sensación que deja el plano final, aumentada de nuevo sobremanera por esos treinta segundos con los que Zimmer cierra el score es la de haber asistido a un GRAN FINAL para una trilogía a la que dicho apelativo, el de grande, se le queda corto por momentos, alzándose con justicia como la mejor saga que hasta el momento ha ofrecido el mundo del cómic en la gran pantalla. Y por cierto, 'La leyenda renace' superó (por poco) la taquilla de 'El caballero oscuro'.
'El caballero oscuro: la leyenda renace' está disponible para ver en HBO Max
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