¿Podemos separar las películas del momento y la gente con la que las vimos? ¿Debemos? Son preguntas juiciosas, pero yendo a lo concreto, no creo que sea capaz de olvidar 'Matrix Reloaded' (id, 2003) entre otras cosas por la enorme decepción que supuso.
Tenía quince años. Unos amigos del insti y yo esperábamos la secuela de 'The Matrix' (id, 1998), que básicamente era una de las películas que habíamos visto miles de veces, como un acontecimiento y una prueba de que era nuestra saga.
La reacción fue inesperada. La acción no nos desbordaba y alucinaba y todos éramos demasiado jóvenes para entender que el viaje del héroe es una estupenda opción dramática para mezclarla con un entrenamiento de kung-fu y que una secuela como esta, que no optaba por el esquema de La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977), se veía condenada a fracasar.
El caso es que a todos nos dejó perplejos, y no precisamente insatisfechos, el trozo más raro de la película: ese discurso que da el arquitecto a Neo.
¿Qué diantres significa ese discurso? Voy a intentar explicarlo.
Un régimen en caída libre
Antes de marcharse, el Arquitecto le dice a Neo que la esperanza es una fuente de gran fuerza y debilidad para la humanidad. Él ya no ha añadido nada, pero el Arquitecto le ha hecho una concesión: su experiencia de Neo - como error habitual - le sorprende porque es "más específica" lo que apenas puede significar "más imprevisible"
Pensando acerca de 'Matrix Reloaded' este 2015 he llegado a dos notables conclusiones. La primera, que el contexto sociopolítico ha hecho envejecer estupendamente a la película: baste una ojeada a los dramas europeos y a los movimientos políticos españoles para entender mejor qué proponían los Wachowski.
La segunda, que precisamente ese contexto nos puede llevar a infravalorar al Arquitecto como representante de un régimen en caída libre y nada más. Y no como una inteligencia activa. Que es de lo que en última instancia trata Matrix: de las maneras de organizarnos la vida.
Elecciones afectivas
Creo que es el dilema más emocionante de los Wachowski y es muy difícil que lo entendiera en su momento. El Arquitecto le dice que tiene dos opciones: salvar a Zion o a salvar a Trinity, que para entonces se ha metido en Matrix con la intención de sacarlo a él. El problema es cuál elegir.
¡Ese sí que es un dilema tremendamente trágico! Tener que escoger entre el destino y el amor, que en el fondo es una forma de destino. El Arquitecto, como aquella conocida máxima de Hume, cree que la razón es esclava de las pasiones. Pero lo que los Wachowdski insinúan es que no podía ser de otra manera. Hete aquí lo inquietante y provocador.
Pero otro día hablaremos de cómo decidieron lxs Wachowski terminar la guerra.
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