La relación entre el cine y el sexo siempre ha estado rodeado por polémicas más o menos absurdas, ya que es cierto que hay cineastas que lo utilizan como un simple reclamo para llamar la atención del público, pero también es innegable que en Hollywood han demostrado una enorme mojigatería cuando una película con cierta ambición comercial ha enseñado más de la cuenta. El inminente estreno de 'Cincuenta sombras de Grey' ('Fifty Shades of Grey'), primera entrega de una trilogía ya confirmada, ha vuelto a convertirlo en tema de actualidad.
Sin embargo, la evolución del sexo en el cine ha sido constante pese a la multitud de obstáculos que ha ido encontrando con el camino y creí que era el momento adecuado para dedicar un extenso artículo -tanto que he tenido que dividirlo en dos partes- al tema cuando hace unas semanas encontré una interesante infografía que trataba precisamente de eso. Con la esperanza de que el tema os interese lo suficiente, os dejo con la primera entrega que va desde el nacimiento del cine hasta los años 70 del siglo pasado.
Los primeros pasos
Por algún sitio había que empezar y un simple beso en 'The Kiss' (William Heise, 1896) -pinchad aquí si queréis verlo- fue el inicio de lo que vendría después a lo largo de los más de 100 años de historia del séptimo arte -eso siempre y cuando no tengamos en cuenta las películas para adultos rodadas ajenas a la industria, a veces aprovechando la excusa de lo educativo, que acabaron siendo destruidas en su mayoría-. Los avances fueron bastante tímidos durante el cine mudo, ya que la moralidad de la época provocaba que estallara la polémica a la mínima, valga por ejemplo el hecho de que la carrera como director del gran Erich Von Stroheim quedó herida de muerte por haber rodado escenas de 'La reina Kelly' ('Queen Kelly', 1929) en un auténtico burdel.
En su momento ya os hablamos en profundidad del código Hays, un sistema de autocensura que limitó la libertad de Hollywood a la hora de mostrar muchas cosas, entre ellas el sexo en el cine. Antes de que entrase en vigor a pleno funcionamiento, Mae West se aprovechó de su debilidad para convertirse en todo un referente sexual durante la primera mitad de los años 30 gracias a títulos como 'Lady Lou. Nacida para pecar' ('She Done Him Wrong', Lowell Sherman, 1933) o 'No soy ningún ángel' ('I'm no Angel', Wesley Ruggles, 1933).
Las restricciones propias del código Hays provocaron que su carrera entrase en declive, llegando a ser considerada como veneno para la taquilla, algo curioso si tenemos en cuenta que se considera que 'Lady Lou. Nacida para pecar' había salvado a Paramount de la bancarrota en su momento. Los menos interesados en el cine de la época seguro que al menos conocerán el diálogo “¿Llevas una pistola en el bolsillo o es que te alegras de verme?”, pronunciada por West en 'No soy ningún ángel'. Aquí tenéis una selección en inglés de sus mejores frases.
Los límites del código Hays
Los años 40 no fueron nada fáciles para aquellos cineastas que quisieran mostrar la sexualidad humana en cualquiera de sus formas, por lo que no hubo otro remedio que agudizar el ingenio para esquivar todo lo posible las férreas limitaciones impuestas por el código Hays. Llama por tanto la atención el salto a Hollywood de Hedy Lamarr, protagonista de la polémica 'Éxtasis' ('Ekstase', Gustav Machatý, 1933), la primera cinta convencional en abordar directamente el sexo que fue confiscada en su momento por las autoridades de Estados Unidos, aunque logró exhibirse en varios cines independientes sin la necesidad de contar con el sello de aprobación de Hays.
Volviendo al cine americano, títulos como 'Cleopatra' (Cecil B. Demille, 1934) potenciaron de forma notable su contenido erótico, pero poco tardaría en llegar una represión mucho más férrea que hizo que títulos hoy poco conocidos como 'Sex Madness' (Dwain Esper, 1938) tuviesen infinidad de problemas, en este caso concreto por aspectos como mostrar relaciones promiscuas o dar a entender una relación lesbica, todo un tabú por aquel entonces.
Sin embargo, posiblemente el caso más destacable de esa época fue el de 'Tarzán y su compañera' ('Tarzan and his Mate', Cedric Gibbons y Jack Conway, 1934), película felizmente restaurada -son muchos los títulos que no han tenido esa suerte- para que hoy en día podamos valorar hasta qué punto hemos avanzado en esta materia, ya que el "provocativo" vestuario del personaje de Maureen O'Sullivan es algo superado hace décadas y la en su momento escandalosa escena en el río hoy resulta de lo más inocente.
Una de las reglas del código Hays es que los besos mostrados en pantalla no podían durar más de tres segundos, pero hecha la ley, hecha la trampa. Alfred Hitchcock, que ya tuvo algunos problemas años antes con 'Rebeca' ('Rebecca', 1940), fue el que mejor esquivó esa ridícula norma con el mítico beso a trocitos entre Cary Grant e Ingrid Bergman mostrado en 'Encadenados' ('Notorious', 1946) que podéis ver un poco más arriba.
No todos tuvieron el mismo éxito que el genial realizador inglés, como sucedió en el caso de Howard Hughes, quien tuvo una dura lucha contra la censura por culpa principalmente del generoso escote que lucía Jane Russell en 'El forajido' ('The Outlaw', 1943). Por suerte para todos, la historia tuvo final feliz, pero Hughes tuvo que esperar hasta 1946 para poder lanzarla a lo grande, ya que en 1943 únicamente pudo verse en un cine de San Francisco. Eso sí, 'El forajido' consiguió tal éxito durante su exhibición sin el sello de aprobación de la oficina de Hays que fue relanzada en cines apenas un año después.
Conocida es por muchos cinéfilos la leyenda de que Rita Hayworth se quitó algo más que sus guantes en la más célebre escena de 'Gilda' (1946), pero bastante logró Charles Vidor con ello, ya que en esa época las restricciones eran mayores que nunca, tal y como prueban hecho como que en 'Más allá del bosque' ('Beyond the Forest', King Vidor, 1949) se viesen obligados a incluir un aviso inicial para poder abordar como querían al personaje interpretado por Bette Davis. Vamos, era el mal y el espectador tenía que ser consciente de ello. De locos.
El código empezó a dar ciertas muestras de debilidad a finales de los años 40, lo cual llegó a una notable revisión del mismo en 1951 con el objetivo de fortalecer sus bases. Justo ese mismo año se estrenaba 'Un tranvía llamado deseo' ('A Streetcar Named Desire', Elia Kazan), cinta en la que hubo que hacer 12 cortes que sumaban cuatro minutos de metraje para aligerar sus momentos más provocativos con el objetivo de recibir la aprobación necesaria. 42 años tuvimos que esperar para que la versión original se estrenase de forma normalizada.
Aires de cambio
La retirada de Joseph Breen en 1954 puede verse hasta cierto punto como el comienzo del fin para el código Hays, ya que era uno de sus más férreos defensores y llegó en un mal momento, pues apenas un año antes de lanzaba el primer número de la revista Playboy con Marilyn Monroe en portada. Hasta aquel entonces resultaba prácticamente inimaginable que una estrella de Hollywood hiciera algo así. También fue la época en la que Bettie Page, una célebre modelo pin-up, participó en tres largometrajes de marcado contenido erótico, aunque a la hora de la verdad poco o nada se enseñaba.
Algo más anecdótico resulta que también en 1953 se estrenara 'Glen o Glenda' ('Glen or Glenda'), la cinta de Ed Wood que abordaba de forma directa el travestismo para aprovecharse de la popularidad que tuvo poco antes el caso de Christine Jorgensen, el primer ejemplo conocido en Estados Unidos de una persona que se cambió de sexo -de varón a mujer-. Su caso sería abordado por el cine casi dos décadas después en 'The Christine Jorgensen Story' (Irving Rapper, 1970).
También conviene reseñar el caso de 'Garden of Eden' (Max Nosseck, 1954), una cinta que argumentando que se trataba de un documental naturista logró superar la barrera moral tras ser prohibida por indecente poco después de su estreno. Tuvieron que pasar tres años hasta que la justicia de Nueva York dio la razón a sus responsables, lo cual inició una ola de producciones similares dada la rentabilidad comercial que todos veían en productos de este calado.
La aparición de la televisión y el interés creciente hacia producciones extranjeras que abordaban temas que parecían imposibles de ver en un título de Hollywood fueron los principales culpables de que el código Hays cada vez se viera más como un obstáculo en lugar de una guía a la hora de elaborar sus películas. Eso sí, el matrimonio interracial de 'Una isla al sol' ('Island in the Sun', Robert Rossen, 1957) o el adulterio de 'Los amantes' ('Les Amants' Louis Malle, 1958) aún desataron infinidad de quejas, llegando a retrasarse durante varios años el estreno de la segunda por ese motivo.
Las producciones de Hollywood cada vez intentaban forzar más los límites fijados con cintas como 'Anatomía de un asesinato' ('Anatomy of a Murder', Otto Preminger, 1959), 'Con faldas y a lo loco' ('Some Like it Hot', Billy Wilder, 1959), 'Espartaco' ('Spartacus', Stanley Kubrick, 1960) o 'Esplendor en la hierba' ('Splendor in the Grass', Elia Kazan, 1961), consiguiendo pequeñas victorias que iban dejando clara la necesidad de un cambio.
No obstante, hay que volver a mirar a los márgenes de Hollywood y al cine extranjero para encontrar los grandes logros de esos años, aunque sus responsables no siempre se beneficiarán de su audacia. Conocido es el caso de que 'El fotógrafo del pánico' ('Peeping Tom', 1960) prácticamente destrozó la carrera como director del prestigioso Michael Powell, ya que su brillante retrato del voyeurismo estaba demasiado adelantado a su época, lo cual provocó que su calidad no se valorase como se merecía hasta varias décadas después.
Ya comenté un poco más atrás que el triunfo judicial de 'Garden of Eden' abrió la veda para la realización de múltiples cintas similares, pero probablemente el caso más célebre sea el de Russ Meyer, quien se atrevió incluso a promocionar 'El inmoral Sr. Teas' ('The Immoral Mr. Teas', 1959) prescindiendo de la excusa naturista. ¿El resultado? Fue la primera producción softcore que superó el millón de dólares de recaudación -todo un logro cuando apenas había costado 25.000 dólares- y Meyer tomó buena nota de ello para el resto de su carrera tras las cámaras.
Justo encima de este párrafo podéis ver una escena de 'Flaming Creatures' (Jack Smith, 1963), una cinta de corte experimental que no se cortaba a la hora de mostrar la homosexualidad de diversas formas, lo cual provocó su incautación por parte de la policía al ser considerada una obra obscena. Llama la atención que también fuera ese el año del estreno de 'Promesas, promesas' ('Promises! Promises!', King Donovan, 1963), la primera cinta americana que mostraba desnuda a una actriz realmente conocida por el público, Jayne Mansfield.
El código Hays ya estaba herido de muerte a mediados de los 60, pero la Legión Católica de la Decencia aún tuvo tiempo para condenar públicamente a 'Bésame, tonto' ('Kiss Me, Stupid', Billy Wilder, 1964) por abordar las relaciones extramatrimoniales, pero la última gran batalla antes de la entrada en vigor del MPAA fue con 'Soy curiosa' ('Jag är nyfiken', Vilgot Sjöman, 1967), una escandalosa producción sueca que fue prohibida por obscena antes de que pudiera estrenarse en cine alguno de los Estados Unidos.
Tras varias apelaciones, 'Soy curiosa' pudo llegar a los cines y se convirtió en un gran éxito al recaudar más de 5 millones de dólares en poco más de seis meses y se alzó como la película de lengua extranjera más taquillera en Estados Unidos, título que mantuvo durante más de dos décadas. El hecho de ser la primera película no destinada a los cines pornográficos en mostrar abiertamente relaciones sexuales fue, sin duda, la gran clave de su éxito.
La MPAA fue creada en 1922 con el objetivo de velar por los intereses de los estudios de Hollywood y a ellos debemos en parte la introducción del código Hays, aunque no fueron muy estrictos con su aplicación, lo cual llevó a una pérdida de poder por su parte cuando las reglas del mismo se endurecieron a partir de 1934. Ya en 1956 jugaron un papel esencial de la notable revisión del codigo Hays que se hizo entonces, pero fue tras el fichaje de Jack Valentii en 1966 como nuevo presidente cuando las cosas realmente empezaron a cambiar.
La MPAA introdujo un sistema de calificación por edades en 1968 por el cual las películas eran clasificadas para todas las edades (G), para adultos y menores de 16 años según el criterio de los padres (M), prohibidas para menores de 16 años que no estén acompañados por un adulto (R). Además, por petición de la asociación de propietarios de cines se introdujo también la calificación X, es decir, aquellos títulos que solamente podrían ver los mayores de 18 años.
El truco estaba en que los propios productores podían adjudicarse la calificación X sin la necesidad de la aprobación de la MPAA, de lo cual no tardarían en aprovecharse multitud de cintas pornográficas para poder aspirar así a una mejor distribución.
La liberación de los años 70
Eso sí, también producciones de Hollywood se contentaron con esa clasificación, ya por ejemplo 'Cowboy de medianoche' ('Midnight Cowboy', John Schlesinger, 1969) fue distribuida inicialmente bajo esa calificación. ¿El motivo? Pues porque los ejecutivos de la productora aceptaron el consejo sobre la posibilidad de que su contenido homosexual podría influir en los jóvenes y cambiaron la R concedida por la X. El Oscar de mejor película y los cambios en el sistema de calificaciones de 1970 (por ejemplo la R pasó a ser para menores 17) hizo que eso cambiara para su relanzamiento en 1971, donde ya recuperó su calificación inicial.
El atrevimiento de 'El último tango en París' ('Last Tango in Paris', Bernardo Bertolucci, 1972) la convirtió en todo un fenómeno mundial que el cine mainstream rara vez se ha atrevido a igualar, pero su éxito no estuvo exento de polémica, ya que por ejemplo en Italia llegó a ser confiscada por su contenido pornográfico y Bertolucci acusado de delitos de obscenidad. En 1976 se ordenó la destrucción de todas las copias y Bertolucci llegó a perder, entre otras cosas, su derecho a voto durante cinco años. Los italianos tuvieron que esperar hasta 1987 para poder volver a ver la película.
Por su parte, en Canadá provocó un debate nacional que se tradujo en una victoria pírrica -5 votos a favor y 4 en contra del Tribunal Supremo- del derecho a la censura en 1978 tras haber sido prohibida años antes por la junta censora del estado de Nueva Escocia. También fue prohibida en otros países como Chile o Portugal, mientras que en España fue uno de los títulos que más interés despertó en aquellos que viajaban a lugares como Perpignan para ver cintas que tardarían un tiempo en exhibirse en España. Y todo ello sobre todo por una controvertida escena en la que Marlon Brando usaba mantequilla a modo de lubricante.
También en 1972 se estrenaba 'Garganta profunda' ('Deep Throat', Gerard Damiano), una cinta que disparó la popularidad del porno al ser la primera producción relevante de estas características que incluía argumento y algo similar al desarrollo de personajes. Su enorme éxito trajo a primera línea esta tipo de cine durante un breve periodo de tiempo, ya que consiguió que otro tipo de público mostrase su interés hacia él. No fue sin dificultad, ya que fue prohibida en multitud de lugares.
Este coqueteo de Hollywood con el cine pornográfico llegó a traer consigo hechos hoy totalmente imposibles como que la película adulta 'Forced Entry' (Shaun Costello, 1973), donde un veterano de Vietnam se dedicaba a violar y matar a chicas al azar, contase con un remake "convencional" apenas dos años después al que todo el mundo podía acceder, aunque los menores de 17 años tenían que estar obligatoriamente acompañados por algún adulto.
Sin embargo, fue la cinta francesa 'Emmanuelle' (Just Jaeckin, 1974) la que mejor supo aprovecharse de esta popularidad del cine adulto con una aproximación algo más suave, alcanzando una popularidad sin precedentes en Francia -aún hoy es una de las películas más exitosas de dicho país-, una de las claves para que Columbia aceptase que fuese la primera producción X distribuida por ellos en Estados Unidos. Sylvia Kristel, su protagonista, se convirtió en una estrella y la película en el inicio de una lucrativa saga en la que el contenido sexual fue en aumento.
Continuará.
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