La televisión de este país nos dio ayer una pequeña gran sorpresa. El cine cada vez tiene menos importancia en este medio, pero “La 2” de Televisión Española se marcó anoche un tanto estrenando ‘W.’ (2008), una película que no había pasado por la cartelera de nuestras salas a pesar de haber sido anunciada y contar con una más que interesante propuesta. Con la excusa de la toma de posesión de Barack Obama como nuevo Presidente de los Estados Unidos, se emitió este polémico biopic de Oliver Stone sobre el hombre que había estado en el cargo hasta entonces, George W. Bush.
Antes de entrar a valorar el producto, quiero dejar constancia de algo que me parece imperdonable, aunque suene desagradecido, y es la cantidad y la forma de las interrupciones que se produjeron durante la emisión del film. Por supuesto, los anuncios no duraron precisamente dos minutos (eso sí, los créditos finales los quitaron a los pocos segundos) por lo que el ritmo de la narración se fracturó varias veces, imposibilitando una concentración adecuada para el disfrute completo de la obra en cuestión. Desde aquí, con humildad pero también con firmeza, un toque de atención o un tirón de orejas a los encargados de semejante chapuza. Para hacerlo mal, no se hace, más aún cuando hacerlo bien no cuesta tanto. Que es “La 2”, por favor, ¿ahora va a importar el índice de audiencia? Nada, la televisión y el cine, relación de una noche, fugaz e insatisfactoria.
Pero vayamos ya a la película.
‘W.’ trata George W. Bush, nos relata su juventud, su madurez y cómo realiza su labor como Presidente de los Estados Unidos de América. Un biopic que lleva la firma de Oliver Stone, un director sobresaliente al que suele acompañar la polémica, por la visión que ha dado de su joven país y las formas que emplea para contar sus historias. Con los años se ha mostrado como un autor preocupado por plasmar la realidad (su punto de vista de la realidad, quiero decir), pero también por lo que las raíces ocultas de esa realidad. ¿Qué pasó y por qué? ¿Quiénes estaban ahí?
El Presidente de los Estados Unidos es un personaje público que ha aparecido en el cine en numerosas ocasiones, tanto para representar a alguien real como a alguien irreal, inventado (aunque a menudo imitando a uno de verdad). Al margen de su impresionante película sobre el asesinato de JFK, Stone ya nos había dado su versión de Richard Nixon, Presidente polémico donde los haya, aún objeto de retratos cinematográficos (es probable que Frank Langella gane un Oscar por interpretar a Nixon, que también tiene su hueco de protagonismo en ‘Watchmen’), y trece años después pone su mirada en W., letra por la cual se conoce al hombre al que todos odian, el jefe de gobierno más insultado de los últimos tiempos. ¿Cuántos se sintieron decepcionados cuando aquel zapato no le alcanzó en pleno rostro?
Así que una película como ésta, aún llegando quizá un poco tarde, resultaba de gran interés, tanto para los aficionados al cine como para los no aficionados con un mínimo de interés por la política. La promoción fue bastante inteligente y la polémica, inevitable, colaboró a que el público supiese de este film. Todos se frotan las manos. George W. Bush según Oliver Stone. Esto promete, va a ser la bomba, menuda lluvia de palos se va a llevar el Bush… Pues no. Si eso es lo que esperáis, os podéis llevar una decepción importante.
Porque ‘W.’ no es un ataque a Bush, ni siquiera se centra en los errores del ahora ex-Presidente. Es una película sobre una persona, sobre la vida de un tipo sencillo que no sabía que hacer con su vida, pero que aprovechó su oportunidad y llegó a ser el considerado como el hombre con más poder del planeta. Quién es George W. Bush y cómo pasó de ser un borracho holgazán a presidir Estados Unidos. Eso es lo que nos quiere contar Stone. Y en ese sentido, su producto es muy destacable. Personalmente, me llevé una grata sorpresa porque me temía algo maniqueísta, un reflejo más cómico que otra cosa sobre un personaje que ha afectado la vida del planeta de forma relevante.
Stone nos retrata a un hombre sencillo (o simple si se quiere) que triunfó cuando nadie confiaba en él, y que lo hizo, entre otras cosas, porque era ése con el que el americano medio tomaría una cerveza (como se señala en la película). No hay duda que la película huye de lo fácil y, sorprendentemente, se pone de parte de Bush. Y lo hace con absoluta corrección, aportando hechos y razones para componer un personaje que, a diferencia de la imagen pública, tiene iniciativa, toma decisiones, reflexiona y trata de hacerlo lo mejor posible. Ahí está la clave y es lo que intenta explicar en una escena emocionante del final. Puede que no sea una persona brillante (eufemismo como una catedral), pero su honestidad y su esfuerzo no pueden ser tachados como si nada. En mi opinión, el retrato que se hace de George W. Bush en esta película no debería juzgarse tanto por la comparación con lo que sabemos o creemos saber del personaje real, sino valorarse más desde un criterio puramente ficticio, cinematográfico. En ese aspecto, aplaudir con fuerza el enfoque de Oliver Stone y la interpretación de Josh Brolin, que está absolutamente genial, haciendo suyo a un personaje con el que nos podemos llegar a identificar.
Cabe decir que, si bien en toda la parte de la juventud de Bush creo que hay una mala decisión de mantener y rejuvenecer a los actores, por lo demás la caracterización de los personajes es estupenda, y resulta curioso, por no decir gracioso, reconocer en la película a esas personas que hemos visto tantas veces en las noticias. El caso que más me llamó la atención fue el de Thandie Newton (‘RocknRolla’), clavada a Condoleezza Rice. Otra cuestión es cómo Stone trata mejor a unos y peor a otros en su repaso a la administración Bush. Y el resultado es que salvo W, a quien prácticamente se le disculpa, y Colin Powell (Jeffrey Wright), los demás resultan retratados más o menos como (perdonadme la expresión) hienas inútiles; de forma injusta seguramente. Destacar también la participación de Bush padre (inmenso James Cromwell) y Laura Bush (Elizabeth Banks), dos personas que influyen muchísimo en la vida del protagonista, especialmente el primero (genial el momento de la carta, me recordó a Eastwood).
Dicho eso, conste que tampoco me parece que la película sea redonda, ni mucho menos. No me parece que esté realizada con maestría (más bien diría que se nota cierta ligereza), tampoco impresiona lo que se nos cuenta (sorprende, pero el efecto no es poderoso), y desde luego no aporta toda la luz que podía esperarse (estando tras las cámaras el señor Stone). ‘W.’ sigue dejando en la oscuridad mucho de la política norteamericana dirigida por Bush y pasa de largo sobre los hechos más recientes de su administración. También se echa en falta mayor representación de otros líderes mundiales, cuyas decisiones no resultaron poco relevantes; claro, no ver a Jose María Aznar (apenas se menciona a España en un repaso demencial de apoyos donde se habla de un puñado de soldados mongoles o unos monos que aportará Marruecos) o que Tony Blair (Ioan Gruffud) apenas aparezca en un par de escenas resulta un tanto decepcionante. Da la sensación de que se ha perdido la oportunidad de hacer una película mucho mayor, más profunda, crítica y valiosa.
De todas formas, que no se pierda la visión de conjunto ni la perspectiva, ‘W.’ es una película muy entretenida que cuenta una historia interesante y nos habla, sin superficialidad, de alguien a quien no conocíamos. No es lo mejor que ha hecho pero tampoco puede decirse que aburra en ningún momento y el trabajo de todos los actores es impecable, destacando Brolin por supuesto, debería ser uno de los cinco nominados al Oscar.
Ver 30 comentarios