‘V3nganza’ (‘Taken 3’, Olivier Megaton, 2014) es la prueba definitiva de aquello que decía Sean Connery cuando le pidieron volver a ser James Bond tras seis películas y no cumplió: “nunca jamás” –no necesitamos recordar cómo se tituló el séptimo film protagonizado por el actor escocés y que no figura como título oficial de la saga−. Liam Neeson aseguró que no habría un tercer título en una saga que parecía ya acabada en la premisa de su primera entrega, pero don dinero manda, y los 20 millones de dólares que ha cobrado por volverse a meter en la piel del carismático Bryan Mills.
Olivier Megaton –un apellido que en español está al servicio del chiste fácil− vuelve a ponerse detrás de las cámaras, aumentando un poco el nivel con respecto a la segunda lamentable entrega, aunque sin poner demasiada emoción en la operación, dejándolo todo a la segunda unidad, mientras su puesta en escena deriva peligrosamente hacia el telefilm, y la trama se sintetiza en una sola línea argumental, para no complicarse demasiado, y pecar un poco de falta de acción. Al menos seguimos disfrutando con lo vehemente del personaje central.
Esta vez Mills, encarnado con convicción por Neeson, que parece regresar a los inicios de su carrera cuando estaba metido en productos como ‘Sospechoso’ (‘Suspect’, Peter Yates, 1987), ‘La lista negra’ (‘The Dead Pool’, Buddy Van Horn, 1988), ‘Con su propia ley’ (‘Next of Kin’, John Irvin, 1989) o ‘Darkman’ (id, Sam Raimi, 1990), ha de enfrentarse al asesinato de su exmujer (Famke Janssen), crimen del que parecerá culpable ante la ley, esta vez con la cara del gran Forest Whitaker, en uno de esos personajes de piloto automático con el que cobrar e irse a casa.
Cero emoción
Dougray Scott sustituye a Xander Berkeley en un personaje con mayor protagonismo que en la primera entrega, la nueva pareja de la exmujer de Mills, y que no sorprende ni lo más mínimo de cara a cualquier cinéfilo mínimamente despierto y conocedor de los personajes de Scott. Así pues, poca emoción, menos acción de la esperada, y mucha palabrería en un film que al menos sigue haciendo gala de lo mejor que se le puede pedir a este tipo de productos: ir directamente al grano. Además tenemos al propio Neeson interpretando las secuencias de acción.
Maggie Grace sigue luciendo su palmito como hija de nuestro héroe, del suyo, de toda persona corriente. Esta vez con la promesa de una nueva vida, convirtiendo a Mills en abuelo, sugiriendo con ello quizá el final de las aventuras del exagente del gobierno con el que sería mejor no meterse ni un poco. En cualquier caso, ahora Neeson declara que no le importaría interpretar una cuarta entrega. Las cifras hablarán tarde o temprano, y cómo no, será decisión de Luc Besson, quien cada vez se molesta menos en escribir guiones decentes. Si la fórmula funciona, ¿para qué?
‘V3nganza’ no funciona por mucho que tenga a Neeson y Whitaker como reclamos del público, entre otras cosas porque le falta emoción por suprimir el suspense. Inexplicablemente los personajes deciden comunicar a los demás, y con ello al espectador, qué es lo que harán a continuación, anulando toda posible sorpresa argumental. Lo previsible nunca debería ser un fallo a considerar, salvo cuando es algo tan descarado que además deriva en aburrimiento por una sensación déjà vu más intensa que en otras ocasiones. Me juego algo a que si hay cuarta entrega le secuestran al nieto.
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