Mientras el especial de Walter Hill de mi compañero Alberto va viento en popa, nosotros llegamos a la cinta que lo provocó en primera instancia. No creo que vaya a desvelar nada que cualquiera de los trailers o el clip que había por ahí de la secuencia no hayan hecho ya pero, aún asi prefiero cubrirme las espaldas y avisaros de la posibilidad de que este primer párrafo suponga un spoiler en toda regla. Si hay algo por lo que 'Una bala en la cabeza' ('Bullet to the head', Walter Hill, 2013) va a ser recordarda en años venideros es por la espectacular escena que enfrenta a esas dos masas musculadas que son Sylvester Stallone y Jason Momoa con la única ayuda de sus manos y sendas hachas de bombero. Filmada con notable eficiencia y montada con aún mejor criterio, la citada secuencia hace que el espectador se sienta partícipe de cada golpe, transmitiendo una energía que pocas escenas de "mamporros" han conseguido con igual eficacia en los últimos tiempos.
Al margen de ella, el otro asidero fundamental del espectador de cara a disfrutar del filme se asienta sobre el personaje intepretado por Stallone, un asesino a sueldo sin ningún tipo de escrúpulos que recuerda poderosamente al Porter que Mel Gibson encarnaba en 'Payback' (id, Brian Helgeland, 1999) por su notoria carencia de moralidad más allá de aquella de la que tenga que echar mano para salir con vida de las extremas situaciones en las que su profesión le mete, dejando que sean sus puños, su mala baba y la facilidad con la que mata a quien se le ponga por delante, los que hablen por él.
Fuera de lo comentado en los dos párrafos anteriores no hay mucho más que destacar de una producción que Hill rueda con su característica austeridad de formas para poner en pie un guión que continua el trabajo de recuperación de los modos del actioner de los ochenta que ya iniciara Stallone con 'John Rambo' ('Rambo', Sylvester Stallone, 2008) y 'Los mercenarios' ('The expendables', Sylvester Stallone, 2010), no contando ni con el endiablado ritmo de las escenas de acción del que ambas hacen gala ni, por supuesto, con el punto de divertimento descerebrado que suponía la segunda.
'Una bala en la cabeza' se queda así en una tierra de nadie por momentos bastante anodina en la que la que la historia avanza a golpe de las imprescindibles frases lapidarias, revestidas aquí de un halo de ridícula relevancia, y de alguna secuencia afortunada —el asalto al embarcadero— inmersa en un conjunto que carece del empaque que debería haber tenido si hubiera contando, ya con un villano de más entidad —por mucha presencia física que tenga, el malo encarnado por Momoa es de chiste—, ya con una pareja que hubiera creado mejor química con Stallone, cosa que no ocurre con Sung Kang, que parece estar puesto ahí para no levantar mucho polvo y dejar que la hipermusculada estrella luzca cuantas más venas y cara de pocos amigos, mejor.
Lo que resulta más sorprendente de todo el conjunto, no obstante, es —siempre y cuando se haya leído la obra en la que se supone que se basa— lo mucho que se aparta la cinta del guión que habría resultado de una adaptación fidedigna del cómic homónimo: de las páginas creadas por Matz y Wilson el filme de Hill toma la idea de un asesino a sueldo que pierde a su compañero y se alia con un policía, así como el marco de Nueva Orleans como telón de fondo para la acción. Punto.
En el cómic, Jimmy Bobo —el personaje de Stallone— no pierde a su amigo hasta la mitad de la historia, la acción se centra en la pareja de policías —dos, no uno como aquí— que durante más de la mitad de la historia son los protagonistas casi absolutos, la trama de fondo nada tiene que ver con la que vemos en esta cinta y el hecho de que un poli y un asesino terminen trabajando juntos queda mucho mejor expuesto que la endeblez con la que lo trata el filme. Pero no pasa nada. Es una película de acción y no hay que llegar a estas disquisiciones. ¿O sí?
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