Si pienso con calma en alguna de las mayores injusticias en lo que respecta a la reacción de público y crítica frente a una producción televisiva, mi mente no tarda demasiado en aterrizar en las segunda y tercera temporadas de 'True Detective'. Ambos arcos, radicalmente distintos entre sí y también con el título original, contienen las suficientes virtudes como para ser reivindicados pese, eso sí, estar a años luz del show de 2014.
Es harto complicado nacer y crecer bajo la sombra de un título que no se limitó únicamente a presumir de excelencia técnica y narrativa, sino que también pasó a entrar en la elitista liga de series de culto que trascienden a la pequeña pantalla para formar parte del imaginario popular, en parte gracias a la brillantez de sus diálogos, a su asfixiante nihilismo y al innegable carisma de su pareja protagonista.
Han tenido que pasar diez años para que Issa Lopez recupere el modelo de producción de una única directora que tan buenos resultados dio con Cary Joji Fukunaga y vuelva a concentrar todos los ingredientes que convirtieron la obra de Nic Pizzolato en uno de los grandes hitos modernos de HBO, y sólo necesitamos sumergirnos en el primer episodio de esta 'Noche polar' —'Night Country'— para comprobar que no sólo está a la altura de su predecesora, sino que puede mirar cara a cara a la aventura de Rustin Cohle y Martin Hart.
La fórmula del éxito
Esta toma de contacto deja claro que la mexicana tiene muy claro por qué derroteros quiere llevar su aproximación al universo 'True Detective', y lo hace arrancando por todo lo alto combinando un detonante realmente sorprendente con las primeras pinceladas de su apuesta temática, argumental, formal y atmosférica. Un cóctel de viejos elementos conocidos y nuevas e inesperadas direcciones que prometen seis semanas de auténtico infarto.
La primera parte de la cuarta temporada nos deja claro que, en lo que respecta a la premisa, 'Noche polar' es hija de la franquicia. Una vez más nos encontramos con una pareja de investigadoras con una relación más rota que convulsa debido a rencillas del pasado que ven cómo sus caminos están destinados a volver a cruzarse después de que un nuevo caso, aparentemente imposible de resolver, conecta con uno que quedó sin cerrar años atrás.
Este esquema, harto familiar, gana enteros y efectividad gracias a dos grandes elementos. El primero de ellos es la ambientación de la historia, que nos lleva a la gélida región de Alaska durante temporada de noche perpetua, algo que aporta un extra al segundo gran factor: el retorno de ese horror cósmico casi lovecraftiano que ya nos inquietó hace una década y que en esta ocasión va un paso más allá para abandonar lo sutil y acompañar el descenso a la oscuridad de Danvers y Navarro en clave de un terror más puro.
Sin duda, todos los componentes de este primer episodio de 'True Detective: Noche polar' funcionan como un reloj. Las interpretaciones de Jodie Foster y Kali Reis, un surtido de secundarios que empiezan a moldear sus historias no menos turbias, la precisa dirección de López, la impresionante dirección de fotografía de un Florian Hoffmeister que vuelve a deslumbrar tras su trabajo en 'Pachinko'...
Sólo os puedo recomendar que, tras este capítulo, os abrochéis el cinturón, porque esto no ha hecho más que empezar. 'True Detective' ha vuelto por todo lo alto, y creedme cuando os digo que va a ser muy duro tener que disfrutarla sin poder hacerlo de una sentada.
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