He de reconocer que 16 largometrajes después de su inicio en 2008 con la estimable 'Iron Man' de Jon Favreau, y muy a mi pesar, comienzo a experimentar cierto hartazgo en lo que respecta a las producciones del inagotable Universo Cinematográfico de Marvel. Un empacho que, por alguna extraña razón, no impide que continúe acudiendo rigurosamente al cine a cada estreno de una nueva aventura en carne y hueso de los héroes con los que he crecido, esperando un frescor que nunca llega.
Parece que, al fin, tras deliciosas anomalías como 'Capitán América: El soldado de invierno' y, sobre todo, la impopular 'Iron Man 3' —que siempre defenderé a capa y espada—, el dios del trueno ha llegado con su tercera película en solitario titulada 'Thor: Ragnarok' para elevarse directo al Olimpo marvelita con uno de los trabajos más refrescantes que nos ha dado la división cinematográfica de la Casa de las Ideas en todos estos años.
Huyendo de fórmulas precocinadas
Con 'Thor: Ragnarok' Marvel se desliga lo suficiente de su fórmula base como para romper con esa sensación de "más de lo mismo" que suele predominar en sus cintas; y lo hace abrazando sin miedo ni vergüenza alguna su naturaleza de comedia, y explotando las más que notables virtudes de un Taika Waititi que ya ha demostrado dominar los mecanismos del género en su trayectoria como realizador y guionista.
En este caso, el neozelandés da rienda suelta a su desparpajo habitual planteando no pocas situaciones hilarantes envueltas de un tono autoconsciente, divertido y sin ningún tipo de complejo; construidas en torno a un uso del diálogo dinámico e inteligente y, por encima de todo, alrededor de unos personajes que, pese a ser ya viejos conocidos, han ganado un extra de encanto y carisma tras pasar por el filtro Waititi —lo cual incluye a una villana por encima de la media que pide a gritos más tiempo en pantalla—.
Junto a este desenfado cómico, 'Thor: Ragnarok' atesora aciertos en muchos otros aspectos; pasando por su agilidad en términos narrativos —no echa el freno en sus dos horas de fantasía comiquera—; su colorido y estimulante diseño de producción, minado por algunas secuencias centradas en unos deficientes VFX que adolecerán especialmente el paso del tiempo; o un reparto que da la sensación de estar pasándoselo en grande y que luce en pantalla a las mil maravillas —Cate Blanchett está sencillamente espectacular—.
El Universo Cinematográfico de Thor
No obstante, donde logra de desmarcarse por completo de sus cintas homólogas lo último del hijo de Odín es en su acertada decisión de abandonar en gran medida de esa obsesión de las producciones Marvel por dar un peso innecesario a su universo compartido y obcecarse en allanar el terreno hasta la 'Guerra del Infinito' dejando, en ocasiones, elementos más importantes en un frustrante segundo término.
Consciente de ello —o eso parece—, el director y su equipo de guionistas vuelcan todos sus esfuerzos en lo verdaderamente esencial en esta y en toda pieza cinematográfica que se precie: su protagonista. Porque 'Thor: Ragnarok' es una película protagonizada por el Vengador que da nombre al título —pese a alguna que otra aparición estelar a modo de secundario—, y que constituye una anomalía en la que, al fin, conseguimos encariñarnos y preocuparnos por un personaje que ha necesitado una trilogía completa para conseguir levantar el vuelo. Y vaya si lo ha hecho.
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