Si no te gustó 'Thor: Ragnarok' no te va a gustar 'Thor: Love and Thunder'. De verdad. Ahórrate la entrada y el cabreo, porque sabes perfectamente a lo que vas: la dirige Taika Waititi, tiene el mismo tono multiplicado por dos, más humor, más colorines y más épica. Pero si sois de los que disfrutaron como niños en una montaña rusa, estáis de enhorabuena: dejad que os cuente la historia del vikingo espacial, Thor, hijo de Odín.
Fantasía de color (y heavy metal)
'Thor: Love and Thunder' coge todo lo que funcionó en la entrega anterior y lo eleva a la máxima potencia. Hay imágenes dignas del cómic más épico del mundo, banda sonora repleta de rock de los 80, luchas que distan mucho de atenerse a la fórmula Marvel, un chiste (mejor o peor) por minuto y muchísima personalidad y carisma, algo de lo que la fase 4 no va precisamente sobrada. Pero, además, Taika Waititi añade algo fundamental para que la película funcione mejor incluso que 'Thor: Ragnarok': una vertiente sentimental.
El retorno de Jane Foster al Universo Marvel trae consigo dos cosas: por un lado, unos cuantos chistes (muy bien llevados) sobre su relación pasada y los celos de ver a Mjolnir en otras manos. Por otro, un grado emocional que eleva la película: los dos Thors están más unidos que nunca, pero si ya has leído la etapa de Jason Aaron en que se basa esta entrega, sabes que va a haber una dosis importante de drama. Y Waititi no mira a otro lado: sin hacer pausas bruscas en el ritmo de la película, introduce la tragedia y la convierte en parte fundamental de este delirio aventurero, consiguiendo que el resultado sea orgánico y fluya en lugar de ir a trompicones entre el humor cafre y el drama lacrimógeno.
Sin duda alguna, 'Thor: Love and Thunder' está mejor balanceada que la anterior: tiene más chistes y momentos épicos, pero también sabe que una mirada puede emocionar más al espectador que mil batallas. Consigue lo que no lograron las dos primeras entregas de la saga: que nos creamos que Jane y Thor son el uno para el otro, que se necesitan y que su relación tiene sentido. La película juega con el sentido de la divinidad, el drama de ser humano y lo que podemos llegar a hacer por amor. Y todo ello sin dejar de carcajearte ni un minuto. Tiene muchísimo mérito.
Le pongo cuarto y mitad de dios
Pero solo con este arrejuntamiento no podemos tener una película de este calibre. Por eso Waititi recupera la otra gran saga de Jason Aaron, la de Gorr, el Carnicero de Dioses, que en la película tiene sus pros y sus contras. Por un lado, Christian Bale y el departamento de maquillaje han hecho un trabajo espectacular recreando al personaje. Pero por otro, el propio tono de la película hace que pierda gran parte de su lado amenazante: por mucho que haya disfrutado, hay que reconocer que quizá no fuera la mejor historia que adaptar.
Tras unas cuantas películas Marvel con villanos más bien mediocres (Bruja Escarlata aparte), Christian Bale viene a demostrar que es capaz de mejorar cualquier película solo con su actuación. Gorr es tan amenazante como en las viñetas y el actor es capaz de darle una nueva capa de tristeza y desolación aumentada por un maquillaje perfecto y fascinante, repleto de tatuajes y cicatrices. Su primera escena ya te dice todo lo que debes saber, una historia repleta de melancolía sin gota de comedia en la que no es difícil empatizar con él y su venganza.
Por otro lado, la saga del Carnicero de Dioses es truculenta, violenta, trágica y triste, y 'Thor: Love and Thunder' solo lo es en ocasiones. Desde luego, no lo suficiente como para dar al personaje la oportunidad de ser una amenaza real. El tono no es el adecuado ni le dan los suficientes minutos en pantalla como para que creamos que es el enemigo más digno de Thor. Aunque el final le hace cierta justicia, quizá hubiera sido mejor idea en manos de otro director. Una pequeña oportunidad perdida.
Os voy a contar la historia de Thor
Sin embargo, el resto de decisiones que toma son ideales: la aparición de los Guardianes de la Galaxia, que pasan del cameo y desaparecen en el momento adecuado; el prólogo que parece sacado de otra película y al mismo tiempo entronca perfectamente con esta; los flashbacks que explican las lagunas argumentales; el emotivo (aunque muy acelerado) final; la banda sonora; las luchas; el nuevo poder de Mjolnir... 'Thor: Love and Thunder' es la película definitiva de Thor, aunque va a dividir al público una vez más de manera injusta.
Te puede gustar más o menos la evolución de Thor en el MCU, pero está bastante claro que todos en el gabinete creativo se sienten más cómodos con un Odinson más divertido y relajado que con la versión que propuso Kenneth Branagh. En esta película no solo no cambia, sino que se incrementa todo aquello (sí, Valquiria no va a hacerse hetero de repente) que puede provocar el enfado de algunos fans, que, sinceramente, ya no tienen motivos para quejarse: uno sabe desde el propio póster si va a disfrutar de esta nueva secuela o va a salir rabiando. Si eliges lo segundo, es, a estas alturas, culpa tuya.
'Thor: Love and Thunder' es la mejor película de la fase 4. Al menos, se nota que hay alguien detrás rechazando activamente parecerse al resto de películas de Marvel con una personalidad propia apabullante, que se ve desde el primer minuto, que no duda en reírse hasta de su propia sombra y mostrar su lado más emocional cuando es necesario. Tiene todo lo que estás buscando al entrar a la sala: acción con iconografía heavy metal, solos de guitarra eléctrica (ojo al temazo que acompaña al logo de Marvel), personajes que evolucionan, comedia continua y drama incipiente. Lo apuesta todo y no se deja nada en el tintero. Es una de las películas más definitorias del MCU, un hito y un absoluto milagro.
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