Netflix vive de la cantidad de contenido que sube a la plataforma y no de la calidad de los mismos. Hay veces en las que estrena auténticos bodrios y alguna joya también tiene en su catálogo, pero lo habitual es encontrar infinidad de productos entre los dos extremos. Además, es muy difícil estar al día con todo lo que llega a su catálogo por su alto volumen -y porque la competencia también estrena otras cosas-, de ahí que ‘The Society’ se nos haya pasado por alto hasta ahora.
Vendida como una especie de variante de ‘El señor de las moscas’, ‘The Society’ nos cuenta cómo un grupo de adolescentes es transportado a una réplica de la ciudad en la que viven. Eso sí, ellos pasan a ser sus únicos habitantes y no hay forma de escapar de allí, por lo que tendrán que aprender a convivir y a dosificar los recursos a su alcance. Un cruce de drama adolescente con misterio de ciencia-ficción con más gancho del que esperaba.
Una buena presentación
Lo primero que me gustaría destacar es uno de los aspectos más molestos es el hecho de estructurar la primera temporada en diez episodios de una hora de duración. Muchas series han sido criticadas por tener demasiados episodios por temporada y parece que esta es la solución que Netflix está encontrando, pero ya era una pega en el caso de ‘Las escalofriantes aventuras de Sabrina’ y aquí vuelve a suceder lo mismo.
Esa duración puede funcionar muy bien en propuestas más intensas, pero incluso entonces hay ocasiones en las que se acaba tendiendo al relleno. En ‘The Society’ es no es una sensación que se haya dejado notar por ahora -aclaro que solamente he visto sus tres primeros episodios-, pero sí que hace que los episodios pierdan algo de fuelle. Se compensa parcialmente por el amplio abanico de personajes y porque lo visto hasta ahora no deja de ser una introducción, pero resta y mi temor es que eso vaya a más.
Por lo demás, la presentación de los personajes es correcta -al igual que el trabajo de los actores-. Ninguno de ellos te llega a enganchar pero tampoco a molestar y hay estereotipos de todo tipo para conseguir llegar a la mayor cantidad de público posible. No faltan las subtramas románticas y un tratamiento del sexo ligeramente más atrevido de lo habitual, como tampoco echaréis de menos la inevitable confrontación entre los adolescentes populares y aquellos que habían manejado hasta ahora en los márgenes.
Un cóctel afortunado
Todo lo que uno podría esperar de un drama adolescente está ahí condensado por el hecho de que ya no hay nadie que les ponga límites salvo ellos mismos y puede que no todos vayan a aceptarlo de buen grado. No hay nada extraordinario en la forma de plantearlo, pero sí que se desarrolla de forma eficiente, permitiéndonos conocer tanto a los personajes como el nuevo statu qquo. Lograr transmitir esa sensación de comunidad es uno de los aspectos que te mantiene interesado en lo que esté por venir.
Además, la propia serie ha dado ya un giro sorpresivo con ese final del tercer episodio que va a permitir que juegue con un misterio “secundario” antes de tener que entrar con la gran duda que todos los personajes y espectadores deberían tener: ¿qué diantres ha pasado y cómo van a salir de ahí? Estoy convencido de que el final de la primera temporada responderá hasta cierto punto lo primero, pero mientras tanto tiene ingredientes para tenernos enganchados.
De hecho, ese giro da vida a una serie que pronto podría haber caído en la rutina y que demuestra que pueden pasar cosas que no esperábamos. La imprevisibilidad siempre es buena pero luego hay que saber manejarla. Por mi parte, pienso seguir viéndola, así que pronto descubriré si es un afortunado golpe de efecto de ‘The Society’ o algo más.
En definitiva, Netflix se ha marcado otro tanto con ‘The Society’, una serie que sabe cómo combinar los géneros a los que echa mano para plantear un escenario que atrapa la curiosidad del espectador y que por ahora se ha desarrollado de forma satisfactoria pese a la excesiva duración de cada episodio.
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