‘The Flash’ nació como una serie con la que The CW quería capitalizar el éxito de ‘Arrow’, pero luego no tardo en convertirse en la obra más popular de ese peculiar universo de superhéroes en el que por ahora también encontramos a ‘Supergirl’ y ‘Legends of Tomorrow’. ‘Batwoman’ no tardará en unirse al mismo, pero las que nos interesan ahora son las aventuras de Barry Allen.
A mi entender, la primera temporada de ‘The Flash’ sigue siendo la mejor de todas. No solamente expuso todas las virtudes por las que conquistó a millones de espectadores, sino que además todo resultaba mucho más fresco, incluidos algunos recursos de los que luego ha abusado en ocasiones. Eso sí, pese a ciertos altibajos en las sucesivas entregas, siempre ha dado muy buen entretenimiento y el inicio de la quinta temporada sigue esa línea.
Un refrescante nuevo peligro
No son pocas las series que sufrieron una drástica bajada de interés cuando añadían un hijo para el protagonista y mi miedo era que viniera a suceder algo similar en el caso de ‘The Flash’, ya que la llegada de su hija del futuro permitía añadir aire fresco a la dinámica entre los personajes principales, pero también podría convertirse rápidamente en una complicación innecesaria o simplemente el resultado del agotamiento de ideas por parte de sus responsables. No ha sido el caso.
Tras la curiosidad inicial, ya en el primer episodio se reconducía pronto todo ante la necesidad de evitar una desaparición de Flash que se supone definitiva. Ya habíamos visto antes al velocista en apuros, pero la trama de temporada nunca había girado tanto sobre esto, optándose más por poner en peligro a Iris y utilizando esto para llevarle al límite. En los dos primeros episodios solamente se han visto pequeños apuntes sobre cómo afecta eso a Allen, pero ha funcionado bastante bien.
Además, ‘The Flash’ ha aprovechado para darnos un primer vistazo a Cicada, el gran villano de la temporada, una fuerza temible que todos tenemos claro que nuestros protagonistas acabarán superando, pero que al menos ha sabido cómo imponer respeto con apenas unos momentos en pantalla. Y eso también ha sido suficiente para plantar las semillas respecto a su vinculación con Nora, situando así al espectador por delante del equipo protagonista.
Nora, un acierto
Recuerdo que en la cuarta temporada disfruté bastante con el episodio de presentación de Ralph, pero luego a la serie le costó integrarlo de forma satisfactoria en el equipo. Con Nora no ha sucedido nada de eso, ya que Jessica Parker Kennedy se ha integrado a la perfección con el resto. Por ahora se ha centrado más en su relación con Barry e Iris, pero no ha habido nada que desentonara y el entusiasmo con el que aborda el personaje encaja de maravilla con ese tono desenfadado en el que la serie siempre ha sabido brillar.
Tengo curiosidad por ver cómo va a evolucionar todo cuando surjan los verdaderos problemas, pero hasta ahora Parker Kennedy es un acierto de casting tremendo. No al nivel de Grant Gustin como Flash -él es media serie, así de claro-, pero sí que me ha recordado a los inicios de la serie, cuando todo se iba asentando y fluyendo con una envidiable naturalidad dentro de la tónica elegida por sus responsables.
Más allá de eso nos quedan tramas como la necesidad de Caitlin de traer de vuelta a Killer Frost que mira, por ahora no han aportado gran cosa, pero esperemos que tengan una función clara en episodios venideros más allá de la necesidad de utilizar sus poderes ante alguna amenaza. Y por favor, quiero de vuelta a Tom Cavanagh, que en su momento pensaba que estaban estirando demasiado su presencia, pero se le echa, y mucho, de menos. Además, le toca nuevo personaje.
En definitiva, ‘The Flash’ ha regresado en buena forma, recordando incluso por momentos a esa magia de la primera temporada que luego nunca ha sabido replicar por completo. La llegada de Jessica Parker Kennedy ha tenido mucho que ver en ello y esperemos que los responsables de la serie no dejen que la cosa decaiga.
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