Gareth Edwards había desaparecido del mapa tras encargarse de ‘Rogue One: una historia de Star Wars’ y ahora ha regresado por todo lo alto con el thriller de acción y ciencia ficción ‘The Creator’, que se estrenará en cines el 29 de septiembre. El director de ‘Godzilla’ sigue los pasos del mejor James Cameron dando una vuelta a las clásicas historias de guerra contra las IA en un descomunal espectáculo que corta el aliento. Estamos ante un salto en el cine fantástico que definirá cómo plantear cierto tipo de historias en la pantalla en el futuro.
La historia de ‘The Creator’ no se puede entender sin la de ‘Rogue One’, cuando el famoso spin off de Star Wars que dirigía Edwards tuvo problemas de producción que llevaron a Disney a contratar a Tony Gilroy para volver a rodar material adicional y alternativo, además de encargarse de la edición. Nunca ha habido una respuesta definitiva que esté abierta al conocimiento público sobre qué parte de autoría corresponde a cada uno, debido a las reglas del gremio de directores y el secretismo de la casa, sin embargo, la idea general es que Gilroy reelaboró prácticamente el tercer acto de la película.
La herencia de James Cameron
El montaje original tenía algunas ubicaciones y planetas más, y puede distinguirse en el material que hizo Edwards que tiene un aspecto más naturalista, desde la iluminación hasta el encuadre, pero lo cierto es que luego fue Gilroy el que acabaría encargado de realizar la continuación espiritual de esta en la serie ‘Andor’. Por eso no sorprende que mucho, mucho de lo que vemos en ‘The Creator’ tenga no solo cierto sabor a Star Wars, sino que haya elementos que parecen rehacer lo visto en ‘Rogue One’, pero con un enfoque megalomaníaco, tremebundo.
Ha sido un verano de películas caras, blockbusters aparatosos y grandes fracasos por inversiones tremebundas. De alguna manera, ‘The Creator’ luce mejor que todas ellas, es más, parece una ruptura con la forma en la que están hechas el resto, y lo más absurdo es que cuenta con un presupuesto de 80 millones de dólares. No los 104 de ‘Blue Beetle’, No los 220 de ‘The Flash’ ni los 300 de ‘Indiana Jones 5’ y ‘Misión imposible 7’. 80. Es difícil de creer, más sabiendo que el proyecto es un supuesto puente entre las raíces de bajo presupuesto de Edwards y el respaldo de un gran estudio, a pesar de haber vuelto a la guerrilla.
La peli está ambientada en un futuro en el que la raza humana y la inteligencia artificial están en guerra, y un hombre, un ex agente de las fuerzas especiales llamado Joshua, un efectivo e injustamente vilipendiado John David Washington, está atrapado en el medio sin respuestas claras. Afligido por la desaparición de su esposa (Gemma Chan) y en una misión para cazar y matar al Creador que diseñó la IA avanzada, Joshua descubre que la joven Alphie (Madeleine Yuma Voyles) tiene el potencial de alterar a la humanidad y al mundo.
Una revolución que vuelve a los efectos orgánicos
No hay nada especialmente original en su planteamiento, estamos en un terreno prefijado por el futuro de ‘Terminator’, incluso con explosión nuclear, pero a diferencia de esta u otras grandes peleas con los robots como ‘Battlestar galactica’ se incide en un elemento más enfocado al lado amable de las inteligencias artificiales, lo que resulta hasta controvertido en un momento en el que realmente estamos viviendo, pero lo que plantea funciona dentro de su propio universo, uno que funciona a base de detalles, donde aprendemos de él en lo que vemos y no lo que escuchamos, y esto tiene que ver con la forma en la que se ha concebido el film.
Edwards ideó la película a partir de una biblioteca de imágenes de alrededor de 50 piezas de arte conceptual y a partir de ahí fue concibiendo una historia utilizando un enfoque diferente a los métodos del Hollywood actual, rodando en lugares reales que le cuadraban para dar vida a ese catálogo gráfico, un trabajo de localización que acumuló hasta 80 espacios distintos, para luego, con la película completamente editada, introducir al diseñador de producción y otros artistas para modificar los fotogramas y encajar todos los elementos de ciencia ficción encima.
Es un método inusual, a contracorriente en el mundo de soluciones controlables de volume y pantalla verde de los estudios actuales, que fueron reducidas a pequeños momentos y ajustes. Edwards ya fue capaz de hacer algo enorme con medio millón de dólares en ‘Monsters’, pero no se tradujo de la misma forma en sus visitas a franquicias conocidas. 13 años después ha hecho la misma operación para un gran estudio, demostrando que es uno de los grandes visionarios del fantástico y que la tecnología solo es tan buena como la puedas imaginar.
Lo que pudo ser 'Rogue One'
‘The Creator’ demuestra que se puede hacer algo gigantesco con presupuestos razonables si hay confianza en la visión del director por parte del estudio en todas las fases, y esto se relaciona con ‘Rogue One’ en todo el tramo final de la película, que parece un reflejo de lo que podría haber sido aquella si hubiera tenido la cuerda suficiente. De hecho, su tercer acto tiene algunas similitudes que es imposible pensar como casualidades y parecen destinadas a borrar de alguna manera lo que hizo (o le hicieron en reshoots) en aquella.
Edwards concibe su gran tercer acto como una catarsis emocional de una trama justita pero muy enfocada a los sentimientos que no se expresan, como en su debut, el corazón de la historia es una relación que va cambiando mientras alrededor hay imágenes bélicas, gran tecnología inventada, decenas de explosiones y huidas sin cuartel que conservan un poso nada naíf, dado que en realidad la película se acaba posicionando en un punto incendiario similar al de ‘V de Vendetta’, en la que todo depende de la perspectiva occidental.
Hay un paralelismo con el 11-S y el terrorismo que no puede ser pasado por alto, concibiendo las IA como la otredad de una sociedad que nos resulta más familiar, forzando el punto de vista del personaje para introducirnos en el otro punto de vista, haciendo que algunas de sus imágenes tengan una fuerza ambigua que evita la simplificación habitual del cine de acción americano, siempre destinado a mostrar la maldad del extraño. Esto se traduce en ocasiones en un orientalismo a veces demasiado simplificado, pero en su parte final muy efectivo.
El mejor live action de un anime de los 80
Edwards cita como influencias ‘Apocalypse Now’, ‘Blade Runner’, ‘Baraka’ y una relación central basada en ‘Luna de papel’ aunque en realidad parece más una especie de remake high tech de ‘El chico de oro’. No van desencaminadas el resto de imágenes a sus referentes, también se puede encontrar el rastro de ‘Ad Astra’, pero hay algo del gran anime de los 80 en sus imágenes que enlazan con la obra de Katsuhiro Ôtomo o Mamoru Oshii y parecen resemblar cómo podrían ser los live action de ‘Akira’ o ‘Ghost in the Shell’ en manos del director, que no se corta en imaginar ramificaciones cyberpunk y nueva carne de ciborgs de alto perfil.
‘The Creator’ presenta un mundo tan rico en poco más de dos horas que cuando llega el tramo final se siente inevitablemente apresurado, con todo, deja una sucesión de secuencias hipnóticas y una inmersión en un conflicto que se cuenta a través de las imágenes, concibiendo el cine como movimiento, diseño y decisiones de puesta en escena. No es que tenga “buen o mal CGI” es la forma de concebir cómo integrarlo lo que la convierte en un nuevo punto y aparte. Hay una nueva forma de pensar con grandes efectos especiales que puede cambiar Hollywood.
‘The Creator’ está pensada a lo grande y se alza como la mejor épica de ciencia ficción desde la trilogía de 'El origen del planeta de los simios', con Gareth Edwards dando un golpe en la mesa y plantándose como el gran heredero de James Cameron, presentándose como un visionario a otro nivel, que muestra hasta dónde pudo haber llegado el Neill Blomkamp de ‘District 9’, continuando su legado de ciencia ficción relevante y militante, con espacio para provocar y generar emociones desde la concepción de lo sublime.
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