Hace justo una semana os comentaba las buenas sensaciones que me estaba dejando el inicio de la segunda temporada de ‘Luke Cage’. Es cierto que yo ya había disfrutado con la primera, que ni de lejos genera tanta unanimidad como las tandas iniciales de episodios de ‘Daredevil’ o ‘Jessica Jones’, pero también tenía claro que había mucho margen de mejora a poco que plantease un escenario estimulante y generase una evolución interesante para su protagonista.
Una vez vista entera puedo decir que ‘Luce Cage’ confirma ese prometedor inicio con una temporada suculenta en la que los principales villanos resultan esenciales para que funcione, y es que sí que reaparece ese problema ya habitual en las series de superhéroes de Netflix: 13 episodios por temporada son demasiados y todo hace pensar que la serie habría salido ganando con menos. Pese a ello, la mejora es clara respecto a la primera.
Un rival a la altura física de Luke Cage
La primera mitad de esta segunda temporada está marcada por la increíble amenaza que representa Bushmaster para nuestro protagonista -ojo, no es que desaparezca a mitad de la misma, luego se diversifica todo un poco más-. Es cierto que se lo toman con un poco de calma para materializarlo, pero el primer enfrentamiento entre ambos es de los que dejan huella y perfilan la rivalidad que va a existir entre ambos en episodios venideros.
La entrega física de Mustafa Shakir es esencial para conseguirlo, como también lo es unas efectivas coreografía de las diferentes peleas entre ambos para que realmente transmitan la sensación de ser dos fuerzas de la naturaleza en lugar de otro combate solventando con constantes cambios de plano para compensar las limitaciones de los actores en esa faceta.
Sin embargo, Bushmaster podría haberse desgastado con suma rapidez y para evitarlo se trabaja lo suficiente en sus motivaciones para que uno entienda mejor los sacrificios que asume. Al respecto se añade una mitología al origen de sus poderes que también podría haberse vuelto en su contra, pero la serie sabe cómo manejarlo no solamente para que eso nunca suceda, sino para añadir otra capa más a los problemas de Cage.
La infatigable Mariah
Al principio de la primera temporada parecía que el Cottonmouth interpretado por Mahershala Ali iba a ser el gran enemigo de nuestro héroe, pero luego la serie dio un muy conseguido giro que hizo que esa posición recayera en manos de Mariah, una ambiciosa mujer que no duda en hacer todo lo que esté a su alcance para salirse con la suya, ya que está convencida de que Harlem la necesita.
Ahí ‘Luke Cage’ ganó variedad con una amenaza que deja lo físico a sus sicarios para centrarse más en la astucia para ejecutar sus planes. Eso reaparece aquí elevado a la máxima potencia, ya que ella misma es consciente de que el protagonista va a ser incapaz de dejarla morir y juega con ello como una ventaja estratégica en situaciones de vida o muerte.
Alfre Woodward es consciente de las virtudes del personaje y las explota de forma metódica pero sugerente. Sabe en todo momento cuándo ha de potenciar su lado más cerebral, pero también se desata cuando toca hacerlo. Además merece la pena destacar la adición de su hija, ya que la complicada relación entre ambas es otro de los hilos argumentales de la temporada que da lugar a escenas muy conseguidas, la mayoría de ellas basadas en los diálogos.
Y es que uno de los aspectos donde más destaca esta segunda temporada respecto a la primera es en que tiene la capacidad para construir escenas que te atrapan por completo basándose únicamente en un par de personajes charlando. No lo consigue siempre -y es ahí cuando más se nota que habría sido mejor acortar el número de episodios e incluso la duración de algunos-, ya que hay momentos que suenan más genéricos de lo deseable, pero en ciertas situaciones eleva el nivel de forma considerable respecto a lo que esperaríamos de una propuesta de estas características.
Hay otros villanos con peso en la trama, pero su importancia real no justifica destacarlos, cosa que sí sucede con Shades, quien perfectamente podría haber acabado relegado al papel de comparsa de Mariah. Él es uno de los que más se beneficia de esas conversaciones mejor planteadas desde el guion y Theo Rossi se aprovecha de ello para mostrar otra cara del personaje, ya que detrás de esa sabandija criminal también hay alguien con principios.
La transformación de Luke
Hasta ahora me he centrado mucho en la importancia de los enemigos de Luke Cage en esta segunda temporada, pero también conviene destacar lo cuidado que está el arco del personaje interpretado por Mike Colter. Empezando por esos accesos de furia que no tardan en traerle problemas en su relación con Claire, continuando con la necesidad de ejercer como héroe de Harlem y luego asumiendo cuál tiene que ser su papel en la zona.
Es cierto que Colter no demuestra una gran versatilidad como actor, algo que le habría venido muy al personaje, pero sí que se desenvuelve con suficiente soltura para mostrarnos cómo sus motivaciones van cambiando de una forma razonable. A veces quizá se confía más de la cuenta en que sean los personajes alrededor suyo -hasta hay una aparición sorpresa claramente enfocada en esa dirección- los que aclaren dichos cambios, pero la clave es que funciona.
En definitiva, ‘Luke Cage’ da un paso adelante en una segunda temporada que supera a la primera, abriendo además el camino para una tercera que podría ser aún mejor a poco que sus responsables sepan jugar bien sus cartas.
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