Era evidente que el 50 aniversario de James Bond el cine iba a estar acompañado por multitud de eventos. Sin embargo, por mucho que apareciera en un vídeo durante la gala de apertura de los Juegos Olímpicos, se le dedicase un especial televisivo o Fox lanzara un pack de lujo en blu-ray con todas las aventuras hasta la fecha, el estreno de ‘Skyfall‘ (Sam Mendes, 2012) seguía siendo el gran acontecimiento 007 de este año.
Eran muchas las esperanzas depositadas en esta aventura número 23 del agente con licencia para matar y las primeras opiniones que fueron surgiendo apuntaban a que estábamos ante una de las mejores, o incluso la mejor, películas de la franquicia, pero no es la primera vez que algo así nos ha acabado una mala pasada, siendo ayer 31 de octubre cuando finalmente pudimos salir de dudas al respecto.
Uno de los grandes aciertos de ‘Skyfall’ es que los productores de la franquicia hayan confiado las riendas de la misma a Sam Mendes, un claro intento de dignificar la saga más allá de su naturaleza como mero entretenimiento. Esta apuesta ya se realizó, aunque con menor intensidad, en ‘Quantum of Solace‘ (2008) con el fichaje de Marc Forster, un realizador de lo más ecléctico que fracasó a lo grande en su intento de llevar más allá al agente 007. El desastroso guión, el cual no se pudo trabajar más por la famosa huelga de guionistas de hace unos años, fue el gran responsable, algo reconocido por el propio Daniel Craig, quien llegó a comentar en una entrevista que tuvo que ayudar a Forster a redactar un libreto del que apenas tenían un simple esqueleto. Mendes se enfrentaba así al reto de paliar el mal sabor de boca dejado por su inmediato predecesor y a la necesidad de ofrecer algo a la altura de la celebración el 50 aniversario, y ya os confirmo que ha salido victorioso del reto que tenía ante sí.
Una propuesta diferente
‘Skyfall’ no es una película de James Bond al uso, llegando al punto en el que reniega de alguna de sus principales constantes como el típico momento hacia el final en el que el gran villano de la función tiene al protagonista a su merced y decide contarle su plan antes de marcharse para que uno de sus esbirros acabe con él. No es ya que esto no esté presente, sino que se retuerce hasta tal punto que, en todo caso, la única secuencia en esa línea tiene un objetivo prácticamente opuesto. Sin embargo, Mendes no está interesado en hacer otro Bond más, y eso es algo que no duda en remarcar siempre que es necesario. Y es que quizá el maravilloso tema musical de Adele sea lo más tradicional de toda la función.
Quizá no estemos ante la mejor entrega de la franquicia, pero sí que estamos ante la más elegante en cuando a la puesta en escena, ya que Mendes consigue equilibrar la necesidad de emoción (brillante el prólogo) con la belleza visual (la lucha entre sombras con el francotirador) contando también con una historia que se desmarca con acierto del típico villano que quiere dominar el mundo y/o amasar una cantidad de dinero obscena. Y es que Silva (estupendo Javier Bardem pese a su discutido look) sólo busca la venganza contra M, estando sus orígenes muy ligados a los de Bond, al cual no duda en tentar para pasarse al lado oscuro. Este aspecto me trajo mucho a la memoria a Stephen Saunders, el gran enemigo de Jack Bauer en la tercera de la televisiva ‘24’ (2001-2009), ya que sirve para que Mendes pueda incidir en lo que podría convertirse Bond sin la necesidad de que se vuelva malo, ya que Silva funciona a modo de ejemplo de lo que podría ser 007 si algún día las cosas realmente se torcieran. No es algo realmente nuevo en la franquicia, pues ya se exploraba esa posibilidad en ‘Goldeneye‘ (Martin Campbell, 1995), pero aquí adquiere unos tintes mucho más interesantes.
No termino de entender ciertos comentarios despectivos hacia ‘Skyfall’ acusando a Sam Mendes de Nolanizar la franquicia, algo muy de moda en los últimos tiempos cuando cualquier franquicia opta por un acercamiento más serio y realista a la historia. Lo primero es porque ‘Skyfall’ mantiene la línea de las otras dos entregas ya tenían un tono similar, en especial ‘Casino Royale‘ (Martin Campbell, 2006) y lo segundo porque Christopher Nolan no ha inventado realmente nada, consiguiendo este tipo de apuntes que hasta yo empiece a cogerle un poco de manía. Mendes se limita a llevar un poco más allá lo ya planteado por Martin Campbell, sólo mostrando ciertos síntomas de fragilidad cuando ha de ceder a la imposición de un gran enfrentamiento final entre Silva y Bond. Muy espectacular, visualmente sugestivo, inusual en su planteamiento (es Bond quien recibe el ataque) y con Mendes brillando en la puesta en escena, pero que roza peligrosamente lo innecesario y, sobre todo, deja en el espectador una sensación de alargamiento que consigue manchar todo lo que la película había conseguido hasta entonces.
Un brillante reboot
Es evidente que la franquicia ha tenido que reinventarse en multitud de ocasiones, normalmente con motivo del cambio de actor de protagonista, pero hay títulos concretos que han tenido una importancia capital más allá de ese aspecto. Lo curioso es que los dos títulos que antes vienen a mi mente en este campo son ‘Desde Rusia con Amor‘ (From Russia with love, Terence Young, 1963) y ‘James Bond contra Goldfinger‘ (Goldfinger, Guy Hamilton, 1964), mis dos películas favoritas de la saga hasta ahora. La primera por empezar a sentar las bases sobre las que han girado todas sus sucesoras y la segunda por terminar de asentarlas y matizar otros detalles que aparecían en su predecesora. Pues bien, me atrevo a decir que ‘Skyfall’ entra dentro de ese grupo, tanto en la calidad como en su importancia para redefenir la propia franquicia.
El secretismo que ha rodeado a la película en lo referente a la identidad de ciertos personajes está más justificado que nunca, ya que el guión de John Logan, Neal Purvis y Robert Wade prefiere dejar de lado el construir una aventura convencional de James Bond en favor de la utilidad de ‘Skyfall’ como nuevo comienzo de la saga. Esto es algo que ya se llevó a cabo en ‘Casino Royale’, pero aquí adquiere una nueva dimensión al dar más peso específico a la auténtica alma de estas películas: Sus personajes. Y es que no sólo Silva es un villano mucho más interesante de lo habitual, sino que tanto M (impecable Judi Dench en la ocasión en la que ha tenido que lidiar con una mayor carga dramática) como Q (buen fichaje el de Ben Whishaw, aunque no me termina de convencer su look de engreído genio de la informática) ganan más protagonismo, la primera para hacer más hincapié en lo personal de la historia, teniendo ocasión de mostrar su lado más humano, pero también el más despreciable, y el segundo para matizar el realismo en nuestro días de James Bond y sus cada vez más irreales artilugios, algo que aquí es hasta casi objeto de broma.
Otro de los rasgos distintivos es que James Bond jamás había sido presentado como un héroe tan vulnerable (tanto en lo físico como en lo emocional), algo que casa perfectamente no sólo con la línea de renovación que plantea el guión, sino que sirve para explorar un detalle que la franquicia siempre había ignorado: Lo prescindibles que son realmente los personajes que interpretan a los protagonistas de la historia. Es a su vez uno de los ejes de interés y uno de los aspectos más débiles del libreto, porque sus intenciones se ven venir a la legua por mucho que quieran venderlas como una gran sorpresa. Sin embargo, esto abre la posibilidad a que en un futuro aludan abiertamente a James Bond más como un cargo que como un individuo concreto. No tengo claro que vayan a atreverse a ello en el futuro, pero sería un gran giro para cuando Daniel Craig, que en ‘Skyfall’ da lo mejor de sí mismo para confirmarse así como el segundo mejor Bond de la historia, decida dejar de interpretar al agente 007.
En definitiva, ‘Skyfall’ es un entretenimiento de primera categoría, muy buena película y una de las mejores aventuras cinematográficas protagonizadas por el personaje de James Bond (estaría en entre mis dos o tres preferidas). Además, funciona a las mil maravillas como reboot, algo que ya se intentó con ‘Casino Royale’, pero que aquí está más logrado, siendo también una interesante reflexión sobre la saga en general y lo poco que encaja un personaje como el agente 007 en el mundo de hoy en día. Eso sí, la película pierde algo de fuelle en un tramo final perfectamente ejecutado por Sam Mendes, pero que llega a rozar el aburrimiento por alargarlo en exceso. Ése y otros pequeños errores impiden que ‘Skyfall’ sea el mejor blockbuster del año, pero tampoco se queda tan lejos de conseguirlo.
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